Luego de un accidente en la empresa, el CEO Jeon Jungkook debe guardar reposo y mantenerse alejado de todas las presiones que implica su trabajo. Su madre le recomienda salir en citas para distraerse, sin embargo, él se niega a tener nuevamente una...
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—Nari... ¿a dónde vas? —la voz de Jungkook temblaba y las lágrimas lo amenazaban con salir mientras en sus brazos sostenía a una bebé de apenas un par de meses.
—¿No lo entiendes? Me largo de esta casa, ya no soporto que vivamos con las sobras que tu padre te da —mencionó mientras cerraba su maleta. —Toda la vida haz sido un bueno para nada e incompetente. Ya encontré a alguien más para darme la vida llena de lujos que yo necesito.
—Espera —no pudo retener más las lágrimas y sus mejillas comenzaron a empaparse. —Yo sé que ahora no tengo nada y papá nos tiene muy limitados pero haré un esfuerzo por sacarnos adelante. Anda tenemos tres hijos, no puedes dejarnos así como así.
—Esos niños precisamente fueron los que arruinaron mi vida, ser madre de dos fenómenos a mis 14 años fue el peor error que cometí —sin más se dio la media vuelta y se marchó de la habitación. —No quiero volver a ver a tus mocosos y mucho menos a ti. Te enviaré los papeles del divorcio con mi abogado y más te vale firmarlos.
Luego de dejarlo solo a mitad de la habitación dos pequeños niños entraron con sus ojitos llenos de lágrimas y un puchero en sus labios.
—Papá, ¿es cierto lo que dijo mamá? ¿nosotros arruinamos su vida? ¿somos un error?
—No... cómo podrían ustedes arruinar la vida de alguien, para mí son lo más valioso que tengo. Su madre no habla enserio así que no le den importancia, ¿está bien? —limpió sus lágrimas y se puso de cuclillas para abrazar a los niños quienes no podían dejar de llorar.
Los ojos de Jeon lentamente fueron abriéndose, había tenido el mismo sueño de casi todas las noches, el mismo que le recordaba aquel momento doloroso en que la madre de sus hijos lo abandonó dejándolo con toda la carga de ser padre.
Sin embargo, después de tantas dificultades a lo largo de su vida, supo como sacar adelante a sus tres hijos y todo su esfuerzo valió la pena ya que cuando su padre se retiró le dejó el mando de la empresa.
Se levantó de aquella cama enorme que lo apresaba todas las noches, salió de su habitación y fue directamente a la cocina para beber un vaso con agua.
Mientras tanto, Hana y Jae Woo aparecieron con sus respectivos uniformes escolares pues estaban a punto de marcharse para ir a clases.
—¿Volviste a tener el mismo sueño? —preguntó Jae Woo al ver la cara de su padre a lo que el solo asintió con una mueca. —Ya tienes que superarlo, papá. Recordarlo no te hace bien.
—No es tan fácil olvidar las heridas —suspiró. —Por cierto, Hana, esa falda esta muy arriba, bájala un poco.
—¿Arriba? Pero si es la altura correcta —la menor se revisó y agradeció al cielo que su hermana pequeña apareció para acaparar la atención de Jungkook.
—¡Papá! ¿Me peinas? —dijo mientras lo abrazaba.
—Claro que sí princesa, hoy tengo un poco más de tiempo antes de irme a la oficina.
