10. Llamas

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10. Llamas

Davina Fiore

¿He escuchado mal o Massimo Ricci, Capo de la Ndrangheta, acaba de insinuar que quiere acostarse conmigo?

—Ven aquí —ordenó ante mi silencio.

Continué callada, pero di un par de pasos en su dirección. Él palmeó su regazo, así que me senté sobre él, con mis muslos a cada lado de sus piernas.

—Quítate la toalla.

Mis dedos temblaron cuando acaté la orden. Esto me estaba atrapando de sorpresa. Normalmente, los hombres se conformaban con meter la polla en algún agujero, pero siempre era yo la que llevaba el control. Como dije, el sexo era una herramienta, y siempre acompañaba mis movimientos con alguna petición.

Pero ahora no sabía que pedirle a Massimo.

¿Si quiera debía pedirle algo?

Sus ojos escanearon todo mi cuerpo. Estaba delgada a causa de la falta de alimento y mis pechos no eran tan grandes como los de algunas prostitutas, pero rellenaban bien el sujetador. Mi cintura no era muy pronunciada, y mi abdomen tenía seis cuadritos bastante marcados por el constante ejercicio al que me sometía. Mis brazos y piernas eran igual de fuertes.

Machorra, me habían llamado durante mucho tiempo.

En ese entonces me enorgullecía, pero ahora, delante de un hombre que habrá visto mil y una mujeres delicadas y con cinturitas de avispa, quizá me sentaba un poco mal.

Massimo se recostó por completo, quitándose el brazo de debajo de la cabeza. No me tocó en ningún momento, sus manos se mantuvieron lejos de mí, pero una ligera humedad cubría mis pliegues.

Oh, por Dios. ¿Yo realmente me había excitado con algo tan absurdo como esto?

—Ponte sobre mi cara.

Parpadeé sorprendida, enfocando nuestros ojos. ¿El acababa de decir que...?

—¿Qué?

—Pon tu coño en mi cara, Davina.

Tragando saliva, obedecí. Ordené a mis piernas que mantuvieran mi cuerpo un tanto elevado, para no aplastarlo, pero él llevó sus manos a mis muslos y me empujó en dirección a su boca.

Mi boca se abrió entre sorprendida y excitada cuando su lengua se paseó por mi raja. Luego, envolvió sus dientes en mi clítoris y mordió ligeramente.

Me lleva el Diablo.

Creo que gemí su nombre, pero estaba demasiado entumecida por todas las sensaciones como para recordarlo.

Pero no fue su lengua recorriendo mis pliegues lo que me mató, sino cuando la adentró en mi agujero. La metió y la sacó un par de veces, no sé cuantas, pero no fueron demasiadas para que me corriera. Grité, el orgasmo llegando a cada célula de mi cuerpo en una descarga de placer que me desgarró por dentro.

Mi jodido primer orgasmo y me lo había dado el Capo de la Ndrangheta. Esto era surrealista.

Mi visión estaba borrosa. Massimo me agarró de la cintura y me hizo sentarme sobre su pecho. Pestañeé varias veces, antes de que finalmente mi vista se enfocara y pudiera ver como sus ojos azules estaban casi negros.

Vendetta (Mafia italiana #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora