TRAICIÓN
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Antonella Rinaldi
Me muevo con miedo entre sus labios, no cede así que trato de alcanzar la navaja que tengo en la lencería. Estoy a nada de apartar a Walter de mis labios pero entonces pasa lo que jamás creí que pasaría.
Corresponde al beso, deja caer el arma y se abalanza sobre mí dejando mi espalda contra la pared de cemento. Sus manos aprietan mis caderas y por un momento dejó que se apodere de mi ser. No lucho, no pataleo, no peleó, solo acepto el beso que me está dando el principal enemigo de mi hermano y se supone que el mío.
El corazón me late a toda velocidad, sin mencionar que mi entrepierna se ha vuelto el océano Atlántico. Perdida en el éxtasis me aferro a la cara del alemán que está tan tenso como yo. El sentir como su lengua juega con la mía es como sentirte en el cielo, jamás me había sentido así.
«Joder, debo reaccionar», pero no quiero; anhelo quedarme así mucho tiempo más. Pero mi cerebro no opina lo mismo, por ello mi mano se mueve a la lencería de dónde sacó la navaja.
—Questo è un messaggio di mio fratello.—digo en mi lengua materna, apenas suelto sus labios
«Questo è un messaggio di mio fratello: Este es un mensaje de mi hermano. »
No le dí tiempo a reaccionar, le enterré la navaja en el lado izquierdo de su abdomen. Su cuerpo se contrae y en un movimiento rápido me manda al piso. Como último recurso pateó su pierna, Walter cae al piso tratando de detener la hemorragia.
—Hija de perra.—sus ojos verdes destilan odio
—Deja de joder a la mafia italiana o la próxima vez que nos veamos, será para matarte.—amenace
—Ya veremos.
—No tientes tu suerte, Meyer.—espete
—¡Tenemos que irnos!—reconozco la voz de Dilay, la encuentro a unos metros de mi—. ¡Los Tödliche saben que estamos aquí!
—¿Cómo?
—¿No creíste que no nos daríamos cuenta?—se mete Walter—. Alguien te vendió, Natalia Greco fue asesinada hace dos años por la mafia polaca.
Me quedé paralizada, Adal me vendió información falsa. Le doy una última mirada a Walter, Dilay me tomó del brazo y ambas nos echamos a correr, alcanzamos el primer muro más cercano. Escalamos cómo podíamos, quedó a horcajadas sobre el muro y ayudó a subir a mi amiga.
Múltiples pasos se escuchan a lo lejos y se que es cuestión de segundos para que nos vean. Sin pensarlo mucho me lanzó del otro lado, aterrizamos en la acera y un dolor me abarca todo el brazo. Pero no tuve tiempo para reponerme, levanté a Dilay para seguir nuestro camino.
Recorremos varias calles tratando de no llamar la atención. Agradezco saber correr con tacones sino tendría serios problemas. Reconozco a Geronimo que está fumando afuera de la camioneta.
—¡Geronimo!—le grité
Mi voz no es lo que lo hace reaccionar sino el tiro que lanzan contra Dilay. Mi amiga cae sobre la acera, chilla de dolor y es que una bala le atravesó la pierna, me apuro a ayudarla y a duras penas logramos ponerla de pie.
—¡Suba a la camioneta!—me dice Geronimo
El guardaespaldas carga a mi amiga, no puede disparar así que le quitó su arma y sin pensarlo arremetí contra los agentes que tratan de atraparnos. Varios se van al piso así que aprovecho para saltar a la camioneta, cierro la puerta y basta eso para que Geronimo arranque lejos de ahí.
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OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO]
RomanceDesde que Antonella tiene uso de razón sabe las leyes de la mafia. 1.- Da tu vida por el líder. 2.- Se leal al líder. 3.- Elimina las piedras del camino de tu líder. 4.- Jamás te enamores del enemigo. Esas son unas cuantas de las leyes que regían a...