Dos meses y veinte días

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Disclaimer: Si algo les parece familiar, no es mío (y)

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15 años atrás - 20 de enero de 1982

Llevaba una infinidad de horas mirando el muro de enfrente. Vacío, a excepción de la suciedad y humedad que había en él. Vacío y sucio como se sentía él mismo, aunque la humedad ya había abandonado sus ojos.

Sirius llevaba días sentado en el suelo de su celda de Azkaban, mirando el muro e intentando pensar en absolutamente nada. Pese a esto, Sirius sabía que su mente no se mantendría mucho más tiempo en blanco, pues cada cosa, cada detalle, cada idea o palabra que cruzara por su mente, lo llevaría irremediable y dolorosamente a los acontecimientos que hace dos meses lo habían llevado a estar donde estaba. Solo, encerrado y con un dolor en el pecho que no lo abandonaría nunca.

Habían sido dos meses desde aquel día. Dos meses, veinte días y un par de horas.

El conteo de días era fácil gracias a la luz que a diario iluminaba tristemente su celda, a través de la única y pequeña ventana que daba hacia el eterno océano que rodeaba Azkaban. Las horas eran algo más difícil de contar, principalmente porque se pasaba casi todo el día mirando el muro que tenía enfrente en ese momento. Llevaba tanto tiempo mirándolo que ya lo conocía de memoria, cada grieta, cada agujero, cada nido de arañas, cada mancha, cada sombra. Los únicos momentos donde no veía lo que ya estaba empezando a considerar como "su muro", era cuando los Dementores le hacían una visita y terminaba o con los ojos firmemente cerrados o de espaldas, mirando el techo.

Habían sido dos meses y veinte días. Dos meses y veinte días desde que lo perdió todo. Desde que, con el corazón desbocado y con el miedo opacando cada uno de sus sentidos entró a la casa de su mejor amigo y su esposa, una gran amiga también.

Recordaba con tanto detalle ese momento que le daba miedo cerrar los ojos y reiniciar en su mente lo sucedido. Pero lo hacía. Siempre lo hacía.

Había estado recostado en el sofá de su apartamento, mirando fotos de sus años de colegio. Se había sentido especialmente nostálgico ese día, pues el 31 de octubre era una fecha que él y James nunca dejaban pasar sin celebrar. Era el día perfecto para hacer bromas a los estudiantes más asustadizos, crear hechizos que incluyeran murciélagos salvajes y calabazas explosivas y contarle historias terroríficas a los estudiantes de primer año, que creían todo lo que les decían. Ambos, más sus otros dos mejores amigos, Remus Lupin y Peter Pettigrew eran los reyes de Halloween en Hogwarts. Era una fecha que Sirius asociaba mucho con sus amigos y "los buenos tiempos", como solían decirle, considerando además que, con la guerra encima y James y Lily escondidos junto Harry, casi no los había visto. He ahí el porqué del álbum de fotos. Y del vaso de whisky de fuego sobre la mesita de centro.

Estaba a la mitad de un trago, cuando repentinamente una luz plateada en forma de ciervo hizo aparición en la mitad de su sala. El ciervo no había acabado de decir "Sirius...", con la voz aterrorizada de James, cuando Sirius ya estaba corriendo escalera abajo hacia el espacio donde aparcaba su motocicleta, con la intención de ir al edificio que la Orden estaba utilizando como cuartel general. Tenía que hacerlo volando, aparecerse era imposible gracias a la protección que Albus se había encargado de poner en las cercanías.

En la mitad de su vuelo y a mitad de camino se dio cuenta que era más importante dirigirse al Valle de Godric, por lo que se dirigió hacia allá. Al llegar a su destino, una idea que venía rondando en su cabeza se hizo más fuerte y le terminó de helar la sangre. Si había podido llegar al lugar donde los Potter se habían estado escondiendo, quería decir que algo había pasado en el trayecto desde su apartamento. Si él pudo encontrar la residencia en el Valle de Godric, quería decir que el encantamiento Fidelio ya no estaba protegiendo a los Potter.

Ovejas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora