06. Vestido
Davina Fiore
Si yo tenía algo bueno, era sin duda mi capacidad de orientación. No fue para mí un problema llegar a casa del Capo usando como guía mis recuerdos del viaje en coche de ayer. Toqué al timbre que había junto a las puertas de metal del muro y ni siquiera preguntaron por mi identidad antes de abrir.
Tenían cámaras, no creo que el Capo se arriesgara tanto.
Entré sin demostrar ningún tipo de duda, por si me estaban vigilando. Di una mirada disimulada a mi alrededor, pero no encontré ninguna cámara. Debían estar bien ocultas. Marco me abrió la puerta, sonriéndome un poco de forma amable.
—Hola, Davina —me saludó—. Pasa, mis hermanos están en el gimnasio.
Le sonreí en forma de saludo y lo seguí. La puerta estaba abierta está vez y Marco me guió por el único pasillo que había ahí hasta el gimnasio. Detrás de la puerta realmente solo estaba la cocina, la sala de estar y el gimnasio. Así que supuse que las habitaciones estarían arriba.
Cuando entramos al gimnasio, Matteo y Massimo estaban con pantalones cortos de algodón y sin camiseta, peleando en el ring con fuerza. Realmente parecía que iban a matarse.
Me fijé en sus movimientos. Matteo atacaba, rápido y fuerte, con una fiereza animal. Massimo era más calculador, parecía analizar todos los movimientos de su oponente. No había visto a Marco pelear, pero teniendo en cuenta que era hermano del Capo y que el año que viene se iniciaría, ya debía saber manejar una pelea a la perfección.
También vi al chico que me acompañó ayer a la puerta. Adonis Messina. El Antonegra.
—Davina está aquí —avisó Marco. Los dos hombres dejaron de pelar para mirarme.
Matteo me dedicó una mirada de muerte, le sonreí enfocando mis ojos en los suyos con seguridad. Hacía falta más que una mala mirada para asustarme.
Realmente, solo una cosa me asustaba.
—Tengo una duda —comentó Massimo saliendo del ring y secándose el sudor con una toalla. Se acercó a mí—, ¿a Lorenzo Fiore también lo quieres muerto?
—Lo que pase con él me es indiferente.
Detestaba a mi hermano, pero él no era mi objetivo. Si moría, no me importaría. Si viviera, sería un poco más complicado porque buscaría venganza, pero tampoco sería muy relevante.
—Bien —asintió—. Teniendo en cuenta que tú piensas en el cerebro y no con la polla —soltó una sonrisa burlona mientras repetía mi palabras de ayer. Evité rodar los ojos—, ¿qué has pensado para entrar allí?
—¿Realmente hace falta decirlo? Habrán menos de diez hombres armados, solo hay que entrar y atacar. No es tan complicado.
—A mí me parece un buen plan —asintió Matteo.
—Es arriesgado —comentó el Capo.
—Es la única forma —corregí yo—. Si estás asustado, puedo irme. La Bravta probablemente también está interesada en Italia, puedo hablar con ellos.
—Cierra la boca y sube al ring, vas a pelear con Matteo.
Sonreí, satisfecha. Dejé mi mochila a un lado, alejado de ellos y donde pudiera mantenerla vigilada. Subí al ring de un salto y Matteo me imitó, él parecía muy contento de poder intentar partirme la cara.
Al contrario que su hermano, y como yo ya había previsto, atacó primero. Lo esquivé, pero sus golpes eran rápidos e iban uno detrás de otro. Fruncí el ceño, así se agotaría. Podría aguantar una tanda, pero no podría estar mucho rato dando golpes sin parar.
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Vendetta (Mafia italiana #1)
RomanceTenía trece años cuando sucedió. Tenía trece años cuando huí de casa. Y tenía trece años cuando tuve que aprender a sobrevivir. Las mujeres involucradas en la mafia, éramos ceros a la izquierda. Vivíamos en un mundo gobernado por y para hombres...