16. Señora Ricci

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16. Señora Ricci

Massimo Ricci

Davina se durmió durante el viaje en avión, su cabeza apoyada en mi hombro. Sonreí levemente, pero en seguida me centré en encontrar a Fiore.

Le prometí que lo mataría, y juro por mi honor que iba a cumplir mi palabra. No por habérselo dicho, ni porque fuese parte del trato, sino porque lastimó a Davina.

Nadie lastima a Davina. Ni hoy, ni ayer, ni mañana, ni nunca.

—¿Vas a pedirle matrimonio? —asintió con la cabeza Matteo en dirección a mi chica. Porque sí, era jodidamente mi chica.

Mía.

Solo había pasado un mes, un simple mes, pero me importaba una mierda. Nunca la dejaría marchar. Sería mía para siempre y si para eso tenía que casarme con ella, embarazarla o atarla a mi puta cama, lo haría.

Mierda, si ella quisiera podría mandar a hacerle un puto bolso con la piel de su padre.

Solo tendría que pedirlo. Le conseguiría cualquier cosa solo con pedirlo.

—Se lo pediré cuando esté empapada con la sangre de Fiore, hasta entonces, me concentraré en encontrar a ese bastardo.

—Te dije que no te enamoraras, hermano —me miró Matteo. Soltó un suspiro—. Pero me alegro de que lo hayas hecho. Esta mujer va a ser una puta leyenda en la Ndrangheta, no solo por llevarnos a la victoria, sino por jodidamente ponerle la correa a Massimo Ricci.

Adonis soltó una carcajada.

—Todos nuestros hombres le harán jodidas reverencias cuando respiren el mismo aire que ella.

—Y será mejor que lo hagan, por su propio bien —zanjé yo el tema.

—Le he propuesto hacerse el tatuaje.

Entrecerré mis ojos en dirección a mi hermano.

—¿Por qué has hecho eso?

No es que me desagradara la idea. Ver hoy a Davina disparando y matando sin dudar había sido la experiencia más excitante de mi vida. Ya la había visto con armas y pelear, en nuestros entrenamientos, pero hoy había tenido un brillo sádico en sus preciosos ojos que me gustaría ver durante toda la eternidad.

—¿Las has visto? —obvió— Pocas mujeres hacen lo que ha hecho ella. Mierda, pocos hombres lo hacen. Esas personas fueron su familia, vivió con ellas, y no dudó en devolverles el golpe. Sobrevivió en las calles desde que tenía trece años, Dios sabrá las mierdas que ha vivido. Se alió con una puta mafia que bien podría haberla matado en el primer momento, jodidamente nos amenazó y se metió en peleas con nosotros, aunque fuesen entrenamientos, hombres más grandes se han meado en los pantalones con tan solo mirarnos —rió—. Me quito el sombrero ante esta mujer.

Adonis asintió, con una mueca orgullosa.

—Será un honor tenerla como Capo.

Le alcé una ceja.

—El Capo soy yo.

—Te tiene agarrado por las pelotas, hermano, todos sabemos que el verdadero Capo siempre será ella —Matteo se carcajeó estando de acuerdo con él y ambos chocaron los cinco.

Vendetta (Mafia italiana #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora