CAPÍTULO 30

1.5K 110 4
                                    

EL HEREDERO RINALDI

═════•⋆★⋆•═════

Antonella Rinaldi

Dos meses pasaron desde nuestra llegada a México, y hoy por fin regresamos a Europa, las maletas estaban listas y yo estaba dando una última vuelta por el jardín, donde Walter y yo habíamos desayunado, almorzado y pasado tiempo juntos. Lo que teníamos había dado una escala mayor, ahora sentía que lo conocía de toda la vida, en verdad creía que todo estaba tan bien y nada podría arruinarlo.

Pero no todo es para siempre, y aunque no regresamos a una tormenta, si que nos despedimos de este paraíso; me despedí del matrimonio que nos acompañó todo este tiempo.

—Cuídense mucho, niños.—logré captar las palabras de la mexicana—. Ustedes están hechos el uno para el otro.

—Gracias por todo.—les sonreí

—Los santos me dicen que ustedes tendrán mucha felicidad.—escondio un mechón de cabello tras mi oreja—. Y hasta por la felicidad uno debe sufrir.

Nos dimos un pequeño abrazo y junto a Walter abordé la camioneta que nos llevó al jet. El viaje sería muy largo y por ello decidí no usar algo extravagante, opté por una camisa de Walter y unos shorts de algodón.

—¿Lista para regresar?—cuestiono Walter antes de besarme

—Lista, extraño a Ares, Hades y Emma.—respondí su beso—. Por cierto, ¿llevas lo que tú nana te pidió?

—Claro, si no lo llevo es capaz de hacerme volver solo por su vajilla.

—Escogiste una muy hermosa, le va a fascinar.

—Eso espero.—dijo antes de sentarse

El jet se alzó el vuelo, el momento había llegado y estaba entusiasmada de volver, ya que también quería hacer una visita a ciertas personas, ya que en pocos días sería el nacimiento de mi sobrino.

Dormí casi todo el vuelo, Walter veía películas o respondía mensajes de sus compañeros; de vez en cuando me subía sobre sus piernas y lo llenaba de besos, la confianza que ahora teníamos era tanta que poco me importa quien nos viera o si les parecía o no. Yo solo disfrutaba de este hombre tan maravilloso que me había cautivado por completo, mis sentimientos no habían hecho otra cosa que crecer y crecer, y ya no tenía dudas de lo que sentía.

Después de varias horas de vuelo, llegamos a Berlín, dónde apenas amanecía, estaba tan cansada de la espalda que poder caminar resultó ser satisfactorio, el frío de Alemania era intenso, ya que en un mes más sería navidad y parecía ser que este año iba a nevar como nunca antes. Los escoltas de Walter llevan todo a las camionetas mientras él y yo subimos a la parte trasera, la ciudad estaba más linda que de costumbre pues la propaganda de navidad ya estaba siendo promocionada y eso sólo me emocionaba más.

La zona residencial nos abrió las puertas y en el edificio nos ayudaron a subir todo el equipaje, solo llevábamos una meta y era donde iba la vajilla para Emma, las puertas del ascensor se abren dándonos paso al penthouse de Walter, los perros no tardaron en aparecer y cuando ví el tamaño de Ares sentí como el corazón se me hincho de emoción.

—Ares, Dios mío estás enorme.—acaricie al perro que se alzó de patas—. Cómo te extrañe.

—¿Walter?—la voz de Emma venía de la cocina—. ¿Eres tu hijo?

—Si nana, ya llegamos.—aviso Walter mientras acariciaba a Hades

Emma no tardó en aparecer, secaba sus manos en el mandil antes de acercarse con una gran sonrisa, abrazo a Walter y después a mi, estaba muy feliz de verla ya que está mujer era demasiado dulce y buena conmigo.

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora