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POV GENERAL

Era para él extraordinario como su vida había cambiado en su totalidad, a sus 29 años y viviendo en ese edificio viejo en el barrio más marginado de todo Seúl jamás se le hubiera pasado por la mente que terminaría en una relación estable de casi 8 años, con un hombre que lo tuviera a sus pies en todos los sentidos de la palabra. El sexo era maravilloso y vicioso, si no fuera por el cansancio o las 8 horas en su trabajo, tendría a su bello novio desnudo y atado a una cama todo el día para llenarse de placer. Además de que descubrió a un hermoso ser detrás de ese encantador cuerpo, se enamoró de cada pieza que conformaba a su muy especial personalidad.

El chico que en un principio le sedujo por su inocencia y su tez blanca. El chico de ojos miel tenía más que esos atributos, jamás olvidaría esa sonrisa encantadora que lo impactó tanto que creyó estar obsesionado y enfermo por necesitarlo tanto. El recuerdo de su primera vez con el menor y cómo lo forzó a entregarse no era un buen recuerdo para el pelinegro, pues con el tiempo llegó a conocer a hombres que como él se encapricharon o mejor dicho, se obsesionaron con tenerlo.

Sin embargo el chico no solo se entregó y abrió sus piernas sumiso a él, también correspondió besándolo y confió en que todo estaría bien, le confió su cuerpo y sentimientos de modo que terminaron de esa manera. Siendo la pareja más malditamente feliz del mundo.

LuHan preparaba la canasta con todo lo que llevarían muy concentrado ocasionando que SeHun observara hipnotizado desde atrás, hace no mucho había llevado las maletas a la habitación.

— LuHan.

— ¿Mmnh? — Preguntó sin mirar.

— Gracias.

El chico dejó lo que hacía para mirar al más alto un tanto extrañado, pero con una ligera sonrisa, la sonrisa más bella que SeHun había visto en su jodida vida. De pronto se sintió el más afortunado por presenciarla. Estaba seguro de que cada vez que caminaban por la calle tomados de la mano o cada vez que se besaban, le miraban con envidia.

— ¿Tanto te gusta aquí? — SeHun sonrió ligeramente pero solo levantando una esquina de su boca.

— No me refería a eso.

LuHan estaba cada vez más confundido y el mayor no lo culpaba. Quería dejar el misterio y solo tomarlo entre sus brazos, hacerle ver que en realidad lo que lo ponía tan feliz era él y su existencia en su vida. El mayor tomó sus manos, las cuales eran pequeñas si las comparaba con las suyas y besó el dorso de cada una. LuHan no hizo esperar el sonrojo, no tuvo de otra más que sonreír y apenarse por sus actos tan repentinos.

— Tú LuHan, estoy agradecido de tú existencia, gracias por haberme elegido a mi como el hombre de tu vida. Gracias por tu dedicación y amor.

LuHan casi se suelta a llorar y lo notó por ese brillo en sus ojos, pero para evitar escenas tristes lo atrajo de un jalón para estrecharlo con sus brazos y así robarle el aliento con un beso profundo que involucraba su lengua explorando el interior de su boca. El menor se quedó sin habla pero sin embargo amó la actitud de su hombre porque era lo que necesitaba desde que habían llegado, se aferró con fuerza a la ropa por la zona de sus pectorales dejándose guíar.

SeHun optó por reunir valor y abandonar sus labios, sabía que el pequeño quería una cita sin sexo de por medio pero no evitó agitarse con ese beso tan pasional. Sus bocas estaban tan cerca una de la otra y sus narices se tocaban mientras respiraban con una sonrisa bien marcada.

— Eres hermoso SeHun, el mejor hombre que he conocido, el más caliente y mío, solo mío.

El bajito se mordió los labios sonrojado pues lo deseaba pero era muy temprano para sexo, se apartó para luego cerrar la canasta.

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