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Cuando Saera sale de la sala del consejo, siente cómo algo la llama. No es una voz, es una sensación. Siente que algo o alguien la atrae a través de los pasillos.

Sigue las llamadas hasta salir del castillo, puede notar cómo esa sensación se dispone hacia una colina lejana. Coge un caballo de la guardia y decide no avisar a nadie y salir de la fortaleza.

Al llegar al lugar, ve a Vhagar frente a ella.
—Mierda —murmura la heredera para sí misma.
La anciana dragona acerca sus fauces a la heredera y enseña sus colmillos. Pero tras unos segundos la huele y parece relajarse.

Saera se aleja del caballo y se acerca a Vhagar. Coloca su mano en el hocico de esta y una abrumadora nube de sensaciones la aturden. No se desmaya esta vez, pero se marea. Se mantiene firme y no aleja su mano de la impresionante dragona. Es entonces cuando la imagen de una anciana llega a su mente. Esta está en una cueva en el bosque que Saera logra reconocer, pues en su infancia había ido al lago cercano al lugar junto a su hermana. Cansada de dudas. La heredera sube al caballo de nuevo y galopa hasta donde sabe que encontrará el lugar.

Mientras galopa a toda prisa ve cómo Vhagar la sigue desde el aire durante unos metros para luego abandonarla. Al llegar al lugar. Baja del caballo y cruza unas hiedras que rodean la cueva.
—¿Hola? —pregunta.
—Pensé que no volvería a verte —dice la anciana de la visión fe Saera desde la distancia.
—Disculpad pero no os conozco.
—Claro que sí, princesa. Ven. Acércate a mí.

Saera se acerca con cautela y toma las manos de la anciana. En ese momento miles de imágenes alborotan su cabeza y la heredera no sabe distinguir la realidad de lo que no lo es.
—¿Te acuerdas ahora?
—No... es todo muy confuso.
—Tú ya fuiste reina, tesoro —dice la anciana soltándola y poniéndose a buscar algo. En ese momento le enseña un pequeño frasco con un líquido rojo espeso que parece sangre. —Tú hiciste un trato conmigo ¿recuerdas?
—Yo jamás os he visto...
—No, en esta vida no.
—¿Qué?
—Visenya. Visenya la conquistadora.
—¿Qué? Visenya es mi ancestro y...
—Visenya eres tú. Es tu alma. Es por eso que esa dragona vieja no deja de acercarse a ti. Ella sí te reconoce.
—¿Decís que hice un trato con vos en otra vida y que seguís viva?
—Soy una bruja, querida. Tengo más de quinientos años.
—Eso... eso...
—Me pediste otra oportunidad, una vida en la que salvar a tu hermana.
—¿A mi hermana?
—Rhaenys.
—¿Rhaenys?
—Sí, pero no con la que te acuestas ahora. Rhaenys la conquistadora.
—¿Cómo sabéis que...
—Ya os he dicho que soy una bruja. He estado intentando que vengas a mí pero casi no logro encontrarte.
—¿Qué queréis?
—En tu pacto me pediste reencarnar junto a tu hermana Rhaenys y poder salvarla esta vez. Lo has hecho. Esta vez tendrás la oportunidad d e protegerla a ella y a los que quieres...
—Esto... es demasiado... es demasiada información.
—Nadie está en peligro aún, pero lo estarán. Cuando tu trono se cuestione y la guerra se desate una batalla deberá librarse. Quedan años aún...
—Esto no puede ser cierto.
—Créelo o no, Visenya.
—No me llaméis así. Yo no tengo nada que ver con Visenya. Ni si quiera sé montar un dragón.
—¿Crees que tú miedo a los dragones es irracional querida? Tu pánico empezó cuando tu hermana Rhaenys murió cayendo de uno.
—Tengo... tengo que irme...

Saera sale del lugar asustada. Sube a su caballo y le hace galopar rápidamente hasta la fortaleza.
Al llegar está pálida, aturdida y descentrada.
—Saera ¿dónde estabas? —pregunta Rhaenys. —Estaba preocupada... ¿Te encuentras bien?
—Sí...
—No me mientas...
—He hablado con una bruja... —murmura.
—¿Qué?
—He hablado con una bruja. Me ha dicho que soy la... la reencarnación de Visenya...
—Creo que necesitas tomar agua —dice Rhaenys.

La princesa le ofrece un cáliz de agua a la heredera y se trasladan a la habitación. En ella, Saera cuenta a Rhaenys lo que habló con la bruja.
—Desde que te has ido Vhagar no obedece a Laena. No la deja montarla —confiesa Rhaenys. —¿Puede ser verdad? ¿Puede que por eso Vhagar te reconozca?
—No creerás esa locura... ¿O sí?
—¿Cómo podía saber la bruja lo nuestro?
—No lo sé Rhaenys. Es demasiada información.
—Tu padre siempre dijo que tenías el temperamento de Visenya. Pero jamás pensé que fuera tan en serio...
—Esto no puede ser verdad.
—Pero si lo es... Tu ascenso será cuestionado u eso significa que estás en peligro...
—¿Y qué debería hacer? ¿Huir?
—No lo sé... Estoy preocupada por ti.
—Yo no. Lo que tenga que pasar pasará con o sin preocupación. Y cualquiera que cuestione mi ascenso morirá. Ahora solo necesito un baño muy caliente.
—Avisaré a las doncellas...

Saera asiente y se queda sentada en la cama pensando en todo lo que ha pasado a lo largo de la mañana. Cuando Rhaenys vuelve. Las doncellas llenan de agua prácticamente hirviendo la bañera rápidamente. Cuando abandonan la habitación y la princesa y la heredera vuelven a quedarse solas, Saera pide a Rhaenys que la ayude con el vestido.

—He hablado con el rey —dice Saera mientras Rhaenys desata el corsé.
—¿Sobre qué?
—Sobre nosotras... Lo sabe...

De pronto Rhaneys se queda de piedra, sus ojos están muy abiertos y su expresión denota sorpresa y no saber qué hacer.
—¿Le has contado esto al rey? —es lo único que logra articular.
—Está de acuerdo —dice Saera girándose y tomando la cara fe Rhaenys. —Te quiere. Te quiere mucho. Quiere que seas feliz.
—Vale...
—No se lo habría contado de no haber sabido que se lo llevará a la tumba. Rhaenys, no nos delatará. Te quiere. Y me confesó que trono debió ser tuyo. Se arrepiente de haber cedido así como así y ni si quiera haberse disculpado. Me ha dicho que... mientras seamos felices él también lo será.
—Vale —dice en un tono más tranquilo acariciando la cara de Saera.
—Te quiero Rhaenys y no dejaría que te pasará nada.
—Yo tampoco —dice Rhaenys uniendo su frente con la de Saera.

HEIRESS (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora