Último esfuerzo

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Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío (y).

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Un golpe seco que retumbó por todos sus huesos. Algo fresco contra su piel. Y luego nada.

Cassandra volvió en sí, no entendiendo absolutamente nada. Sólo alcanzando a comprender que estaba recuperando lentamente la conciencia, se quedó tal cual estaba, tirada sobre alguna superficie blanda y fría. El silencio, roto sólo por un grillo o dos que rondaban no muy lejos de ella, no hacía mucho por sacarla de su confuso estado.

Pasado algunos segundos, intentó moverse, pero abandonó todo esfuerzo en cuanto sintió que todos sus músculos y prácticamente cada una de sus células protestaba con indignación. Por suerte el dolor trajo consigo todo lo que había sucedido en las últimas…¿horas? ¿días?

Ni idea.

Pero la cantidad de tiempo no era lo importante. O al menos no lo más importante. La misión había sido cumplida. Había huido de sus cadenas, de los golpes y las maldiciones e, incluso, se había dado el gusto de darle un derechazo en el ojo a uno de sus hermanos.

Sí, había sido accidental y estaba bastante segura de que se había quebrado la mano en alguna parte, pero qué demonios, iba a llevar ese hueso roto con todo orgullo. Después de todo, junto con la aparición de Mina, había sido el evento más feliz y espectacular de su estadía en la Mansión Malfoy, lugar en el que había estado por sólo-Merlín-sabe-cuánto-tiempo.

Volviendo al tema del tiempo, Cassandra notó que incluso lejos del peligro, le era imposible calcular con exactitud los días que estuvo prisionera. Su celda había estado bajo tierra, por lo que no veía el sol desde el día en que lo vio brillar sobre el patio de La Madriguera, cuando Sirius le dijo que las camisetas con gatos le quedaban bien.

Quizá casi una semana, pensó Cassandra. Cinco o seis días comiendo un trocito de pan y un vaso de agua podían dejarla en el estado en el que estaba en ese momento. Casi muerta y tirada de cara contra…el piso, suponía.

Había escapado, sí, pero ahora estaba sola, herida, sangrando, perdida y…

Cassandra se detuvo antes de que le diera un ataque de pánico.

Enfocarse en lo positivo, ese era el secreto. Y si no había nada positivo…

Inventar lo positivo era el secreto.

Sí, estaba sola, pero eso no era tan malo, al menos no estaba rodeada de imbéciles encapuchados con perfiles psicológicos que calzaban a la perfección con la categoría "psicópata asesino".

Sí, no sabía dónde estaba, pero eso no era un cambio para nada. Durante días no tuvo idea dónde estaba y cuando finalmente lo supo, de la boca de Draco, hubiese preferido no saberlo. Y estar de cara contra lo que parecía ser césped congelado era mucho mejor que estar de cara contra el sucio piso de una mazmorra con un asqueroso hombre encima.

Cassandra se estremeció ante ese pensamiento y se apresuró a seguir pensando/inventando lados positivos en su casi imposible situación actual.

Sí, estaba herida, pero al menos no estaba muerta…aunque no era capaz de mover un sólo músculo, pero para qué fijarse en ese detalle tan chiquito.

Y, lo más importante de todo, tenía su varita contra la palma de su mano, y apenas lograra mover la mano, podría usarla para ir directamente a los brazos de Sirius. Y a sus labios también, ya que estaban con cosas.

Entonces, pensó Cassandra, una vez establecidos todos esos puntos, sólo le quedaba una cosa que hacer.

Sacar la cara del pasto, sentarse e idear un plan.

Ovejas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora