03. Plan

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03. Plan

Davina Fiore

Me dolía todo el cuerpo. Había vuelto a dormir en una parada de autobús y mi espalda ya notaba las consecuencias.

Debía encontrar un trabajo y un lugar donde dormir ya que me quedaría aquí durante bastante tiempo.

A las cuatro de la tarde, me encontraba en El Cuadrilátero, esperando a Ricci. Había dicho que vendría a buscarme para que pudiéramos discutir bien las estrategias posibles.

Esto se sentía irreal. Había estado esperando seis años para esto. Seis años buscando una venganza. Y ahora que la tenía en la punta de los dedos me sentía en un sueño.

Nunca fui soñadora, vivir en las calles no te permite serlo, pero mis mejores sueños siempre fueron ver a mi padre arder como yo lo hice.

Quemaría vivo a Guisepe Fiore, y solo entonces superaría mi terror al fuego.

—Davina.

No me sorprendió su voz, ya lo había notado. Yo siempre lo notaba.

—Capo.

Me giré a mirarlo. No vestía en traje como solían hacerlo todos los hombres importantes del Cosa Nostra, sino que llevaba unos pantalones vaqueros negros junto a una camiseta de manga corta del mismo color que se pegaba a sus músculos. El tatuaje de las dos rozas cruzadas y la daga encima resaltaba en su antebrazo.

Luego, me eché una mirada disimulada. Continuaba con mi ropa de ayer (y anteayer). Debería cambiarme pronto y encontrar un sitio donde lavarme, porque el sudor comenzaba a ser asqueroso y mi pelo se chafaba contra mi cabeza por la suciedad de este. Mis ojos se quedaron un segundo de más en mi brazo izquierdo, notando las ronchas oscuras de la quemadura.

—Vamos, mis hermanos están esperando oír tu plan.

Lo acompañé fuera de El Cuadrilátero y me señaló el que supuse que era su coche.

Un jodido Lamborghini Aventador SVJ blanco.

Miré mis chancletas sucias. ¿Realmente tenía que subirme con esta ropa y estos zapatos?

—Sube —insistió, parecía estudiar cada maldito movimiento que hacía.

No mostré mi disgusto por ensuciar el coche con las chanclas y me subí sin prisa. No me molesté en abrocharme el cinturón y Massimo arrancó a toda velocidad.

Condujo hasta lo que parecía el área residencial más cara de Italia, y siguió hasta que llegó al final. Allí había tres casas rodeadas por un muro y colocadas en horizontal, mientras que el resto de construcciones estaban en vertical. Casi era como si esas tres casas vigilaran al resto.

Lo que me sorprendió no fue la posición, sino que parecían compartir patio ya que el muro no se veía como si tuviera alguna separación.

Massimo me guió hasta la casa del medio y me abrió la puerta, dejándome pasar primera. Si no estuviera segura de que la camiseta tres tallas más grande que llevaba puesta tapaba mi trasero, pensaría que lo hacía para mirármelo.

Al entrar, me encontré con un enorme vestíbulo y unas escaleras dobles que llevaban al piso de arriba. A mi derecha, había una puerta de madera y a mi izquierda otra de cristal que llevaba al patio y, si estaba viendo bien, a una piscina.

Vendetta (Mafia italiana #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora