CAPÍTULO 42

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IL RE RIPOSA IN PACE

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Antonella Rinaldi

Sicilia, Italia.

Siento que la vida se encarga de castigarme por todo lo que he hecho, por absolutamente todas las malas decisiones que he tomado. Pues cada decisión y cada acción me llevaron a este día, este maldito día, el día en que el karma llega de la peor manera, que me quita todo lo que amo y me arrebata la paz.

Detesto los gritos, detesto la impotencia, detesto la culpa, y todo eso es lo único que me rodea ahora; Bianca está deshecha en el piso, mientras súplica en medio de gritos que Franco despierte. Alessandra intenta consolarla, aunque está igual que ella, ambas destruidas por mi culpa; Gerónimo y los escoltas miran la escena anonadados, pues su líder, su jefe, el capo, por quién daban la vida, está muerto.

Se que estoy llorando aunque no lo siento, se que mis uñas se me están enterrando en la palma de la mano, al punto de lastimarme, pero no lo siento; se que mi corazón late con gran velocidad, pero tampoco lo siento. Lo único que siento, es mi respiración, la que va y viene lento, tortuosamente lento, al tiempo que las manos y piernas me tiemblan, amenazando con fallarme y hacerme caer.

—¡Franco!—sollozo Bianca, con una mano en el pecho y con la otra sujetando la manta que cubría a mi hermano—. ¡No me dejes!

—Bianca… debes calmarte…—pidió Alessandra

—¡¿Cómo quieres que me calme?!—le gritó—. ¡El amor de mi vida está muerto!

Cada palabra es un golpe, un golpe que me va haciendo retroceder, aterrada, sin creerlo, sin asimilar que es cierto.

—¡Franco está muerto!

No sé cuánto retrocedí, pero terminó chocando contra la pared, aturdida, destruida, en el piso, hundida en el dolor. Se que no dejó de llorar, pero es que ni siquiera siento que esté aquí, todo luce tan irreal, como una pesadilla, Alessandra se pone de pie cuando Bianca hace lo mismo. Los ojos oscuros, cargados de furia se dirigen a mí y no doy para reaccionar, pero cuando me doy cuenta, Bianca me sujeta de la chaqueta.

—¡Ordena que lo revivan, hazlo!—me pide con las mejillas húmedas

—Yo…

—¡Haz que despierten a mi esposo!—tira con violencia de mi ropa, haciendo que mi cuerpo choque una y otra vez con la pared

Quiero hablar, en verdad quiero hacerlo, pero estoy en blanco, sin saber qué hacer o qué decir, Gerónimo interviene haciendo que Bianca me suelte pero solo consigue que lo golpeen a él, Bianca está descontrolada, golpeando el pecho de Gerónimo una y otra, este no se inmuta pero cierra los ojos con fuerza, conteniendo las lágrimas. Todo a mi alrededor se distorsiona, la vista se me nubla mientras que mis manos cubren mi pecho, justo por encima del corazón. El cual no me deja de doler, que me corta la respiración y amenaza con detenerse.

—Anto… dime qué no es verdad…—pidió Alessandra quien me abraza—...dime qué no está muerto…

Y ahí es cuando me doy cuenta, yo me vuelvo el soporte de la familia, del clan, me vuelvo quien debe cargar con un clan, una familia, socios, enemigos; me vuelvo la próxima mira del mundo criminal. Mi hermano cayó, el rey cayó y no hubo junta para presentar el nuevo sottocapo, osea que no hay heredero, no hay hijo… No hay un sucesor, o bueno… lo hay, en verdad lo hay…

«Soy la nueva líder del clan Rinaldi», al darme cuenta de esto, terminó alejando a Alessandra, me tambaleó a la puerta, me alejo de todos, mi labio inferior tiembla mientras que busco aferrarme a algo. Terminó chocando con Gerónimo que me sujeta con fuerza cuando el tobillo se me doblaba, lo miró con lágrimas en los ojos, con el alma hecha trizas y con el miedo tomando mi mente.

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora