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. . . [perdón por la demora]


 [perdón por la demora]

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El camino es el mismo del instituto, las montañas, las escaleras apiñadas y la tierra vestida de verde. El único problema es la piedra mojada por la lluvia y los constantes desplazamientos de tierra, agregando el hecho de que las escaleras son un cuarto más que subir hasta la residencia Lan, como subir hasta la punta de un pico.

A-Yi siente que alguna vez vio este panorama antes, una memoria que lo carcome como oruga a hoja, pero atribuye este sentimiento al constante paisaje de Gusu y lo deja pasar.

La neblina de la mañana es extrañamente cálida. Lo recibe como un extenso paramo que impide vislumbrar su camino, y lo hace tropezar más de una vez. Su animal interior, que ha estado dormido desde el festival de primavera, es consiente de ello y finalmente despierta, zumba con temor, como si tratara de alertar el peligro de la zona. Yi al principio lo ignora y avanza indiferentemente, piensa que no tiene lógica, no hay animales silvestres por la zona y los peldaños de piedra tienen seguro en caso de deslices. 

Aún así, se deja llevar por la preocupación de la medusa y tiene precaución de todas formas. 

No avanza mucho; pisa con cuidado y se mantiene en constante guardia, hasta que su propio cuerpo empieza a temblar y pierde el equilibrio, derrumbándose en un peldaño. Amortigua su caída con las rodillas y se sujeta a las piedras con las manos.

JingYi completamente desconcertado, empieza a ventilarse y perder aire. Su ritmo cardiaco que antes parecía estar bien cede en un tamboreo desenfrenado que tapa sus oídos en un terrible pitido. Su cabeza palpita y pierde el control de su cuerpo, aún consiente y con la poca fuerza que le queda, intenta alejarse desesperadamente del borde hasta tocar la pared de la Montañana. 

En el proceso, el brazo que una vez estuvo fracturado muestra las secuelas de ser dañado al dar punzadas, transmitiendo el dolor del hueso hasta todo el cuerpo, adormeciéndolo por completo. 

Yi gimotea de dolor y choca su cabeza contra la pared, en un intento de disipar el dolor o simplemente noquearse para dejar se sentir. 

Cuando se percató de que llegó hasta el interior de las escaleras, se deja caer pesadamente contra su espalda, chocando con el muro, sujetando su brazo y presionándolo contra su propio pecho en busca de aliviar el incesante hormigueo. Yi sollozaba de dolor. 

Si su cuerpo estaba perdiendo sus sentidos, ¿Cómo era posible que ese lugar le doliera como el infierno?

El beta susurra en el aire, levanta su cabeza al cielo, siendo consiente de que este efecto fue causado por su propio animal y que fue incapaz de controlarla, trata de calmarla.

-Hey, tranquila, todo esta bien, tranquila.

Debió hacerle caso en el preciso instante donde la medusa le pidió no avanzar más. Ya sea por su propio temor o que realmente hubiera enfrentado una situación peligrosa.

El beta de YunmengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora