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La primavera en Gusu anunciaba su despedida en las últimas semanas con lluvias torrenciales, marcando la transición hacia el verano. Estas inundaciones, como era de esperarse, llevaron al instituto a suspender las clases conforme al pronóstico meteorológico del día.

Y ese era el momento exacto, la mañana de un día martes, donde el director anunciaba la interrupción del día laboral hasta nuevo aviso a causa de los desplazamientos de tierra. 

Yi no habría descansado correctamente la noche anterior, ni la anterior. Podría culpar a su maestro quien ha despertado en él inseguridades que creía haberlas dominado, o a las personas que le hicieron dudar de lo que alguna vez creyó con firmeza (SiZhui está incluido en esa retorica). 

Quizás fue porque retomó el camino que pensó haber sellado con llave y candado. Pero aparentemente no era suficiente. 

Él, como las estaciones, siempre cambiaba con cada una de ellas. Nunca encontraras una primavera idéntica a la anterior, el árbol de cedrón no será el mismo en el siguiente invierno, el lago crecerá en otoño y las nubes formaran una distinta lluvia en verano. 

JingYi es consiente de eso e intentaba buscar una u otra forma de poder afrontarlo. Cada una con una manera distinta de solucionarlo.

El pasado es un recuerdo. Cómo saber de su pasado si el agua parece haberlo borrado. No sabia cómo o por donde resolver, no hay indicios ni una pista, no existe absolutamente nada, ese era el problema. 

JingYi suspiró pesadamente, envuelto entre las mantas que lo cuidaban del frio matutino y una acompañante a su lado que ronroneaba al dormir. Acaricio con cariño el pelaje de la minina. 

Luego el beta desvió su vista al gran ventanal que vestía de cortinas crema, miraba el cielo a través del gran ventanal, era azul y oscuro, lo suficiente para solo ver las siluetas de los arboles y las gotas de lluvia que chocaban contra el vidrio. 

La noche se llevó toda idea o pensamiento por lo más mínimo que fuera, estaba agotado. Por eso se recostó sobre su cama, a las cinco de la madrugada con su pequeña lampara encendida y el té de valeriana a humeante a su lado, escribiendo un sin fin de cosas en su libreta desgastada siendo acompañado con el sonido de la lluvia y el tierno ronroneo de su compañera.

Quizás era por la nostalgia de la primavera o la lluvia misma, que le permitía tomar un pincel y la tinta que su maestro con insistencia ordenó. Una forma de practica, era esta. 

En la ultima hoja de su borrador, estaba escrito un pequeño fragmento.

"El río tiene memoria y recuerda su paso hacia el mar. El camino curvo que dejó su rastro en la tierra de la montaña vuelve por ese viejo sendero, el río baja y baja, tan contento, tan libre."

Yi suspiró de nuevo, más pesado que el anterior, demasiado cansado para continuar escribiendo. Leyendo por ultima vez la ultima pequeña línea escrita en el inferior de la hoja. 

"Si me hubieras pedido que esperara por ti, quizás habría esperado mil años."

Su corazón en algún momento tal vez palpitó de felicidad y al mismo tiempo se achicó de tristeza. Su amor es distinto y honesto, no ama a medias y no se conforma con un amor entre susurros, si fuera por él le gritaría al mundo que estaba enamorado de SiZhui, si tan solo él lo quisiera de la misma forma.

Al final y con resignación lo acepta, no es amado ni correspondido por él y eso esta bien. No puede cambiar el corazón de las personas ni obligarlo a hacerlo, lo único que puede hacer en ese momento es desearle lo mejor y que sea feliz con la persona que realmente quiere.

El beta de YunmengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora