Muestras de respeto

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Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío (y).

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–Buckbeak...

–Sí.

–Buckbeak.

–Sip.

–El canario...

–Eh, bueno no. No precisamente.

–¿No precisamente? ¿Precisamente?


Cassandra se quedó mirando fijamente el animal que tenía en frente, sin poder creérselo. Sí, tenía plumas. Sí, tenía un afilado pico que podría ser usado muy, muy fácilmente para sacarle los ojos a alguien. Y sí, tenía garritas al final de sus patas escamosas. O al menos las tenía en las patas delanteras, pero ahí acababan las similitudes con la imagen de Buckbeak, el canario, que se había formado en su mente desde que se lo habían mencionado.


Buckbeak, el definitivamente-NO-canario, era un bicharraco tamaño elefante adolescente, con el cuerpo similar al de un -realmente enorme- caballo, incluida la cola y patas traseras con cascos. Y entonces aparecían en el cuadro patas delanteras afiladas en garras y ojos brillantes color anaranjado que parecían estar maldiciéndola de ahí al infierno, ida y vuelta, y que hacían que le dieran ganas de echar a correr en la dirección contraria, a toda la velocidad que le permitieran sus piernas adoloridas.

Buckbeak, el no-canario, era un hipogrifo.


Un hipogrifo que estaba mirando de forma muy amenazadora en su dirección.


Cassandra decidió que tenía, más o menos dos opciones en ese momento. O se desmayaba y esperaba que el bicho la asesinara en su inconciencia, ojalá de forma indolora, para no despertarla de su desmayo. O se hacía pipí en los pantalones y, si era afortunada, Buckbeak se moriría del asco y la dejaría en paz.


No era el mejor de sus planes hasta el momento, pero las había visto peor con anterioridad. Quizá, por una vez en su perra existencia, la suerte jugara a su favor y...


–¿Cassandra?


La voz de Sirius la sacó de sus pensamientos, pero Cassandra sólo hizo un ruido pequeño que esperaba que se entendiera como "¿sí, qué desea, señor Black?" y no como un "carajo, no puedo responderte, ni mirarte, ni hacer nada, o quizá me haga algo más que pipí en los pantalones".


–Cass –dijo Sirius nuevamente –, Buckbeak no va a hacerte daño, es manso como un gatito.


Cassandra iba a matarlo. Lentamente.


–Sirius, agradecería de verdad que dejaras de comparar eso-él –se corrigió a la velocidad de la luz, muerta de miedo de que Buckbeak se ofendiera por su elección de palabras y la pisoteara hasta la muerte – con...animales pequeñitos. Sólo lo hace parecer más gr-grande.


Para la completa indignación de Cassandra, el muy tarado se largó a reír. ¡Y para su aún creciente y creciente exasperación, el bicharraco pareció reírse con él!

Ovejas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora