CAPITULO 23

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DISTANCIA Y REENCUENTRO

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Antonella Rinaldi

Sicilia, Italia.

En la oscuridad de la mansión me movía con agilidad, Ares estaba dormido en mis brazos así que la tarea era un poco más fácil. Ya todos estaban dormidos, hace unas horas tuve una horrible pelea con mi hermano; en mi cabeza se repite la escena del cómo sus ojos se llenaron de furia y el cómo estaba decidido a lanzarme a mi sola por las escaleras, si no hubiera sido porque me aferré a él, tal vez ahora estaría mal.

«No pienso esperar a que me mate para darme cuenta del peligro que representa», porque ese hombre que me estampó contra la pared no era mi hermano, era el capo de la mafia italiana.

Alcanzó la puerta pero algo llamó mi atención, la foto que descansaba en la pequeña mesa, era de la boda de mis padres. Con los dedos temblorosos alcance la foto y la traje conmigo; al salir había hombres de seguridad rondando la propiedad, me movía entre la oscuridad tratando de no alertar a nadie, recorrí el muro con redadas hasta encontrar lo que busco. Quitó todas las plantas que esconden la puerta que en su momento mi padre hizo, fue rara la forma en que supe de su existencia.

Simplemente, lo sabía, supongo que esa parte no se eliminó de mi cabeza, giré la perilla y está cedió sin problema, al abrir la puerta me topé con un camino de piedras negras, mire una última vez a la mansión sabiendo que yo no regresaba a dormir aquí. Inicie mi camino hasta la ciudad, dónde pedí un taxi y acto seguido me llevó cerca de la pista privada de mi familia. Ahí divisé al piloto que llamé hace unas horas, le di la mano a modo de saludo y entonces ingresé al jet.

—¿Tiene mi dinero señorita?—cuestionó mientras se cerraba la puerta del jet

—Yo jamás falló a mi palabra, te irás con tu familia muy lejos y con los bolsillos llenos.—asegure dejando a Ares acostado en un sillón

—Entonces abróchese el cinturón, siguiente parada Berlín.

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Berlín, Alemania.

—Cómo lo pidió señorita, alejado del centro de la ciudad y el último piso.—me avisó la chica que me guiaba por el departamento

—¿También tiene la vista que pedí?—cuestione al recibir las llaves

—Por supuesto, vista perfecta de la ciudad de Berlín.—aseguró abriendo las puertas del balcón

Quedé fascinada con la vista que me ofrecían, era tal cual pedí el departamento, espacioso, con dos balcones y vista a la ciudad de Berlín. Ahora este sería mi hogar, lo haría mi nuevo hogar, alejado de la amenaza que mi hermano implicaba y sobre todo, mi propio espacio donde podría hacer lo que deseara.

Lo bueno de todo esto, es que nadie me creía capaz de alejarme de Franco por más de un mes, pero ahora lo haría el resto de mi vida, estaba decidida a alejarme de la mafia, renuncie al puesto de sottocapo por intentar tener una vida normal, con fiestas, amigas, ¿y por qué no una pareja?

La chica que consiguió el penthouse se va con una sonrisa por la millonaria venta que acaba de tener, al cerrar la puerta me giré emocionada, tuve que cubrir mi boca para acallar mis risas escandalosas. Como si fuera una pequeña niña me puse a girar por todo el sitio vacío, mientras no dejaba de decir «lo logré».

Me había asegurado de transferir todo el dinero que había ganado a lo largo de tres años con mi cadena mundial clubes, ahora se podría decir que era libre de gastar cuánto dinero desea sin tener la preocupación de que rastrearán la tarjeta, ya que moví el dinero a una tarjeta que estaba a mi nombre, o mejor dicho al nombre de Lea Bennett, así que no debía preocuparme por la mafia o los Tödliche.

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora