Estúpido Universo

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Media docena de respiraciones se detuvieron ruidosamente. Elessa Lestrange se veía lista y preparada para caer al suelo desmayada. Sus hermanos y los otros dos Mortífagos tenían caras de "¿me estás jodiendo?"

Bellatrix Lestrange se había llevado una mano al pecho, la expresión ofendida de su rostro contrastando casi dolorosamente con la expresión de superioridad absoluta que normalmente mostraba.

–¡TÚ! ¿Cómo te atreves a…? –el grito/pregunta de Bellatrix se vio interrumpido por el mismo Voldemort, que alzó una mano, callándola de inmediato.

Voldemort, por cierto, no había mostrado reacción alguna. A menos que entrecerrar medio milímetro los ojos contara como una reacción. Viniendo de Voldemort, probablemente lo era.

Ya estoy metida hasta al cuello, así que…pensó Cassandra. Sacudiéndose mentalmente, volvió a alzar la voz, haciendo vista gorda al miedo que amenazaba con engullirla desde adentro.

–Vamos, Tom. No me mires así. Sabes que tengo razón. –cuando Cassandra notó que Voldemort la escuchaba con atención y que aún no había intentado asesinarla, enderezó más la espalda, intentado mostrar más confianza de la que sentía. Mucho más de la que sentía, considerando que sentía cero confianza en su intento de salir con vida de toda esa situación.

–Estás caminando sobre terreno desconocido, lo sabes tan bien como yo. ¿Estás seguro que quieres terminar con mi vida? –Voldemort no hizo ademán alguno de responder a su pregunta, por lo que Cassandra continuó con su monólogo –¿Estás seguro, mi querido Tom, de que no hay alguna profecía por ahí escondida que diga que la menor de la prole de una de las familias más fieles a ti no sería la causa de tu perdición? ¿No lo decía en la parte final de la misma profecía que hablaba de cómo Harry sería quien te destruiría? –Ah, ahí hay algo, pensó Cassandra cuando vio que los ojos del mago oscuro se abrían en sorpresa. Viniendo de él era equivalente a un mini-infarto seguido de un grito de sorpresa.

Sintiéndose mucho más segura y confiada, le sonrió a Voldemort. Una sonrisa que decía "sé cosas que tú no sabes".

–Ah, es cierto…no lo sabes. ¿Nunca escuchaste la segunda parte de la famosa profecía no? ¿Quieres saber qué decía? Puedo decirte un pedacito si lo pides amablemente. –Si las miradas mataran, Cassandra estaría ya jugando canasta con Merlín en La Otra Vida. –Bueno, te lo diré de todas formas. Decía que tú mismo cavarías tu propia tumba, Tom.

Cassandra sabía exactamente qué decía la profecía, la había escuchado en los pensamientos de Harry hace unos minutos y sabía que la información que contenía era importante. Importante y secreta. Sabía que tenía que ser cuidadosa con lo que decía, no poner demasiada verdad en sus palabras. Sólo la suficiente como para poder huir de la situación en la que se encontraban. Ojalá respirando y con pulso, si no era mucha molestia.

Dejó que una pequeña y maliciosa risita escapara de sus labios. Y el Óscar es para…

–Ay, Tom…si tan sólo lo hubieses sabido hace 18 años. Habría sido tan distinto. Quizás estarías sentado en un trono, gobernando el mundo, en vez de intentar asesinar a Harry por décima octava vez. Sin mucho éxito, permíteme agregar. Pero no…–Cassandra hizo levitar un centímetro sobre el suelo a Harry, con un movimiento de su varita, y comenzó a retroceder. Medio centímetro por segundo. – no, decidiste jugar a ciegas y acelerar las cosas. ¿Quieres un consejo? Bueno, te lo daré de todas formas, considéralo mi buena acción del día. Tienes que aprender a controlar tus niveles de ansiedad, Tom. Quizás así dejes de arruinar los planes que con tanto esfuerzo haces.

–No creas qué no sé lo que intentas, maldita mocosa sangresucia…–Cassandra vio como su madre se llevaba una mano a la boca. Quién iba a pensar que en la mitad de una situación como esa su madre aún encontraría el espacio para ofenderse por un comentario como ese.

Ovejas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora