14. Matanza

24.7K 1.9K 271
                                    

14. Matanza

Davina Fiore

Mi pierna se movía ansiosamente de arriba abajo, mientras que el coche se movía a una velocidad prudente.

Matteo estaba en los asientos traseros. Massimo conducía, mientras que yo estaba de copiloto. Adonis iba en uno de los tantos coches que nos rodeaban, todos ellos llenos de soldados. Y Marco se había quedado en Milán, porque si moríamos aquí la Ndrangheta necesitaba un Capo.

Hoy era el día. La boda de mi hermano y el día que atacaríamos al Cosa Nostra.

O ganábamos o moríamos.

Estábamos todos armados hasta los dientes y con ropa cómoda. Llevábamos también chalecos antibalas, pero un disparo en la cabeza sería mortal. Estábamos listos para pelear y, aún así, el nerviosismo se asentaba en la boca de mi estómago como una piedra. Hoy vería a mi padre tras seis años. Y lo mataría, aunque yo muriese en el intento. Ese hombre iba a acabar muerto.

—Oye, Vina —me llamó desde atrás Matteo—. Si morimos, quiero que sepas que me gusta tu apodo.

Solté una carcajada, la tensión aumentando a medida que nos acercábamos a la iglesia de Nápoles, donde se celebraban todas las bodas importantes de la Cosa Nostra. La casa del Capo no estaba muy lejos, pero allí no habría nadie más allá que un par de hombres de seguridad contratados. Sin un Capo, ellos no eran nada.

—A mí no me gusta la mierda esa de «Vina», pero lo toleraré, baño público.

Sonrió, aunque fue tenso.

Visualicé la iglesia, así que me tensé todavía más y agarré con más fuerza la pistola que tenía en la mano. Habían muchos vehículos aparcados fuera, muchos, y eso hizo que me sudaran las manos.

Estaba tan cerca de matar a Guisepe Fiore que casi podía sentir el olor de su sangre. Tan cerca...

El coche en el que íbamos se detuvo y el caos comenzó.

Saltamos del vehículo, agarrando nuestras armas, y yendo con prisa hacia la puerta de la iglesia.

—¡A muerte, soldados! —ordenó Massimo, con esa faceta de Capo suya, y abrió las puertas de una fuerte patada antes de empezar a disparar.

Siguiendo el plan, disparamos primero a los hombres de seguridad. La novia chilló, llorando y escondiéndose detrás del altar junto al cura. Leandro, mi hermano, sacó su pistola y comenzó a disparar.

—¿Davina? —me giré, escuchando una voz conocida.

Alessandro, uno de los hombres más antiguos de mi padre, me miró confundido. Él fue algo así como mi niñera durante un tiempo, cuando mi madre se dio cuenta de que no disfrutaba yendo de compras con ella.

—La misma —sonreí agriamente, antes de disparar.

Su cabeza estalló ante el disparo, mis oídos pitaron con fuerza por el ruido, y me moví con agilidad para continuar disparando.

Las balas volaban de un lado a otro, los chillidos de las mujeres eran fuertes y agudos, y los hombres ladraban órdenes mientras intentaban conseguir alguna arma.

Me escondí detrás de uno de los bancos, disparando sin duda ni piedad al hombre y las tres mujeres que habían allí escondidos. Cubriendo mi cuerpo, comencé a soltar balas, sin importarme a quién apuntara.

Vi a mi madre escondida tras una columna. Mi madre, si es que podía llamarla así. Nunca fue madre, solo era la mujer del Capo. La mujer que disfrutaba más yendo de compras que pasando tiempo con sus hijos.

Cuando apreté el gatillo, su cabeza explotó con la bala, y me pregunté si estaba mal no haber sentido ni un mísero remordimiento por ello. Supongo que no, siempre me criaron niñeras o trabajadores de padre.

Busqué con la mirada a los chicos. Matteo estaba tras una columna, disparando sin mucho miramiento. Adonis estaba tras un banco, también atacando. No encontré a Massimo.

Mierda, Massimo, ¿dónde estás?

Un nudo se quedó en mi garganta mientras seguía respirando. Pronto, o quizá tarde (la adrenalina no me permitía tener un buen control del tiempo), demasiados cuerpos adornaban el suelo de la iglesia. Distinguí a muertos de nuestro bando, pero no tantos como de la Cosa Nostra.

Tragué saliva, levantándome con la cabeza en alto. Visualicé a mi hermano, levantándose y alzando la pistola. Cuando me vio, trastabilló, dudando.

Massimo salió de la parte trasera, (gracias a Dios), y caminó a paso tranquilo por el pasillo central. Hizo un reverencia exagerada frente al altas, santiguándose antes de sonreírle irónico a Leandro y alzar la pistola. Yo le disparé a mi hermano en la mano, haciendo que él soltara su propia arma, y dirigiese una mirada sorprendida en mi dirección.

Me noté sonreír levemente.

—Arrodíllate ante el nuevo Capo de Italia —exigió y juro que mis piernas temblaron ante su tono de voz seguro y fuerte.

Mierda, yo podría arrodillarme también.

Leandro lo miró con pura rabia, pero sus rodillas cedieron. Massimo sonrió, como si fuese el jodido rey del mundo, y alzó la pistola para dispararle entre ceja y ceja.

Los hombres que quedaban salieron de sus escondites, celebrando la nueva victoria de la Ndrangheta, pero algo no se sentía bien.

Dirigí mi vista por la iglesia, buscando la razón por la que yo estaba aquí. No lo encontré de pie, así que busqué entre los cuerpos. Me habría gustado matarlo yo, pero entiendo que no se podía exigir tanto.

Sin embargo, no lo encontré.

—¿Dónde está Fiore? —cuestioné, paseando mi mirada ya con desesperación— Guisepe Fiore, ¿dónde está?

—Mierda —gruñó Massimo—. ¡Encontradlo! No debe haber ido muy lejos.

—Vamos, Vina, levantaremos todo Nápoles para encontrarlo.

Estuve a punto de ir tras Matteo, pero Massimo envolvió su brazo en mi cintura y me juntó a su pecho. Me besó, jodidamente me besó delante de todos sus hombres y frente a un altar, con toda la sangre cubriéndonos y manchando la escena.

—Quédate conmigo —pidió sobre mis labios—. Gobierna Italia conmigo. Sé mi Capo, gobiérname a mí.

Y volví a juntar nuestros labios, dándole respuesta suficiente. Escuché a varios hombres chillar con diversión, instándonos a seguir.

—¡Qué vivan los novios! —gritó uno, riendo— ¡¿Estamos en una iglesia, no?!

Más carcajadas resonaron a nuestro alrededor y yo me separé de Massimo con una sonrisita.

—Vamos a encontrar a ese hijo de puta y serás tú la que empuje un cuchillo en su pecho.

Vendetta (Mafia italiana #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora