25. Tatuaje
Davina Fiore
—¿Estás nerviosa? —Matteo preguntó, preparando la máquina de tatuajes.
—En absoluto —negué, pero mi voz tembló, delatándome—. ¿Duele mucho?
—¿Es en serio, Vina?
—Oye, van a estar todos los miembros importantes de la Ndrangheta. Perdóname por preocuparme de que me eche a llorar de dolor como una bebé delante de la puta mafia.
Matteo soltó una carcajada, viniendo hasta a mí y revolviéndome el cabello.
—Estarás bien —aseguró—. Iré a preparar la sala.
—Bien —asentí—. Por cierto, baño público.
—¿Sí?
—Quiero que me hagas otro tatuaje cuando tengas tiempo.
—Por supuesto, ¿qué?
—Una llama de fuego. Entre los pechos.
Porque ahí está el corazón, pero eso no lo digo.
Massimo sonrió.
—Te prepararé un par de bocetos y ya me dirás cuál te gusta.
Massimo entró a la sala de El Cuadrilátero en la que Matteo y yo estábamos y me sonrió.
—Ya están todos —comentó.
—Iré a saludar y a acabar de preparar esto —señaló los materiales y los cargó todos antes de irse. Massimo se acercó a mí y dejó un beso en mis labios.
—Eres preciosa.
—Y tuya —cerré con otro beso, este un poco más largo. Luego, me separé y tragué saliva—. Estoy un poco nerviosa.
—Lo harás bien.
Tampoco es que tuviera que hacer mucho. Solo debía jurar lealtad y sentarme para que Matteo hiciera el tatuaje. Aún así, mi pie se agitaba nerviosamente.
—Lo sé, siempre hago todo bien —bromeé. Massimo soltó una risita y dejó un rápido beso en mis labios.
—¿Estás lista?
—Eso creo —respondí, mientras me sacaba del cuarto.
Entramos a la sala principal de El Cuadrilátero, donde se encontraban las personas más importantes de la Ndrangheta. Marco no estaba, pero él debía hacer esto mismo en un mes y medio. Luego, se haría cargo de los soldados, convirtiéndose en Capitano.
Massimo me llevó al centro de la multitud, donde había una silla y Matteo con todo el material preparado. Reconocí a Parisi, mi exjefe (Massimo había insistido en que, de momento, dejara de trabajar para poder recuperarme al completo. Además, el señor Parisi había asegurado que siempre tendría un puesto en su plantilla), y este me dio un asentimiento leve como saludo.
Supongo que ver a un rostro conocido, más allá de Adonis y dos de los hermanos Ricci, ayudó a calmar mis nervios.
Cuando nos detuvimos en el centro, me giré a mirar a Massimo e hice lo que me indicó. Él extendió su brazo y yo besé su tatuaje antes de orar el juramento.
ESTÁS LEYENDO
Vendetta (Mafia italiana #1)
RomanceTenía trece años cuando sucedió. Tenía trece años cuando huí de casa. Y tenía trece años cuando tuve que aprender a sobrevivir. Las mujeres involucradas en la mafia, éramos ceros a la izquierda. Vivíamos en un mundo gobernado por y para hombres...