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JingYi es un beta en un mundo creado para alfas y omegas. Donde los betas no tienen un lugar al lado de un alfa, ni de un omega. 

Vale, tiene esa concepción muy pesimista desde que es constantemente rechazado por sus compañeros de estudio una vez cumplidos sus seis años.

Un beta tiene suerte de no ser sumiso por ser omega, o dominante como un alfa, también tiene la suerte de ser ignorado por las mismas castas. Ni blanco ni negro, era un gris inoportuno.

Al principio estaba bien, era parte de una comunidad de betas y le emocionaba bastante pertenecer a un lugar. Lamentablemente a esa edad tenia una vaga concepción del verdadero significado al formar parte de una determinada casta. Aún así creyó que nada cambiaria entre las personas que creía conocer. 

Pero en un colegio tan riguroso por riquillos y establecido por una pirámide jerárquica de tres pisos, él estaba en el cuarto. Con una estructura muy apegada a las viejas doctrinas entre castas, es inevitable el rechazo. 

Empieza cuando no puede entender a sus compañeros, en ese entonces amigos. Ser un beta también consiste en ser ajeno sutilmente al olor y feromonas de su alrededor. Luego es la división social que antes fue completamente ignorada por la inocencia de niños pequeños. 

Al ser hijos de personas adineradas y de un linaje, un gran porcentaje tenia que ser entre alfas y omegas, los betas podían contarse a simple vista en toda la escuela, era un fastidio cuando estos dos puntos se juntaron en su contra. 

Nunca antes nadie habló de su físico ni menos de su condición económica, pero todo cambio cuando su casta fue revelada y empezaron a mirar su estado económico, después de eso todo se fue al demonio.

No aceptaban a Jingyi por simplemente ser él. En un mundo donde los aromas dominaban, su casta y él no encajaban por completo, como personajes de relleno. 

Antes le era fácil combinarse con su ambiente, leer las emociones de sus amigos solo con ver sus facciones faciales, lo mismo pasaba con sus maestros. Pero todo cambia cuando el lenguaje más importante en su entorno son los aromas, entonces descubre que ya no es tan sencillo hacer amigos ni ser parte de un grupo. 

Poco a poco es arrinconado en ese salón tan grande.

"Son niños", era la excusa perfecta de directores orondos que siempre le daban a padres desesperados por el bienestar de sus hijos, Jiang Cheng es testigo de eso. 

Después de todo, que le importaría la estabilidad de un niño a un hombre que lucra con sus estudiantes, un estudiante con un alto potencial pero desperdiciado por ser pobre, una pena. 

"Son niños", es cierto, los niños son pequeñas masas de arcilla que necesitan ser moldeadas correctamente desde el hogar, y el colegio para ser ciudadanos de pensamiento lógico y empático. Pero al final los docentes eran tan merluzos y clasistas que no diferenciaban entre un bullying y un niño. 

No existió día donde Jiang Cheng se lamentara no poder sacar a su hijo de esa maldita escuela, no porque no quisiera, simplemente porqué la seguridad de su hijo y su seguridad académica habían sido amenazadas por un director injurioso. JingYi tenia que soportar eso porque nadie más podía defenderlo. No podía sentirse más indignado y ofendido.

El pequeño niño de seis años vio y vivió la injusticia en carne propia de una ideología irrazonable, ilógica y estúpida en todos sus sentidos. 

Aún con aquel trato que recibía todos los días en ese colegio, no toleraba ver el abuso de adultos con titulo de docencia sobre él y cualquier otro estudiante, indiferentemente de la casta de su compañero, no lo soportaba. 

El beta de YunmengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora