17. La jodida Capo
Davina Fiore
Bien, puede que esto fuese un poco incómodo.
Mi jefe, el señor Parisi, había tenido sumo cuidado en cualquier cosa que dijera o hiciera cerca mío. Incluso había insistido en que me fuera antes de tiempo.
—¿Va a seguir trabajando, señora Ricci?
—Puede seguir llamándome Davina, señor, no es necesario tanta formalidad —sonreí, dejando el trapo sobre una mesa cuando él insistió en que no limpiara—. Y, si se me permite, continuaré trabajando.
—¡Por supuesto! Siempre será bienvenida aquí —asintió con nerviosismo— Y discúlpeme, señora Ricci, pero es la mujer del Capo y le debo un respeto. Aparte de que nos llevó a la conquista de Italia.
Suspiré, pero asentí.
—De acuerdo. No se preocupe.
—Puede irse ya, señora Ricci, yo acabaré de limpiar.
Por no aguantar más sus insistencias y cuidados (no sé que peligro podría haber, quizá que me rompiera una uña), asentí de acuerdo.
—Está bien, iré a por mis cosas.
Me alejé, enviándole un mensaje a Massimo (el bastardo me compró un teléfono) para preguntarle si podía pasar a recogerme.
Massimo: Estoy en cinco, espérame ahí.
Me quité el delantal y me colgué mi bolso antes de salir del área de empleados. Lía debía estar en la cocina, así que fui hasta ella para despedirme.
—¿Ya te vas? —me preguntó, asentí soltando un quejido exagerado.
—Tu padre literalmente me ha suplicado que me marche.
Ella rió por lo bajo.
—Eres la mujer del Capo, Dav, acostúmbrate.
—No estoy familiarizada con que me cuiden y traten bien.
Ella sonrió levemente, casi triste.
—Estoy bastante segura de que la Ndrangheta entera va a cuidarte ahora. Por respeto a ti y porque el Capo los mataría a todos.
Reí entre dientes.
—Nos vemos mañana, Lí.
—Dav, una cosa más —me detuvo, la miré interrogatoriamente—. ¿Em... Tú sabes si Adonis es cercano a los hermanos Ricci?
Hice una mueca confundida ante su pregunta, pero asentí.
—Lo es. Suele estar mucho en casa de Massimo.
Ella soltó algo parecido a un suspiro de alivio.
—Bien, al menos podré verte cuando me... case con él.
—¿Tanto miedo te da?
—Me aterra.
—Él no es alguien violento fuera del trabajo, al menos nunca me lo ha parecido.
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Vendetta (Mafia italiana #1)
Roman d'amourTenía trece años cuando sucedió. Tenía trece años cuando huí de casa. Y tenía trece años cuando tuve que aprender a sobrevivir. Las mujeres involucradas en la mafia, éramos ceros a la izquierda. Vivíamos en un mundo gobernado por y para hombres...