cartas

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(Narrador omnisciente)

Y bien su majestad prefiere uvas o fresas,  __un sirviente cuestionaba a la joven Eliza__  vino, O...

Eliza: prefiero las fresas, podemos hacer un pastel de ellas no?,   __pregunta la mujer__

La pelirroja se encontraba en una sala pequeña del palacio, junto a sirvientes quienes preparaban las cosas para el próximo banquete que la reina de la ensoñación hiba a dar.

¡Eliza!,  __exclama daniel entrando al lugar__  por casualidad no has visto a morfeo?,

Eliza:  que, ahora ya no le dices padre?,  __pregunto la chica con vos dulce__

Daníel: nunca le he dicho así,  __el peliblanco se acerco a la pelirroja__  pero ese no es el caso, el caso es que necesito decirle algo y no está por todo el palacio!,  __se rindió y se sentó en una silla al lado de la mujer__

Eliza:  que sucede daniel, una chica te tiene mal?,  ¿vamos a tener otra boda?,  __pregunta la mujer muy animadamente__

Daníel:  Dudo que ella quiera casarse conmigo, es una mujer muy independiente, creo que ella sola se puede dar el mundo y yo, no se que ofrecerle!,  __susurra el chico con la cabeza gacha__

Eliza:  Daníel!,  __la mujer lo llamo mientras colocaba sus manos encima de las del joven__  puedes ofrecerle  tu amor sincero, créeme las mujeres necesitamos a alguien quien nos ame de verdad, ofrécele tu alma y corazón,  __la mujer siguió hablando__  hazle cartas y confiezale todo lo que por ella sientes.

Daníel: y si me rechaza?,  __murmura el joven__

Eliza: entonces ella se lo pierde querido Daníel,   __la voz de aquella mujer era pacífica y calmada, como la de una madre__

Por otra parte una cansada Nemesis se encontraba llegando a su palacio,  cerró la puerta de su habitación con llave y se encerró ahí,  y aunque ya era muy noche haine aún llegó a tocar su puerta, aquella mujer no habrio. Y se mantuvo así hasta el amanecer cuando de golpe salio de su cuarto  con otro vestido olgado de color blanco,  en su cinto llebava  dos espadas pequeñas y en sus manos dos abanicos de cuchillas afiladas. Sin mediar palabras salió del lugar.

Las cosas no marchaban nada bien para aquellos que habían traicionado a la diosa roja,  sabían que tarde o temprano el Karma les llegaría, y Hermes esperaba ese Karma con una enorme tropa esparcida por el palacio,  aquel palacio de color plata  no tenía ninguna muralla pero desde los picos del castillo los arqueros estaban listos para lo que se avecinaba. Mientras tanto el patio estaba descubierto tan sólo era adornado por plantas y árboles pequeños,  Hermes el dios mensajero aguardaba desde un balcón en lo alto del palacio.

¡no podrá entrar majestad, no tiene de que preocuparse!,  __habla el guardia en jefe__ una enorme sorpresa le aguarda a esa perra.

Hermes:  Eso espero, Tiph,  por tu bien espero que esa loca demente no pueda atravesar el castillo, asecino a Apolo, estoy seguro que fue ella.  __exclama el dios__

¡No se preocupe mi señor!....

¡Comandante!,  __grita un soldado entrando a la habitación __  ¡esta aquí!,  abajo!.

Aquellos tres personajes se asomaron al balcón,  y efectivamente la pelirroja estaba abajo en el patio, Hermes podía ver los movimientos de aquella mujer y aunque estaban a metros de distancia el dios, podía ver las expresiones de la mujer.

Nemesis:  Hermes, porque te escondes!,  __grita la mujer desde el jardin__  eres un hombre no?, ja!.

Hermes:  ¡Querida Nemesis!,  deverias darte la vuelta y largarte por donde viniste si no quieres regresar echa pedazos!,  __responde escandalosamente  el dios__

Nemesis: esas no son formas de recibir a una vieja amiga!,  __exclama la mujer__

Hermes: tu  no eres mi amiga,  ¡perra!,  __soltó una enorme carcajada__

Nemesis:  ¡Traidor!,  __mucita entre dientes la diosa__

La pelirroja quien carcagaba en sus manos aquellos abanicos sin desplegarlos,  dio un paso adelante, al mismo tiempo un enorme muro de fuego se atravesó en su camino impidiendole el paso,.

¡Le dije que no hiba a pasar su majestad!,  __dice orgulloso aquel soldado__

Y efectivamente Nemesis dio dos pasos atrás de aquella muralla que amenazaba con quemar a todo aquel que se atreviera a acercarse.

Hermes:  ¡que sucede Nemesis le tienes miedo al fuego, ja ja!,  __se burló el dios  junto a sus guardias__

La diosa respiro hondo, cruzó sus manos en su pecho formando una equis, avanzó hacia el muro de llamas y se cubrió con sus alas.  Atravesó el muro, sin quemarse, sin derramar sangre, cuando aquella mujer salió del otro lado todos aquellos hombres que estaban ahí se quedaron asombrados y asustados,  extendió sus alas dejando de cubrir su cuerpo y extendió aquellos abanicos.

¡¡ataquen!!,  __se escucho el frito de Tiph__ 

Las flechas salieron disparadas hacia la diosa roja, Nemesis con ligeros movimientos  con sus abanicos evadia las flechas mandándolas  hacia otras direcciones, se alzó vuelo con sus alas aún esquivando las flechas, y se desizo de los abanicos tirando uno a uno de los cuchillos que los conformaban hacia los cuellos de los arqueros.

¡Ha donde va su majestad!,  __dice el guardia al ver que Hermes salía a paso ligero de la habitación __

Hermes:  ¡no me voy a quedar aquí, voy a ir a esconderme!   __dijo el hombre saliendo del lugar__

Mientras tanto la diosa se había desecho de sus abanicos por completo y peleaba cuerpo a cuerpo con los guerreros del reino, mantando uno tras otro mientras que adentraba cada vez más en aquel castillo, Tiph fue el último en ser descuartizado,  el vestido blanco de aquella mujer se había manchado asquerosamente de sangre, bagaba por los pasillos con una espada corta en su mano derecha.

Nemesis:  ¡Hermes!,  ¡ho Hermes!,  __juguetaba por los pasillos la mujer__ donde estás, ven sal, no te are nada ja!.

Unos suspiros o más bien. Quejidos salían desde un armario en una habitación,  y aunque aquel dios intentó no sentir miedo, ahora lo tenía, ya que estaba solo y no tenía ningún guardia quien lo protegiera, y Hermes no era muy bueno con las armas asi que su vida dependía de que tan callado pudiera estar dentro de aquel mueble.

Más sin embargo cuando la puerta rechino haciendo saber que la pelirroja había entrado a la habitación, para Hermes fue inútil que no se le salieran unos quejidos descontrolados. La pequeña endidura por donde entraba la luz del sol hacia aquel mueble,  se oscureció,  porque cuando aquel dios levantó su rostro para ver,  se encontró con la figura de Nemesis del otro lado.  Aquella mujer abrio el armario y tomo del cabello violentamente al joven dios,  quien ya tenía varios siglos encima pero que seguía viéndose como un adolescente,  la diosa lo arrastró por el suelo de la habitación para luego soltarlo y que esté callera acostado al suelo.

Hermes:  ¡da, dame otra oportunidad Nemesis porfavor,  __súplica el dios__

Nemesis:  ¡yo no doy segundas oportunidades!  __la diosa corto nuevamente la cabeza del dios y se marcho del lugar hecho  cenizas__

(Narra Daníel)

Hace varios  días que ya no veo a Nemesis,  de hecho no la veo desde la boda, desde ese día que desgraciadamente melvin nos interrumpió, y luego en el patio me puse a hablar con Eliza,  nunca pensé decir esto antes pero me parece que es una buena mujer, dulce y de corazón puro y, quiere a morfeo eso es lo mejor, hemos conversado un par de veces y me a resultado una grandiosa mujer,  por otra parte esta morfeo, no he hablado con el últimamente desde que tuvimos nuestras diferencias, pero me imagino que después de días sin hablarle ahora me tocará buscarlo por todo el palacio, por que llegó una carta para él,   "Sala de dioses", era lo único que se podía leer por afuera del sobre color negro con letras doradas.  Seguramente tienen cosas muy urgentes que tratar, así que me diganare a buscarle.

¡Porfavor,  asegúrese que lor morfeo lea esa carta. Dígale que es muy urgente!  __informó el sirviente__

Nemesis Y Morfeo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora