Es sábado. Son alrededor de las nueve y media de la mañana. Hace un rato cuando miraste el reloj eran las nueve y cinco, así que después de higienizarte y prepararte el desayuno habrán pasado más de veinte minutos. Todavía no te sacaste el pijama y crees que no vas a hacerlo, así que en remerón, descalza, con el pelo atado en una cola desprolija y sosteniendo un tazón de cereales con leche, te entretenés mirando a Agustín dar su clase de gimnasia aeróbica al grupo de mujeres de la tercera edad que atiende todos los sábados. Ellas son seis que entre canas, calzas, arrugas, anécdotas y recetas de cocina obedecen cada indicación que da su querido profesor, ese al que ya adoptaron como nieto. Y a falta de abuelas, no le viene mal ser malcriado por otras seis. Pero no es que todos los sábados te quedas apoyada en el marco de la puerta de la cocina mirando trabajar a tu hermano, sino que ésta vez es entretenido porque él intenta dar sus clases con las muletas y la pierna fija en la bota.
―¿Te debo algo? ―te pregunta en un momento porque ya se siente en exposición. Negás despacio con la cabeza, pero con una sonrisa que disimulas mientras masticas los cereales.
―Hablale bien, Agus ―le dice una de sus alumnas que va a ritmo de la música moviendo los brazos que sostienen pesas de no más de tres kilos.
―Hacele caso a tus chicas ―y creo que no existe sensación más reconfortante que reírte a costa de tus hermanos―. ¿Hoy qué le prepararon al profe?
―Le traje unas torrejas de arróz y papa ―comenta una. Te acordás que se llama Rosa, la semana pasado cumplió setenta y llevó una torta para compartir en la clase―. A mis nietos les encantan y como anoche vinieron a cenar, hice más para traerle.
―Yo no le fallo nunca con la pastafrola ―comenta Nuria. Sesenta y cinco años, viuda hace diez, tres hijas mujeres, cinco nietas y a una siempre la quiso enganchar con Agustín.
―Tu pastafrola es lo mejor que nos pasó, Nurita ―decís―. Che, ¿Fiorella sigue soltera? Porque acá el muchacho está separado.
―¿Te separaste, nene? ¿Por qué no avisas? ―y te reís de su desparpajo. Agustín exhala bastante aire y te acusa con la mirada. Si pudiera caminar, ya se hubiera acercado a darte un sopapo en la cabeza.
―No tengo por qué andar haciendo una conferencia de mi vida, Nuria. Pero menos mal que está mi hermana, ¿no?
―Fiore sigue soltera. ¿Querés que le avise? ―y expulsas una carcajada que contagia a las demás. En ese momento, Candela sale de su habitación con la mochila colgada de un hombro y Eugenia baja la escalera en pantuflas y camisón.
―No es necesario. Gracias.
―¿Hace mucho te separaste? ―Rosa pone las manos en la cintura cual jarra y se olvida de la gimnasia obligatoria―. Igual esa chica no nos caía bien, ya te habíamos dicho.
―¿Llegué justo para hablar de nuestra ex cuñada? ―pregunta Eugenia y se trepa de los hombros de Agustín para saludarlo con un beso. Después sacude la mano para saludar generalmente a las alumnas.
―Nena, ¿cómo te fue en el casting el otro día?
―No quedé, Rosita. Pero no importa, hoy tengo otro más importante y estoy emocionada. Voy a tener cerrada la funeraria ―dice cuando llega a vos y te saluda con un beso―. Así que espero que de once a tres de la tarde no se muera nadie ―y entra a la cocina.
―Pensé que ya te habías ido ―saludas a Candela con otro beso cuando se acerca.
―El tío me dejó entrar un rato más tarde porque le avisé que estoy cansada ―explica y se nota en sus ojeras.
―¿Querés desayunar algo? Está la pastafrola de Nuria.
―Me está esperando Andrés con el auto, pero guárdenme dos porciones.
![](https://img.wattpad.com/cover/333685901-288-k902650.jpg)
ESTÁS LEYENDO
MAGNETISMO
RomantikEn el juego de atracción, dos polos se rozan, chocan e implosionan en medio de una búsqueda personal. La moraleja es que lo que alguna vez deseamos no termina siendo lo que queremos, hasta que somos capaces de descubrir y atraer lo que realmente nec...