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En el cielo, Rhaenyra en Syrax lucha contra Aemond y su dragón.
—¡No! —exclama Saera. Y en cuanto Meleys se acerca al suelo salta de ella y corre hasta Vhagar, quien desciende para recoger a su jineta.

—¡Saera! —se sorprende Rhaenyra.
—¡Nyra! —exclama la reina. En ese momento Aemond lanza su espada haciendo que se incruste en el abdomen de Rhaenyra.

Saera mira con ira y hace que Vhagar se precipite contra el dragon que monta Aemond haciendo que tanto esté como Vhagar comiencen una lucha que los hace perder la estabilidad en el cielo.
—¡Morirás hermana!
—No en tus manos —advierte Saera y hace que Vhagar escupa fuego contra Aemond y su dragón mientras ambos se precipitan al océano en una ferviente lucha. Un último golpe por parte de Vhagar hace que Aemond y su dragon caigan al mar hundiéndose en él.

Saera hace que su dragona de la vuelta y aterriza en la montaña de Rocadragón para dirigirse al castillo a donde el maestre y Viserys se han llevado a Rhaenyra.
Rhaenys aterriza al lado de Saera y corre junto a ella dentro. Aemond no parece dar señales de vida tras caer junto a su dragón al agua.

—¡Rhaenyra! —exclama Saera entrando. —¡¿Dónde está mi hermana?! —pregunta al observar que los maestres no la dejan entrar.
—Alteza... —dice uno de los maestres negando con la cabeza.
—No... —dice Saera. —¡No! —exclama empujando a los maestres y atravesando las puertas para arrodillarse frente al cuerpo de Rhaenyra. —¡No no no! —exclama arrodillada junto al cadáver de su hermana mientras llora desconsoladamente tomando su mano. —Lo siento —murmura entre lágrimas. —No pude salvarte tampoco esta vez... —dice desgarradoramente mientras llora desconsoladamente arrodillada junto al cuerpo de Rhaenyra. —¡No! —grita, destruida, incapaz de creer lo que el destino acaba de arrebatarle.

—Sacadla de aquí —pide Viserys viendo el modo en que su hija se desmorona por completo.

Dos de los guardias de toman a Saera y la sacan del lugar. Rhaenys los sigue y se dirige hasta ella.
—Saera... —dice Rhaenys.
—No pude... La bruja se equivocó —dice la reina abrazando a Rhaenys con fuerza.
—Lo sé, lo sé... Llora lo que necesites... —dice Rhaenys mostrando su apoyo.
—Estoy bien —dice Saera recomponiéndose. —Necesito tomar algo de aire... Volaré con Vhagar y me ocuparé de revisar que todo vaya bien.
—¿Quieres que te acompañe?
—No... No, está bien, quédate al mando hasta que vuelva.

La reina despeja su mente sobre la dragona sin poder creer lo que había sucedido. Entonces sabe de inmediato a dónde ir.

—¡Dijiste que la salvaría! —dice muy alterada entrando a la cueva de la hechicera. —¡Dijiste...
—No querida, no... Tú me dijiste que en esta vida tratarías de salvarla y... No lo lograste... Lo siento por ello...
—Debe haber algo, alguna manera. Lo que sea, ¡haré lo que sea!
—La muerte no negocia querida.
—No puede estar muerta no...
—Lo siento... No hay nada que pueda hacer.
—No... ¡No! —grita Saera sin poder creerlo. Sale de la cueva envuelta en lágrimas y vuelve a subir a Vhagar sin poder controlar el agua que se derrama de sus ojos. —La he perdido... La he perdido para siempre... —murmura en sollozos.

Nadie ve a la reina en todo el día. La cremación de Rhaenyra será a la mañana siguiente y no es hasta entonces que Vhagar aparece en Rocadragón con la Reina a sus espaldas. Esta se ha ocupado de acabar con los traidores del reino.

Al bajar de Vhagar ve como todos se encuentra el rededor del embalsamado cuerpo de Rhaenyra y se coloca junto a Rhaenys tratando de guardar la compostura. Sabe que es ella quien debe dar la orden. Sabe que debe indicar a Vhagar que calcine el ya sin vida cuerpo de su hermana.

—Dra... Dra... —trata de decir. Entonces Rhaenys le acaricia la espalda. Saera mira a Daemon sabiendo que no podrá, no puede ser ella la que lo haga. Entonces este mira a Caraxes y sin necesidad de dar la orden el dragón hace lo que debe y prende fuego al embalsamado cadáver.

En ese momento Saera se rompe. Cae de rodillas al suelo mientras expulsa un llanto desgarrador. Solloza en voz alta con gritos, quejas y negaciones mientras por sus mejillas resbalan incontrolables lágrimas. Sus rodillas están clavadas en el suelo al igual ya que sus manos.
Rhaenys se arrodilla a su lado y la abraza con fuerza, Saera al notar su tacto se aferra a ella mientras solloza sonoramente en su pecho. Pero tras unos segundos la suelta y corre hasta el cuerpo sin vida de Rhaenyra adentrándose en el fuego junto al cadáver bajo la vista de todos.

La reina abraza lo que queda del cuerpo sin poder parar de llorar desgarradoramente mientras se culo una y otra vez por no conseguir haber salvado la vida de su hermana.

Daemon hace que todos abandonen el lugar y Saera se queda sentada en la gran roca donde se encontraba el cadáver hasta que el fuego se apaga por completo, donde ya solo quedan cenizas.

Rhaenys tampoco ha abandonado el lugar. Se niega a abandonar a la reina y la observa sentada en una roca frente a ella.

—Saera... —dice Daemon apareciendo.
—Tráeme a Alicent.
—Saera —interrumpe Rhaenys levantándose.
—Tráeme. A. Alicent.

La reina jamás se había comportado así. Rhaenys lo sabe, sabe que no tendrá piedad. Entonces sorprende aún más a Rhaenys pidiendo que recuperen todos los cadáveres de los hijos y familiares de la antigua reina consorte de inmediato.

Los caballeros de la reina la obedecen. Saera hace que Alicent se arrodille con sus pies descalzos en las piedras ardientes que se ha ocupado de calentar con fuego haciéndola sufrir quemadura y punzante dolor hasta que todos los cadaveres que pidió fueran recolectados.

—No pienso ser cómplice de torturas —dijo Rhaenys sosteniendo el brazo de Saera viendo como Alicent sufría.
—Pues vete. Pero lo último que verá esta perra antes de que la mate serán las cabezas en picas de todos los que alguna vez ha querido.

Los guardias y marineros de la reina recuperan lo que queda de los cuerpos de Aemond, Helaena y Aegon. Los hijos de Alicent. Y ordena cortar las cabezas y clavarlas en picas delante de Alicent obligándola a mirar la cruel escena.

—Si permites este suplicio no me volverás a ver —dice Rhaenys antes de que Saera prosiga con lo que planea.
—¡Mataron a mi hermana! ¡Fue premeditado! ¿Qué se supone que quieres que haga? ¡Dímelo! ¡Dime que hacer! ¡¿Qué harías si en lugar de Rhaenyra hubieran sido Baela y Rhaena?!

Rhaenys traga saliva y mira a Saera incapaz de creer o de simplemente reconocerla.
—Sufriría las pérdidas. Es cierto. Tendría ira, y ganas de venganza. Pero no torturaría a una madre. Porque sé lo que es perder a un hijo.
—Pues yo sí lo haría —dice Saera.
—Si la vas a matar, hazlo sin más. Pero si ordenas que vea los cadaveres de sus hijos jamás podré perdonarte.
—¿La quieres?
—No, Saera, no la quiero. Te quiero a ti. Pero soy incapaz de reconocerte ahora mismo. No puedo creer que te hayas convertido en esto. Sé que en el fondo sigues siendo tú. Con tu miedo al mar y a los dragones. Con su sensibilidad y bondad. Una mujer buena que mira por el bien del reino.
—No dejaré a un solo Hightower con vida.
—Lo entiendo. Esto es la guerra. Pero la tortura... No es propio de ti.
—Tú no sabes lo que es propio de mí.
—He estado años a tu lado, te conozco mejor que tú misma. Detén esto. Si vas a asesinarla... Simplemente hazlo. No tienes que ser tan cruel, tan despiadada y...
—Dracarys —dice girándose a Vhagar haciendo que esta calcine a Alicent antes de que la Hightower pueda ver los cadaveres de sus hijos. —Llevaos eso —ordena a sus guardias dando a entender que se deshagan de nuevo de los cadáveres que habían encontrado.

Saera vuelve a su habitación y se encierra en ella.

HEIRESS (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora