CAPÍTULO 35

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VERRAT

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Franco Rinaldi

Sicilia, Italia.

Siento que ha pasado una eternidad desde la última vez que hablé con Antonella, aunque la única verdad es que fue a inicios de Diciembre, ahora inicio un nuevo año y con ello la oportunidad de seguir con mi vida. Pero parece ser que todos los recuerdos se pusieron en mi contra y la recuerdo con frecuencia, después de veintitrés años pasamos nuestra primera navidad lejos el uno del otro, al igual que año nuevo.

Mi hijo duerme junto a su madre, quienes están arropados ante el frío potente que hace en Italia, por mi parte me mantengo en el balcón de mi hermana, viendo caer la nieve dejando una fina capa por todo el lugar del territorio, no es la suficiente como para hacer muñecos de nieve o algo así, pues el mar se mantiene fluido.

Dejó que el frío me abrace, me mantiene nostálgico ante lo que estás fechas significan para mí, recuerdo a cuatro niños corriendo entre risas por la nieve, recuerdo a unos padres abrazados y felices, orgullosos de sus hijos. A una tía corriendo con ellos y a un consejero arrojando nieve, definitivamente fueron los mejores tiempos de la familia Rinaldi.

—¿Jamás piensas llamarla?—mi tía se posa a mi lado

—Por ahora no, prefiero mantenerme alejado.

—Mañana se cumplen veinticinco años desde la muerte de mis padres.—mencionó—. Alessandro Rinaldi, el rey que llevó a la jerarquía italiana a su época dorada.

—No lo recuerdo mucho.

—Eras un bebé cuando murió.—sonrió—. Mi hermano tenía unos veintitantos años cuando ascendió al trono.

—Duró muy poco en el trono.

—Hace cinco años que tu eres el líder.—me miró—. Con diecinueve años ya tenías el deber de cuidar a mucha gente.

—Supongo que así es esto.

—Quería visitar la tumba de mis padres, deben estar muy abandonadas.—comentó—. Iré mañana.

—Será mejor que primero vaya yo, para cerciorarme de que sea seguro.—le sonreí—. Sirve para conocer mis raíces.

—Manarola, el antiguo reino de los Rinaldi.—recordó—. Nadie se ha atrevido a establecerse ahí, es como si los ancestros siguieran cuidando ese lugar.

Me gustaban las leyendas que contaban de Manarola, tenía tanta historia de mi familia que pisar ese lugar era como si te envolviera en el tiempo y te regresará a la época en que una gigantesca mansión se alzaba, parecía más un castillo que una mansión. Había tanto poder en ese lugar que incluso la vibra te hacía sentir pequeño, había Titanes de la mafia enterrados ahí.

Hace años que se quedó en el olvido por muchos, pero no para mí familia, pues de ahí venimos todos, ahí nuestros antepasados se hicieron de un nombre y ese lugar es la cuna de sadismo de los Rinaldi, simplemente un lugar maravilloso para cualquiera. Y moría de ganas por regresar, así que aprovecharía esa vista para recordar lo que fuimos alguna vez, antes de que estuviéramos en peligro de extinción.

—Bien, no olvides visitar a tus abuelos.—me dió un abrazo y me dejó solo

Le envié un mensaje a Kaan, dejando en claro que solo iríamos él y yo a ese lugar, nadie más merecía tocar ese piso sagrado.

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Kaan se pone de piloto del jet, mientras yo me despido de mi familia, tomé en brazos a mi hijo.

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora