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Rhaenys y Saera se encuentran juntas entrelazadas bajo las finas sabanas de la cama de esta última cuando ambas escuchan un fuerte grito.

Saera es la primera en levantarse, aturdida. Observa por su ventana y ve un cuerpo colgando en el jardín interior y a una criada gritando aterrorizada mientras Bruma, el dragón de Laenor. Quema el cuerpo.
—Rhaenys... Rhaenys... —dice Saera. Ambas se colocan sus camisones y bajan a toda prisa.

—¿Qué ha pasado? —pregunta Rhaenys. En ese momento se da cuenta. —No... ¡No! —grita la princesa arrodillándose ante el cadáver colgante.
—¿Qué ha pasado? —pregunta Saera a la criada.
—No lo sé... Alteza... —dice la criada con dificultad.
—Habla claro quiero saber qué viste.
—Sir Laenor... Estaba borracho y... buscaba sogas... No pensé que fuera a colgarse, alteza... cuando lo encontré, Bruma ya lo había quemado.
—Mi hijo... —llora Rhaenys descolgando el cadáver y tomándolo en sus brazos. —¡Mi hijo!
—No... —dice Saera. —Llama a los guardias ya —pide a la criada.

Estos no tardan en llegar. Al hacerlo, la heredera ordena que tomen el cadáver y lo desnuden.
—¡No no no! —grita Rhaenys contra el pecho de Saera. —¡Es culpa nuestra! —se queja entre llantos y gritos desgarradores.
—Desnudadlo —ordena Saera a los guardias.
—¡No! ¿Pretendes profanar el cadáver de mi hijo?
—Rhaenys cálmate.
—¡¿Cómo?! ¡Se ha ido por nuestra culpa! ¡Nuestro amor lo ha hecho quitarse la vida!
—Rhaenys no te lo pediré dos veces. Cálmate. La ropa no está quemada por lo que su cuerpo tampoco.
—¿Qué pretendes con eso?
—Tú hijo tiene una cicatriz en su abdomen de una batalla.
—Es mi hijo... Saera.
—Laenor no se suicidaría, es demasiado listo.

Cuando el cadáver está desnudo, Saera ordena a todos menos a la princesa que se marchen y puede observar que en efecto y como ella pensaba, no hay cicatriz.
—¡Maldito cabron! —se queja la heredera. —¡Vhagar! ¡Vhagar! —grita Saera y Rhaenys la mira sin entender qué hace. Para sorpresa de la princesa, la inmensa dragona que antes pertenecía a su hija, aparece ante ellas. —Busca a Laenor y tráemelo con vida. Debe estar en el puerto. No le hagas daño —La dragona asiente como si entendiera a su jineta y vuelve a emprender el vuelo.
—¿Qué pretendes? —pregunta Rhaenys.
—Tu hijo ha creado toda esta mierda para hacernos sentir culpables.
—¿Por qué Vhagar te ha obedecido?
—La he... Reclamado... En realidad no sé exactamente qué pasó esa noche. Pero Aemond casi muere por intentarlo. La bruja tenía razón...

No pasan a penas unas horas hasta que Vhagar vuelve con algo en una de sus patas.
Saera ve por la ventana y vuelve a salir rápidamente seguida por Rhaenys.

Vhagar se acerca al suelo y antes de aterrizar deja caer a Laenor de sus garras. Este se queja ante el golpe con el suelo.
—¡Eres un maldito traidor! —exclama la heredera antes de abalanzarse sobre él. Pero sir Erryk la toma de la cintura a tiempo evitando que golpee con fuerza al príncipe. —¡Te voy a matar! —grita Saera mientras se retuerce intentando liberarse. —¡Soltadme!
—Laenor ¿por qué? —pregunta su madre. —¿Tan mal te he criado para que intentes manipularme así? Después de perder a tu hermana...
—¡Te acuestas con esa zorra!

Es Rhaenys quien proporciona una bofetada a su hijo sorprendiendo a este.
—Es tu esposa y será tu reina, respétala.
—No te importa nada más que ella ¿verdad? —dice Laenor señalándola. Esta ya ha sido liberada por sir Erryk y está tratando de relajarse.
—No hay nada que me importe en este mundo más que mis hijos y mis nietas. Pero no por eso estoy dispuesta a comprometer mi felicidad.
—¿Y padre? ¿Él se te ha olvidado?
—Tu padre está al tanto y al igual que tú él tiene sus aventuras. Nadie te ha juzgado por lo que haces, no espero juicio por tu parte.
—Eres un ser despreciable —dice Saera. —¿Cómo te atreves? Te lo he dado todo. Todo lo que me has pedido. He dado protección y asilo a Joffrey. Te he ayudado a escapar con él. Te he defendido como nadie ante la corte. ¿Por qué me odias? He sido tu apoyo. Tu mejor amiga...
—Mis amigos no rompen el matrimonio de mis padres.
—Nuestro matrimonio era decorativo Laenor, al igual que el tuyo. Puedes entenderlo o no hacerlo si quieres pero no tienes derecho a hacernos a tu padre y a mí pasar por el sufrimiento de creer que hemos perdido a otro hijo.
—Me voy con papá...
—Vete si es lo que quieres.
—Sí. Es lo que quiero.
—El orgullo Velaryon te llevará a la ruina, hijo mío. Por suerte las madres no solemos ser rencorosas... Deja tu numerito, vas a ser rey consorte.
—No, no quiero. Quiero irme lejos, a Essos. A donde sea. Quiero vivir con Joffrey.
—Vete —dice Saera. —Declararemos tu muerte como un suicidio. Vete.
—Laenor... —dice su madre. Se acerca a él y lo abraza. —Siento si te he hecho daño. Solo he buscado lo mejor para ti.
—Hemos cometidos errores. He de marchar. Cuídate madre.

Laenor se va sin siquiera dar una última mirada a Saera.
—Me odia —dice Saera viéndolo subir a Bruma y alejarse. —Me odiará para siempre... Solo espero que se lleve consigo la buena fortuna y tenga suerte...
—¿Por qué le has dejado ir?
—Porque quiero que sea feliz... Aquí no lo es, Rhaenys.

Ambas mujeres entran de nuevo a la fortaleza y tras cruzar un pasillo ven a Rhaenyra y Daemon riendo juntos y alejándose sin siquiera percatarse de ellas. Saera se queda mirándolos mientras se marchan.

—¿Celosa? —pregunta Rhaenys.
—¿Qué? —dice Saera volviendo de sus pensamientos y mirando a Rhaenys.
—Tu aventura con Daemon... Ahora está con tu hermana...
—Que se lo quede —dice Saera rodeando el cuello de Rhaenys con sus manos. —Tengo todo lo que necesito... Y todo lo que quiero —dice besando los labios de la princesa. —Te quiero, no tengo celos por Daemon. Solo me preocupa... Le conozco. Mi temperamento aplacaba el de Daemon pero Rhaenyra... Se vuelve... algo blanda cuando se enamora...

Al despertar es dada la noticia del suicido de Laenor. Las reacciones son variadas y la mano del rey habla de un nuevo matrimonio para la heredera. Un matrimonio que pueda traer herederos.

—Mi heredero es Jacaerys Strong —dice Saera.
—Un hijo sería más apropiado —dice Otto.
—Por suerte vuestra opinión no es de interés en esta mesa —dice la heredera.
—Saera... —trata de decir su padre.
—No. Me he hartado de que los hombres de esta mesa redonda opinen sobre mí. No tendré descendencia y mi heredero está nombrado.
—¿Quién heredará Marcaderiva entonces?
—Eso no es decisión mía. Debatidlo con Corlys. A mí Marcaderiva no me compete pero me atrevería a decir que Baela será mas que competente. —Sentencia Saera.
—Se presentarán pretendientes... Querrán saber si estáis dispuesta a...
—No lo estoy, Otto. Fin de la discusión. Tengo cosas que hacer.

La heredera abandona el consejo encontrándose con la princesa nada más salir.
—Rhaenys...
—No llegaste a contarme bien qué pasó con Vhagar...
—Me dejó montarla... No volé con ella solo... La monté. Creo que es por la bruja, creo... Tengo miedo... Para ser honestos...
—Estaré a tu lado —dice Rhaenys tomando la mano de Saera. —Pase lo que pase.
—Gracias.
—Demos un paseo.
—Rhaenys...
—¿Qué?
—Marchemos a Rocadragón... Vayámonos de aquí...
—¿Quieres irte?
—Necesito salir de esta fortaleza, necesito dejar de esconderme entre pasadizos para besarte. Necesito poder caminar de tu mano. Estas paredes de piedra me ahogan...
—No puedo dejar a mis nietas. No dejaré a las niñas.
—Tráelas. Llevémoslas con nosotras. Daemon no pondrá oposición a que seamos quienes las críen. Hablaré yo con él...
—No quiero ser una carga, no quieres hijos no te cargaré con dos niñas que no son tuyas...
—Rhaenys tus nietas no serán una carga para mí —dice tomando las manos de la princesa. —Me encantaría... que hiciéramos esto.
—¿Estás segura?
—Completamente.

HEIRESS (Rhaenys Targaryen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora