Capítulo 30

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Éste último capítulo debería empezar así: vos levantándote temprano a la mañana bajo la luz solar de tu nuevo departamento de tres ambientes que adquiriste con las ganancias obtenidas a raíz de los magníficos empleos que conseguiste. Desayunando sentada en la barra de la cocina mientras lees el periódico digital para el que trabajas. Después cambiándote frente al espejo del cuarto y mirando a través de éste como Peter continúa durmiendo abrazado a la almohada que usa para suplantar tu cuerpo, mientras el nuevo perro que adoptaron en un refugio también descansa contra sus piernas flexionadas. Le darías un beso en un costado de la cabeza y te irías. Manejarías el auto hasta las oficinas del canal, lo dejarías en la puerta del estacionamiento para que alguien lo acomode adentro y después subirías por el ascensor principal hasta la planta en donde todos los empleados te saludarían cual maestra que acaba de entrar al aula. Te escabullirías en tu oficina como jefa de planta y dejarías que el día pase. Tampoco dejarías que pase tanto porque te gustaría salir más temprano que la mayoría y esa vez irías a casa de tus padres que te recibirían armoniosamente con algo rico para merendar. Después te reencontrarías con Agustín vestido con su equipo de la selección de vóley en donde es capitán. Candela avisaría por mensaje que se retrasará en el trabajo y que la cena tendrán que postergarla, entonces Eugenia les pediría que pasen primero por ella. Viajarías con tu hermano en el auto hasta la locación en donde la susodicha estaría filmando su protagónico. Sabrían que se tratará de una serie que se estrenará en alguna plataforma digital y ella sería la cara bonita que seduciría al personaje masculino con el que la mayoría no tendrá empatía, aunque sí la tienen en la realidad porque es un actor de primer nombre que está acostumbrado a aceptar éxitos. No saldrían del auto porque el mundo fan los abruma, así que esperarían a que Eugenia se despegue del gentío de muchachas que le pedirían un autógrafo, y después apretarías el acelerador sin problema de llevarte puesto a alguien. En el restaurante del tío Damián no estaría el tío Damián porque Candela se haría cargo del mismo la mitad de los días de la semana. Le daría indicaciones a los camareros, mientras cuidaría de que Roma no caiga al suelo desde el mostrador en el que está sentada peinando a una muñeca. Ella sonreiría alegremente y sin vestigios de lágrimas al reencontrarse con sus tíos y levantaría los brazos para que alguno la aúpe. Andrés saldría de la cocina con los platos que la familia cenaría y, después de agradecerle, Candela lo besaría en la boca. Así, los cinco cenarían en la mesa reservada de la familia que está en un lateral del restaurante y en la que nadie más podría ocupar porque el tío Damián se encargaría de sellarla con una placa con el apellido. Antes de medianoche, te ofrecerías a llevar a cada uno hasta sus casas, ubicadas en diferentes barrios de la ciudad, y regresarías a Puerto Madero. Te quedarías un rato charlando con los recepcionistas porque tendrían nuevos chimentos sobre un par de vecinos que siempre te generan intriga, y después regresarías a tu piso. Sabrías que Peter volvió de su trabajo porque ves la camisa tirada sobre el respaldo del sillón y después lo encontrarías en la cocina. Estaría vestido solo con un pantalón pinzado y te daría la espalda. Te sacarías los tacos despacito y caminarías hasta él sin emitir sonido. Lo abrazarías por detrás, cruzando las manos por encima de su panza y apoyando los labios en su espalda. Él te saludaría de palabra y después giraría para tenerte de frente. Sonreiría, pero vos no le dirías nada porque estarías esperando a que te bese. Así que cuando lo hace, cruzarías los brazos por debajo de sus axilas para que las manos se sostengan de sus hombros, y él te levantaría una pierna para que le rodees la cintura. Pero cuando al principio de éste párrafo dije que el capítulo "debería" empezar así, es porque claramente nada de esto es lo que sucedió. Bueno, quizás sí la parte sexual. Pero todo lo demás con los futuros tan marcados y exitosos según lo que cada uno pretendía para su profesión, no. Básicamente, porque la vida es mucho más grande que cualquier deseo visualizado en la juventud.

Así que éste último capítulo, en concordancia con la historia que estuvimos contando sobre éstos treintañeros que cada vez tienen más incertidumbres que certezas, realmente sucede así:

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