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Tras varios años, noticias devastadoras llegan a la corte de la fortaleza roja. Sir Harwin ha fallecido en extrañas circunstancias y no es la única mala noticia, la princesa Laena ha muerto en labor de parto. Todos se trasladan a Marcaderiva, tras el funeral de Harwin Strong, en cuánto son avisados.

Saera mira a Rhaenys. Ha viajado en cuanto ha recibido la noticia. Para subir al barco ha tenido que hacerlo sin ver y manteniéndose dormida con leche de amapola, pues el miedo al mar de la princesa es gigantesco.

Tras el entierro y la ceremonia. Saera se queda unos segundos en el balcón de Marcaderiva viendo la luna.
—Hermana —dice Rhaenyra.
—Nyra...
—Debes ir con Rhaenys, ahora te necesita...
—Rhaenys...
—¿Te encuentras bien?
—Un poco mareada. Tomaré el aire e iré enseguida.
—Vale... He quedado con Daemon...
—Vale...
—Eres mi hermana, quiero que lo sepas.
—Te quiero Nyra —dice abrazándola.
—Yo más.

Rhaenyra se retira y Saera se queda sola. Se dirige a entrar a Marea Alta cuando escucha un ruido. Desde lo alto de la montaña escucha el grito de un niño.

La princesa corre colina arriba encontrando en lo alto a Aemond apunto de ser quemado por Vhagar. La princesa es rápida y corre consiguiendo sujetar con fuerza a Aemond y arrastrarlo antes de que la dragona lo convierta en cenizas.
—Aemond ¿estás loco?
—Quería reclamarla.
—Evidentemente ella no quiere que la reclames.
—Gracias...
—Vete...
—Pero... ¿y tú?
—Yo iré ahora. Ahora vete.

El niño obedece y se marcha. Saera lleva su mano lentamente hasta las fauces de Vhagar y esta se deja acariciar.
—Bien... —dice Saera tragando saliva. —Veamos si la bruja tenía razón.

La princesa comienza a escalar por las escamas de la dragona hasta que consigue llegar al sillín y sentarse en él. La dragona ni si quiera ha intentado sacudirse. Simplemente, cuando nota que la jineta está estabilizada. Se levanta. Pero antes de que pueda emprender el vuelo Saera ordena que no lo haga.
—¡Para! —exclama. Y la dragona para en seco. —Aún no estoy lista para volar. Me aterroriza. Pero soy tu jineta ahora y te ordeno que abandones esta isla y vayas a descansar. Si continúas aquí no pararán de molestarte.

Vhagar parece entenderla a la perfección. Cuando Saera baja de ella, la dragona la mira durante unos segundos y se marcha rápidamente.

Saera vuelve dentro de la fortaleza y se dirige a su habitación, encontrándose a Rhaenys sola en ella.
—Rhaenys... —dice Saera. —No sabía que estabas aquí.
—Puedo irme si quieres... Es solo que...
—No, por favor, quédate. Es solo que pensé que querrías estar sola. De haber sabido que estabas aquí habría venido antes. No te preguntaré cómo te encuentras ni nada al respecto. Pero si necesitas cualquier cosa, aquí estoy... Siempre estaré.

Rhaenys asiente y la abraza derramando un par de lágrimas en su hombro.
Saera se acuesta en la cama y Rhaenys se recuesta sobre su pecho abrazándola con fuerza.
Ninguna es consciente de cuándo se quedan dormidas.

Los tenues rayos de luz hacen que ambas despierten cuando el sol sale.
—Buenos días... —dice Saera acariciando el pelo de Rhaenys.
—Hola... —dice Rhaenys mirándola con ternura. —Gracias por quedarte conmigo esta noche.
—No tienes nada que agradecerme, Rhaenys... Haría lo que fuera por ti.
—¿Podemos quedarnos así un poco más? —dice abrazándola.
—Todo el tiempo que quieras —responde Saera del mismo modo.

Ambas pasan un rato de la mañana en la cama, ni haciendo nada más que acariciarse y abrazarse la una a la otra.

Cuando ambas deciden salir de la habitación. Rhaenys tiene que terminar algunos asuntos y Saera decide ir al balcón de Marcaderiva a observar el horizonte.

—¿Por qué estabais mi madre y tú durmiendo de ese modo? —pregunta Laenor apareciendo tras la heredera, dejando a esta completamente de piedra.
—¿De qué modo? —pregunta ella.
—Entré esta mañana en tu búsqueda y os vi... como... abrazadas... en los brazos de la otra... No deberías de dormir así con mi madre... No debería de estar siquiera en tu habitación.
—Lo sé... Solo de sentía mal y... probablemente pasó mientras dormíamos o algo así... Es una cama para dos...
—Bien. Bueno, quizá... quizá no debas de volver a acercarte a ella... Quizá debéis acabar con esa cercanía —dice muy serio.
—Vale... —dice sin saber cómo actuar. Le dedica una leve sonrisa forzada y se dirige dentro. Sabe que Laenor está sufriendo la pérdida de su hermana y no sería justo confrontarlo ahora.

Cuando se encuentra sola en el pasadizo se apoya en la pared y se tapa la boca con su mano libre para suspirar y evitar que broten lágrimas de sus ojos.

Saera sube rápidamente hasta Marea Alta encontrándose de golpe con la princesa Rhaenys.
—¿Te encuentras bien? —pregunta ella.
—Laenor nos vio esta mañana... Me ha pedido que no vuelva acercarme a ti...
—¿Qué le has dicho?
—Le he dado a entender que solo somos amigas pero... No me ha creído...
—Saera —dice Viserys entrando.
—Padre...
—Tenemos que irnos hija mía. Voy a buscar a tu hermana.
—Dame unos minutos, iré enseguida.

Viserys asiente y abandona el lugar.
—Creo... que es mejor que nos distanciemos un poco... —dice Rhaenys. —Solo hasta que...
—Ya... No quiero dejarte sola ahora Rhaenys...
—Estaré bien.
—¿Estás segura?
—Sí... Ve... Nos veremos en unos días...
—Está bien —dice acariciando la cara de la princesa Rhaenys. —Te quiero —dice Saera antes de darle un beso.
—Y yo... Estaré bien, tranquila.
—Vale... cuídate...
—Tú también...

Saera sale de la fortaleza y se encuentra a su padre hablando con su hermana.
—¿Volvemos?
—Pues no —dice Viserys.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque tu hermana se ha prometido con Daemon.
—¿Qué?
—Ambos somos viudos —dice Rhaenyra. —Podemos celebrar la ceremonia esta misma noche...
—Nyra los niños ahora no necesitan más estímulos y los Velaryon acaban de perder a su hija.
—Podemos celebrarlo en la fortaleza roja —dice Rhaenyra ignorando a su hermana.
—Está bien —accede Viserys.

Saera rueda los ojos y vuelve a adentrarse en la fortaleza.

HEIRESS (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora