CAPÍTULO 39

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UBICACIÓN

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Antonella Rinaldi

Sicilia, Italia.

La última vez que ví a mi hermano fue hace poco más de una semana, tiempo que no he perdido, pues mis contactos se han movido e infiltramos gente en Rusia y Francia, envié a Rodrigo a Turquía y Adal se ha mantenido conmigo en Italia, pues desde aquí hemos tratado de dar con la ubicación de mi hermano y Kaan, a base de hackers que hacen todo lo posible por encontrarlos.

No han dado indicios de dónde están, la llamada que recibo tuvo tantos puntos fantasmas que me sería imposible buscar en cada uno, por eso hago lo posible por dar con mansiones y fortalezas en Rusia y Francia, pues son los únicos países donde nadie los traicionaría, se que el asunto de Kesar no durará mucho y por eso debo pensar a toda velocidad.

En tanto Walter no me he comunicado con él desde hace mucho, no sé si está bien o mal, tengo la cabeza enfocada en una sola cosa, recuperar a mi hermano y Kaan. Nada más, ya después podré buscar a Walter otra vez y explicar mi ausencia, mientras tanto me concentro en lo que es importante.

—¿Tu recuerdas algún lugar, Adal?—cuestioné al alemán

—Todos los que conozco se los dije a los hacker, si no están en esos debe ser obvio que están más escondidos que una rata.—dijo

—Si, lo sé, pero debe haber otro, uno donde no estamos buscando.

—Te garantizo que no estarán en algún lugar que nosotros conozcamos, fueron meses donde no supimos nada de ninguno, es obvio que movieron sus piezas a su favor para llevar este plan a cabo.

—Tengo el presentimiento de que alguien nos está traicionando, que pertenece a la jerarquía.—admití

—La jerarquía no es estúpida, ya vieron de lo que eres capaz y ahora lo último que harán es traicionarte.

—Es que no puede ser que supieran cuando y donde capturar a Franco.—me puse de pie—. ¿Cómo supieron que estaban en Manarola? ¿Cómo supieron que no tenían seguridad? No puede ser coincidencia.

—Claro que no, todo se acomodó a su favor y sabemos que en la mafia, las casualidades no existen.

—Ya sé, es simplemente imposible que hayan podido llevarlos así como así, sin que nadie dijera nada.

—Primero tratemos de recuperarlos, ya después nos encargaremos de quién sea que nos haya traicionado.

—Bien, mejor regresemos con los hackers, tal vez podamos ser de ayuda.

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Horas dónde veo pantallas, dónde la cabeza me empieza a doler al punto que creo que me va a explotar, incluso siento que veo borroso ante tanta información que los hackers buscan, y es tanto que no absorbe nada de lo que me dijeron, estoy tan cansada, no he dormido desde que llegué a Italia, tampoco he ingerido comida o agua, me mantengo despierta la mayor parte del tiempo buscando formas de encontrarlos que ya hasta siento que pasó una eternidad.

Caigo en cuenta de que seguir buscando de esta manera solo es una pérdida de tiempo, por ello apenas entró a la mansión de Sicilia me muevo al sótano dónde está Kesar. Está en una celda, amarrado de un pie a los barrotes, con un tubo golpeó el hierro que lo hace despertar sobresaltado. Apenas me ve intenta hacerse el fuerte, pero mis hombres lo sacan a rastras.

—Ya perdí mucho tiempo y no he conseguido nada.—comenté—. Así que tú, querido primo, serás mi guía.

—¡No diré nada!—me gritó

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora