Epílogo

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Epílogo

Davina Fiore

La iglesia estaba llena, jodidamente llena, y esos no eran todos los invitados.

No solo habían venido todos los miembros de la Ndrangheta, dejando a los que debían quedarse en otras regiones, sino que también habían asistido gran parte de los contactos y colegas que hice durante mis años de "mochilera".

Caminé hasta el altar, llevando un sencillo pero precioso vestido color rojo. Rojo, el color de la sangre y el fuego.

Por supuesto, nosotros no éramos tan idiotas como lo eran en el Cosa Nostra. Todos, incluyéndonos Massimo y yo, íbamos armados.

Al llegar al altar, Massimo se acercó a mí para darme un beso. Escuché a Matteo quejarse de fondo con diversión, diciendo que el beso era después del «sí quiero».

Sé que, por educación, debí prestar atención al cura, pero me encontraba demasiado ensimismada en los preciosos zafiros de mi casi marido.

Esperaba que nuestros hijos tuvieran sus ojos.

—Sí, quiero —habló Massimo.

Sonreí, mientras el cura me hacía la misma pregunta a mí.

—Sí, quiero.

—Puede besar a la novia.

Y Massimo me besó con ese ímpetu suyo mientras que el resto gritaba a nuestro alrededor. Sin duda, el día más feliz de mi vida, superando en el que maté a mi padre.

***

—¡Viva los novios!

Lía se acercó a mí, alejándonos un poco de todo el griterío de la gran sala que el restaurante experto en bodas nos había proporcionado.

—Felicidades —chilló, abrazándome con fuerza—. Estás preciosa, por cierto.

Llevaba un vestido rojo de corte recto. Dos finos tirantes evitaban que se cayera y tenía un escote en pico que dejaba ver la llama en tinta roja que subía por el centro de mis pechos.

—Gracias —reí por lo bajo. Luego, di una mirada a sus espaldas donde Adonis la observaba atentamente—. Tu esposo te busca.

Ellos se casaron el mes pasado y... bueno, era complicado.

Lía dio una mirada rápida por encima del hombro antes de volver a mirarme.

—Que espere.

Reí por lo bajo, continuando nuestra conversación.

Más pronto que tarde, Massimo llegó a mí porque teníamos que abrir el baile. Sonreí, aceptando su mano y yendo junto a él hasta la gran pista. Nos pegamos, posó su mano en mi cintura y yo me apoyé en su hombro.

—Te amo —me susurró.

—Yo igual —le devolví.

—¡Viva lo novios!

Fuimos directamente a las largas mesas para sentarnos a comer. Matteo se alzó, llamando la atención de todos y dándole unos golpecitos a su copa.

—Voy a exigir un brindis por estos dos —habló—, agradezcamos a mi cuñada por soportar el mal genio de mi hermano y controlarlo —guiñó un ojo, dándole un tono sexual—. Ya me entendéis. En fin, ¡viva los novios!

—Eres pésimo pidiendo brindis, baño público —le guiñé un ojo, hablando con él por lo bajo, pero le di un trago al champán.

Evité hacer una mueca. Siempre preferiré el ron.

—¡Es hora de la liga! —gritó un invitado un tiempo después. Reí, mientras Massimo me conducía al centro de la pista de baile y todos nos rodeaban.

Se arrodilló, dedicándome un guiño antes de alzar levemente el vestido y meter su cabeza dentro. Varios chillidos y vítores sonaron a nuestro alrededor, mientras que Massimo pasaba la lengua por mi pierna. Evité estremecerme.

Bastardo.

Finalmente, enganchó los dientes en la tela roja de encaje y la bajó con la boca. Alcé la pierna para que pudiera quitármela.

Se levantó, sonriendo con picardía. Me aseguré de transmitirle mis deseos de muerte con la mirada.

—¡Solteros! —llamó— Acercaos, ¡a ver quién es el siguiente!

Se escucharon gritos emocionados y divertidos, pícaros también. Massimo lanzó la tela al aire, con fuerza, y evité soltar una carcajada cuando vi quién la tenía.

—¡Esto debe ser una broma! —dramatizó Matteo.

En la boda de Lía y Adonis también le cayó a él, así que esto resultaba el doble de divertido.

—Dos veces, hermano, yo creo que eso es una señal del destino —se burló Massimo. Matteo frunció el ceño.

—Qué le follen al destino.

Nota de la Autora:

AAAAAAHHHHHHHH BASTA, ME MUERO.

Estoy muuuy sorprendida con el avance que han tenido los personajes. Tanto Davina, una mujer asustada e insegura que solo pensaba en venganza, como Massimo, que ni siquiera podía imaginar a una mujer teniendo un mínimo de control. Y no solo ellos, siento que Davina ha hecho mucho para que toda la Ndrangheta se dé cuenta del poder que puede tener una mujer y que dejen de lado sus opiniones exageradamente machistas. No del todo, por supuesto, pero Vina hará mucho. Lo sé.

En fin, tengo muchas opiniones sobre este libro, pero quiero saber las vuestras. ¿Qué pensáis? ¿Cuántas estrellas le ponemos?

Oh, y... ¿Preparados para el siguiente libro? Adonis y Lía van a traernos muchas cosas. Lo tendremos publicado pronto en mi perfil.

Os quiero. ¡Nos leemos!

Vendetta (Mafia italiana #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora