CAPÍTULO 2

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FRENTE AL ENEMIGO

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Antonella Rinaldi

Al abrir los ojos me topé con la cara de Edmond, se quedó a dormir ya que mi hermano necesitaba su presencia por tiempo indefinido. Mi relación con él no es la más hermosa de todas, de hecho tenemos muchos choques de carácter. Él está acostumbrado a la sumisión de la una mujer, por ello infunde miedo; pero no conmigo, ya que mi carácter es muy explosivo y no me gusta que me ordenen nada así como tampoco que me hagan menos.

Los hombres mafiosos dicen que las mujeres que pertenecen a este mundo criminal sólo tienen dos puestos. Uno: prostitutas o sumisas; dos: las esposas de papel, las que dan hijos y esperan al marido con la cena hecha. Así de machista es esto, no hacen excepciones por nadie, eso me incluye.

Franco ha alegado por mí, la jerarquía lo presiona para que me saqué del clan o mejor dicho de las juntas que tienen ellos. Pero eso no le importa a mi hermano, él fue criado con una frase que es muy cierta.

"Los hombres en la mafia son poderosos, pero las mujeres en la mafia son letales"

Recuerdo esa frase en boca de mi padre y madre, siempre que había una pelea entre mi hermano y yo solían decirle eso. Franco poco a poco fue aceptando esas palabras, incluso me apoyó cuando le pedí que me enseñara todo acerca de la mafia.

—¿Ya vas a levantarte?—me pregunta Edmond, somnoliento

—Sí, debo encargarme de un pedido de Franco.—envolví mi cuerpo en la bata de seda negra

—No vayas, hace mucho no te penetro.—alza la pelvis y veo el bulto que se forma a través de las sábanas

—¿Sabes que hay formas más lindas de pedir que follemos?

—¿Y follar es una?

Negué incómoda, no es un tema del cual me guste hablar con él, sobre todo porque se la brusquedad con la que me toma. No es que me disguste el sexo rudo, es mas bien las intenciones con que lo hace, la forma en que me ahorca hasta cortarme la respiración y su afán porque no me mueva un centímetro. Es una sensación extraña, apenas termina se aleja y me deja ahí como si nada, aunque me porte indiferente me molesta de cierta manera.

No hay besos, ni caricias, ni palabras bonitas; solo penetraciones y agarres fuertes que me lastiman hasta el punto de dejar marcas.

—Tal vez cuando vuelva.—me limite a decir, me encaminó al baño

—Antonella, sólo serán cinco minutos.

«Si, no dudo de eso»

—Ya dije que no.—cierro la puerta del baño a mi espalda

Abro la llave que deja caer el agua tibia, me deshago de la bata y pijama quedando desnuda, me acerco al espejo donde cepillo mi cabello negro que cae sobre mi espalda como una hermosa cascada. Me apuro a darme una ducha, tengo una seria obsesión con bañarme a diario.

Paso el jabón por mi cuerpo y…

—Que ganas de follarme ese culo.—la voz de Edmond me deja quieta

—Edmond, dije que no quiero…

Sus manos recorren mis piernas y se aferran a mis glúteos, me tenso bajo el fuerte agarre pero eso no le importa, siento su miembro contra mi culo y eso me incómoda. De un movimiento brusco me deja contra la pared fría, siento como el glande queda contra mi canal.

—Vamos princesa, complace a tu hombre.

Cierro los ojos con fuerza para tratar de distraerme, hace presión y la punta entra…

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora