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Al despertar, Rhaenys se encuentra en la bañera, esta rebosa agua caliente aunque no tanto como para que esté al gusto de Saera. La heredera sale de la cama, desnuda y se acerca a donde se encuentra la princesa.
—¿Estás nerviosa? —pregunta Saera. —Por tu nieta...
—Algo, sí...
—¿Solo eso?
—He hablado con Vaemond esta mañana... Me lo he encontrado cuando salí a tomar el aire...
—Si estabas inquieta debiste despertarme, te habría acompañado...
—No quería despertarte...
—¿Qué te ha dicho?
—Me ha propuesto varias cosas...
—Sorpréndeme...
—Me ha propuesto dos matrimonios.
—¿Matrimonios? ¿Quién querría casarse con Vaemond?
—Conmigo y contigo, de hecho.
—¿Disculpa? —dice sobresaltada.
—Me ha propuesto cerrar un matrimonio con la heredera y que él tenga en sus manos Marcaderiva o en su defecto cerrar un matrimonio conmigo y quedarse también con Marcaderiva. Quiere ese trono a cualquier costo.
—¿Qué le has dicho?
—Que si mi marido ha fallecido podría... llevar a cabo su propuesta...

Saera palidece por completo y su cara muestra una confusión innegable.
—¿Qué? —pregunta angustiada. —Rhaenys... —dice. Puede notar como su corazón se ha acelerado.
—Es mi deber volver a desposarme...
—¡¿Qué?! —La cara de la heredera se vuelve oscura por rabia y decepción. —¿Te casarías con Vaemond? ¿Dejarías que te llevara a la cama? —La expresión de Saera cada vez mostraba más incredulidad y es entonces cuando Rhaenys decide cesar su broma.
—Ey ey ey... —dice la princesa rápidamente. —Solo bromeaba, solo... Claro que le he dicho que no, Saera... Era una broma...
—¿Qué? Joder... Joder Rhaenys voy a matarte si no me matas tú antes —dice dando un golpe en al agua y marchándose.
—¡Saera! —dice levantándose y saliendo de la bañera para envolverse en una toalla. —Saera lo siento. No pensé que... te afectara tanto... solo era una broma, solo...
—¿Te ha dado un mal viento montando a Meleys? Evidentemente me iba a afectar Rhaenys.
—Saera... Lo que es evidente es que no me casaría con ese...
—Ese adefesio bastardo... —interrumpe Saera.
—¿Te has puesto celosa? —dice acercándose a ella.
—No. Me has cabreado pero bien —dice la heredera alejándose.

Rhaenys se acerca a ella por la espalda y besa su cuello.
—No intentes hacer que me olvide...
—Relájate, debes estarlo para lo que nos espera en unas horas —dice, esta vez mordiendo levemente el lóbulo de su oreja.
—¿Me ayudarás a relajarme?
—¿Me perdonarás así por realizar esa broma imprudente?
—Puede ser... Tendré que pensarlo...

Saera y Rhaenys se entregan la una a la otra en ma cama antes de la reunión.

Ambas llegan a la sala del trono encontrando a Otto sentado en el trono.
—¿Preferís quitaros de ahí por voluntad propia o quizá preferís que lo haga yo? —dice Saera entrando junto a Rhaenys llevándose las miradas de todos los presentes. —Vamos. Mi padre no necesita que le calienten el trono.

Otto se levanta resignado y se aleja del asiento. Mientras lo hace. Se anuncia la llegada del rey, el único que faltaba en la sala. Este entra y se sienta en el trono rápidamente.
—No entiendo por qué estamos discutiendo un tema ya zanjado —confiesa Viserys.
—Eso mismo le pregunto yo. Al igual que no entiendo por qué la mano del rey se sienta en el trono. Incógnitas supongo —dice Saera.
—Se plantea la herencia de Marcaderiva ante la posible muerte de Lord Corlys Velaryon. Si hay alguien que conoce los deseos de la serpiente marina es su esposa, Rhaenys Targaryen.
—Así es, primo. Y mi esposo siempre ha deseado que Marcaderiva pasara a sus nietas, Baela y Rhaena.
—Entonces ¿cual es el problema?
—¡Son mujeres! —exclama Vaemond.
—¡La heredera al trono de hierro también lo es, Vaemond!
—Haced con vuestra casa lo que os plazca pero no oséis tocar la mía.
—¿Osar? ¿Te recuerdo tu posición Vaemond?
—Ese trono debía ser para mis los hijos de Laenor si esa... ¡furcia! Le hubiera dado alguno.
—Te cortaré la lengua por insultar de ese modo a mi hija.
—¡Es la verdad! ¡Toda la corte conoce su aventura con la... —antes de que Vaemond pueda teminar la frase. Daemon rebana su cabeza con su espada.
—Que se quede la lengua —dice a Viserys.
—Bien. Si este tema está zanjado... Podéis iros —dice el rey.

—Daemon... Gracias —dice Saera alcanzando a Daemon y Rhaenyra.
—Te conozco lo suficientemente bien como para saber que de no haberlo hecho yo, habrías tomado la espada de alguien y lo habrías hecho tú.
—Tienes razón —ríe Saera. —Aún así...

Saera y Daemon se aguantan la mirada el uno al otro unos segundos, ambos siendo observados por Rhaenyra y Rhaenys desde la distancia.

—Rhaenys.... Ellos... —trata de decir Rhaenyra.
—¿Qué?
—Tienen mucha...
—¿Quieres decir que congenian?
—Sí... La manera en que se miran y...
—Saera me ha dicho que no me preocupe, a si que no lo haré. Se quieren, pero no de ese modo.
—Gracias... —dice Rhaenyra.
—¿Nos vamos? —dice Saera acercándose a Rhaenys.
—Sí. Debo cambiarme para velar a Vaemond.
—Claro, vamos. Adiós Nyra. Te veré en la cena. —Le dice Saera con una sonrisa.

Ambas abandonan el lugar y se dirigen a la habitación de la heredera.

—Tú hermana está... Algo... ¿preocupada? Se podría decir...
—¿Qué le pasa a Rhaenyra?
—Tu cercanía con su esposo...
—Rhaenys... no pensarás que entre Daemon y yo hay algo ¿no?
—No, no. En absoluto. Confío plenamente en ti... Se lo he dicho... que solo sois buenos amigos.
—Gracias. Hablaré con mi hermana. Estoy segura de que me entenderá.
—Sí... Seguro que sí.
—Siento lo de Vaemond...
—Era un imbecil pero no me gusta sentir que te pareces a Daemon... Él tiene razón si no lo hubiera hecho él, habrías sido tú.
—Puede que... ambos tengamos carácter...
—Cortaste la mano a un guardia de tu padre... Apuñalaste en la pierna a un Lord que me coqueteaba...
—Lo pillo... No sabía que podía... Llegar a molestarte...
—No es eso, eres libre de obrar como quieras, es solo que... No me gusta que se diga por ahí que eres Daemon con tetas...

Saera suelta un inevitable carcajada ante la declaración de Rhaenys.
—¿Me llaman Daemon con tetas? —pregunta riéndose.
—¡No te rías! —dice Rhaenys dandole un ligero codazo.
—Siempre a la sombra del hombre...
—También dicen que eres la reencarnación de Visenya.
—¿Qué? —dice frenando en seco.
—Sí...
—Eso no es tan divertido dado que...
—Lo sé... No hay por qué hacer caso a las malas lenguas del reino pero... No quiero que te recuerden por despiadada, aunque tus acciones estén justificadas...
—Lo sé... Intentaré... Controlar mi temperamento...

HEIRESS (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora