Alguien

959 101 20
                                    

Disclaimer: Si leen algo y les parece familiar, no es mío.

________________________________

-Sirius, vamos, tengo una idea. ¿Por qué simplemente no nos aparecemos un par de kilómetros en dirección a la civilización más cercana y pasamos a una cafetería? No es que tenga especiales deseos de quejarme o algo así...Pero tengo frío, necesito azúcar y estoy casi, casi segura de que Renald fue sólo producto de tu vasta imaginación.

Sirius hizo más o menos lo mismo que llevaba haciendo aproximadamente dos horas. Hacer como que no escuchó nada. Debía darle la razón. De verdad parecía como si Renald y su cabaña se hubiesen borrado de la faz de la Tierra o como si, realmente, nunca hubiesen existido.

-No seas llorona, Cass, no llevamos tanto tiempo caminando -llevaban mucho tiempo caminando-. Renald sí existe y tiene un lugar seguro para ofrecernos. Sólo tenemos que encontrarlo.

Entendía a la perfección la desconfianza de Cassandra con el plan que él estaba liderando. No era obligación llegar hasta la bendita cabaña. Podían aparecerse en algún pueblo pequeño a las afueras de la ciudad, lejos del bullicio e intentar encontrar una pequeña hostal donde pasar la noche y, quizá, un par de días. Pero la verdad era que a Sirius le incomodaba de más de lo que estaba dispuesto a confesar la parte de "intentar encontrar algo donde quedarse". Esa parte del plan le desesperaba, porque quería sacar a Cassandra de la intemperie lo antes posible y ponerla a resguardo para así poder pensar tranquilo. Su mente no paraba de presentarle escenarios desastrosos en los que eran atacados de la nada y terminaban encerrados en Azkaban o siendo torturados en algún sótano familiar de mortífagos.

Cassandra era una mujer de espíritu fuerte, eso había quedado claro después de los eventos semanas atrás, pero no quería volver a ponerla a prueba nunca más.

Sirius la miró, mientras ella avanzaba por delante de él con paso firme y enfadado entre árboles, arbustos y la hierba que, en algunos sitios y con absoluta libertad, había crecido hasta casi llegarles a las rodillas.

Su cabello rojizo se veía más oscuro aquel día, incluso negro en aquellas partes donde los árboles le daban sombra. Lo llevaba suelto y oscilaba en la parte baja de su espalda. Espalda que, ahora que la mencionaba, daba inicio a un espectacular trasero dentro de unos ajustados pantalones color café verdoso.

Sirius tuvo ganas de aplaudirse a él mismo cuando vio que Cassandra aparecía esa mañana vestida con lo que él le había "comprado" a los muggles del grupo de cabañas que había visitado el día anterior. Los pantalones le quedaban espectaculares y la camisa roja y negra a cuadros que llevaba se ajustaba a sus pechos de forma majestuosa.

Era la humilde opinión de Sirius.

Cassandra no estuvo contenta cuando le comentó esa mañana sobre lo bien que le quedaba su nueva ropa. Al parecer era cierto que presentaba síntomas ante la falta de azúcar, pero no había mucho que hacer al respecto. Sirius debía insistir en encontrar a Renald.

Si resultaba que las afueras de Londres estaban siendo vigiladas, vigilarían precisamente los lugares más obvios en los que alguien intentaría dormir. Hoteles, hostales y moteles.

También podían buscar una casa muggle deshabitada, como lo había hecho él al escapar de Azkaban, pero el azar tenía demasiado peso en esa búsqueda en particular.

Necesitaban un lugar donde pudiesen quedarse y sentirse aunque fuera un poquito más protegidos. Las casas de Remus y Tonks y los Tonks y Weasleys en general estaban fuera de toda discusión. Si Yaxley iniciaba algún tipo de búsqueda, serían los primeros lugares en ser revisados.

Ovejas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora