Atreverse

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Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío (y).

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Cassandra hizo una de las cosas menos elegantes que hubiese hecho en su vida. Se atragantó con su propia saliva.

Aunque, sinceramente, ella pensaba que poco podían culparla. ¿Qué pasaba con Tonks y sus preguntas extremadamente perturbadoras?

¿Y ahora cómo se supone que respondía a eso?

En tres segundos decidió el plan a seguir: Hacerse la tonta al comienzo y terminar con una mentira. Disimula, Cassandra, disimula.

–¿Quién es tu….tío-primo, dijiste? No tengo la más mínima idea de lo que estás hablando, Tonks.

Eso sonó creíble, después de todo…

–Ah, no te hagas la tarada, Cassie, sabes perfectamente de lo que hablo.

Okay, quizás no.

Molly le había comentado un poco sobre la relación que tenían Tonks y Sirius. Y eso de él fuera su tío sonaba más que un poco extraño en sus oídos. Sobre todo porque Tonks era una mujer adulta y eso le hacía sentir como que estaba sólo-un-poco-interesada en el viejo tío de una algo-así-como-nueva-amiga.

–Muy bien, sé de quién estás hablando, pero no sé a qué te refieres, Tonks…no tengo intenciones de ningún tipo con Sirius.

Y esa era la mentira más grande en la historia de las mentiras grandes.

Tonks se quedó mirando a Cassandra con ojos llenos de sospecha, sopesando lo que le había dicho. Su expresión decía claramente que podía ver a través de sus muy poco sinceras palabras.

–¿Te han mencionado que eres muy mala mintiendo?

Cassandra le dedicó una mirada poco amistosa. Pero suspiró rendida.

–No, pero ya lo había pensado. –Era cierto, no le resultaba bien mentir, lo que por cierto convertía lo sucedido con Voldemort en un tremendo milagro...era pésima mentirosa, pero no hacía falta decírselo a la cara, ¿o sí?

La mirada de Tonks se suavizó antes de volver a hablar.

–Mira –le dijo Tonks con voz calmada –sé que no debes estar muy acostumbrada a hablar con gente –bueno…ahí estaba otra vez la famosa y dolorosa sinceridad de Nymphadora Tonks. Mina aprovechó de maullar desde su lugar, a su lado, como comentando que estaba de acuerdo con eso último–pero puedes confiar en mí. Guardarse las cosas hace mal, sobre todo cuando se trata de hombres.

La sonrisa que le dedicó Tonks hizo que Cassandra se sonrojara como quinceañera.

Otra vez.

Entonces…hablar o no hablar, ahí estaba la cuestión. Y aunque doliera, Tonks tenía razón, no acostumbraba a hablar con gente. Sólo con Mina y Mina no comentaba mucho sobre nada.

Y bueno, si todo salía muy mal siempre podía tomar su baúl con una mano, a Mina con la otra, dejarle su nombre completo a Sirius escrito en un trozo de pergamino y correr lejos.

Respiró profundo, con la decisión ya tomada.

–No sé…exactamente qué hacer con todo el asunto de Sirius. Creo…y digo sólo creo, porque de verdad no estoy segura, que me…gusta. Un poquitito. Chiquito. –dijo Cassandra, respaldando su discurso con su mano, sus dedos pulgar e índice separados por un centímetro.

Sí, así de poquito.

La pequeña sonrisa que había comenzado a aparecer en la cara de la mujer peli-rosa cuando Cassandra había empezado a hablar, ahora tenía poco de "pequeña". "Tremenda y radiante" era más apropiado.

Ovejas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora