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POV SEHUN

Se ausentó en su trabajo luego de avisar que había despertado con un resfriado y fiebre alta, hasta 40 grados para su gran desgracia. Sin embargo aunque no había nadie cuidando de su salud se sentía lo suficientemente motivado para recuperarse y así volver a ver a LuHan, el hombre que le pidió la hora y le sonrió solo a él. Su piel de porcelana había cambiado de color a uno carmesí cuando estornudó, era evidente que estaba apenado por ello y presenciar todo eso estando tan cerca, fue un verdadero placer.

Mientras más pensaba en LuHan más fuerte se volvía su adicción a él y aunque estaba seguro de lo enfermo que era obsesionarse con una persona a ese punto, no deseaba parar y no pensaba hacerlo tampoco. SeHun después de una semana volvió a las andadas, al terminar con el trabajo volvía al sitio donde encontraría al menor y cuando eso sucedió sonrió sintiéndose revitalizado. Ignoró el hecho de que estaba rodeado de personas y solo lo miró a él desde la acera de enfrente hasta que comenzó a caminar solo y como ya era costumbre lo siguió, sin ningún éxito ésta vez. Pudo controlar sus instintos y desviar su camino.

                                [ ★ ]

Las lluvias habían incrementado con los días y ahora duraban más de una hora, el invierno se acercaba a pasos agigantados y LuHan usaba ropa gruesa impidiendo poder ver con claridad lo bien que llenaba el uniforme escolar. Una tarde mientras LuHan conversaba con el moreno que siempre invadía su espacio personal, SeHun se vió descubierto más de una vez, LuHan intentando disimular el hecho, pero ya que SeHun no era el mejor ocultando su deseo por espiarlo no despegó su mirada y siguió con ello dándole una calada más a su cigarrillo.

Esa tarde cuando LuHan decidió dar el primer paso para por fin irse a casa, en lugar de tomar el camino de siempre se dirigió a hasta la acera donde se encontraba SeHun de pie, volviendo a paralizar al mayor que seguía sin dejar de observar sus movimientos, pensando quizás lo peor. Temía que el menor le preguntara de porque lo observaba tanto, ¿Qué le diría? ¿Estoy benditamente obsesionado de ti? Maldita suerte la suya.

El más joven se notaba tímido y algo amigable, quizás no iba en mal plan.

— Hola.

SeHun se mantuvo en silencio pues apenas desprendía el humo de sus labios, la voz ajena era en verdad deliciosa al contacto con su oído, como una melodía suave y tranquila que siempre lo dejaría sin armas. Los ojos ajenos nuevamente desprendían curiosidad y ese brillo encantador era cegador, tuvo que volver a llenarse los pulmones para tomar valor y responder, sin embargo SeHun era bastante serio, su expresión era inmutable.

— Hola.

La voz del más alto resaltaba por ser más ronca y varonil, no había ni un toque de emoción en ella; la mirada del bajito dejó de dirigirse a él cuando abrió la mochila que cargaba, abría el cierre y SeHun no supo que sucedía hasta que le extendió el abrigo que le había puesto el día de la tormenta, parecía recién lavada ya que desprendía un aroma a lavanda, era agradable. No podía creer que el menor fuera hasta ahí solo para devolverle un abrigo que no valía ni lo mínimo de cualquier prenda ropa que estuviera usando él, parecía que siempre usaba ropa de marca y que si caminara solitario por las calles inseguras del barrio de SeHun le robarían sin dudarlo. Pero ninguna prenda que usaba el bajito le importaba poseer más de lo que a él.

SeHun recibió la prenda pero el menor fue quien habló esta vez haciéndolo pensar que esta era la oportunidad que tenía para tomarlo.

— Gracias por préstame tu abrigo, me sirvió bastante pero también lamento que te hayas ido sin el, hacía mucho frío ese día. Espero no te hayas resfriado.

SeHun estaba inquieto pues no era común obtener tanta atención de quien sería el hombre que lo tenía al borde de la locura, sin embargo era bueno escondiendo sus emociones y solo atinó a responder con la vista fija en esos ojos miel tan preciados mientras tensaba su quijada por lo mucho que reprimía la acción de solo tomarlo.

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