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ZiZhen caminaba junto a la multitud interna de los tres pabellones de un lado a otro, todos asistiendo y preparando a los representantes de cada institución para la ultima competencia que daba culminada a la semana dedicada al festival de la primavera. 

La danza fue tanto subestimada como infravalorada por diferentes puntos de vista de la crítica al festival. Por su lado, la conmoción de la mañana permaneció entre los muros internos del cuarto pabellón y los últimos competidores.

Zhen, quien era representante de la escuela secundaria de Qinghe por cortesía, se concentro en asistir al ya no tan depresivo beta a llevar y vestir las elegantes prendas que yacían envueltas entre papel marrón. Liu QiQi, la ganadora por defecto en todas las competiciones de danza, era quien dirigía a los jovenes bailarines.

A diferencia de los demás contrincantes y sus asistentes, Zhen prefirió alistar a JingYi en un lugar alejado y más tranquilo para evitar que este se sienta abrumado por las miradas, también por preferencia del menor. 

Por lo tanto, mientras llevaba consigo aquellas prendas envueltas delicadamente en papel, se alejaba poco a poco del alboroto y el bullicio de la mañana hasta llegar a un lugar más tranquilo. 



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El salón de artes era el ultimo lugar donde los extravagantes competidores hubieran pensado para prepararse, pero JingYi lo vio optimo. Tenia a su disposición los materiales, el vestuario y el espacio más que perfecto para ensayar.

Claro que no era un lugar bonito, pero es practico. Estar lo suficientemente solo le permitía mantener la poca estabilidad emocional que tenia, de alguna manera.

Entonces posa su cabeza entre los enormes y largos ventanales del salón, respira tranquilamente y el aroma de la madera de abeto llega hasta él, le recordaba el invierno, la nieve caer sobre el tejado y la sensación de pequeños copos tocar su piel, luego pensaba en las vistas nevadas, y después, de alguna triste forma, pensaba en lo bonito que fue el invierno cuando estaba con SiZhui. 

Recuerda la temporada, la vistas, y el aroma a sándalo y canela que le permitía pensar en un hogar, quizás en un refugio, un lugar donde podía sentirse querido, aunque solo fuera producto de su imaginación.

Recuerda la sensación de adrenalina cuando ambos escaparon del receso de las nubes hasta las calles de una ciudad desconocida, la vez que tomó su mano para no perderse, el momento donde ambos comieron comida callejera, cuando se miraron a los ojos y se permitió pensar en él como un amante de aquel Lan. 

Luego cierra sus ojos, en su cabeza suena la voz suave y profunda, tranquila y serena, lo llama por su nombre y se siente nervioso, pero feliz. 

La honestidad siempre va a ser dura. A veces se pregunta, si nunca hubiera confrontado a Lan SiZhui de esa forma. ¿Estarían igual que antes?. Sus sentimientos, los momentos que pasaron juntos, quizás hubieran vivido de esa forma y hubiera robado un poco más que aquel alfa. 

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