EPÍLOGO

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Narrador: Tercera persona

Creerte indestructible es un error que muchos cometemos, creer que nadie puede contra ti es algo que creemos para sentirnos superiores. Tanto así que llega el punto dónde nos olvidamos de lo que somos, humanos, y nos volvemos propensos al amor, a la traición, a la felicidad y a la tristeza.

La vida es una montaña rusa llena de emociones, puedes llegar a lo más alto y caer a lo más bajo, usualmente solemos desesperarnos al estar abajo que no nos damos cuenta que estamos subiendo. Y cuando estamos arriba nos sentimos tan superiores que creemos que nadie puede contra nosotros.

La vida está llena de ciclos, de un círculo vicioso que se repite una y otra vez, hasta que decides hacer lo que tu crees mejor. Eso mismo le ha pasado a estas personas, algunas tocaron fondo y no vieron salida, y mientras otros se creían superiores tuvieron su rápida y dolorosa caída.

En alguna parte del mundo, Kaan Uzun empieza su rehabilitación para caminar y recuperar su vida, Alessandra lo acompaña en cada paso, mientras que Bianca y Franco Jr son el motor de ellos dos a ser fuertes y no rendirse, un poco más lejos, Gerónimo Rizzo siente la culpa de haber dejado sola a la persona en quien más confiaba, cree que pudo cambiar sus ideas, aunque la verdad es que nada la hubiera hecho cambiar de parecer.

Al otro lado del mundo, Aarón McQuaid inicia su ascenso como patrocinador en el deporte del patinaje artístico, preparando motores para lavar el dinero que algún día espera que Antonella le entregué. En el fondo se siente culpable de no haber hecho más por los hermanos, tal vez pudo evitar la muerte de Franco, tal vez pudo hacer cambiar de parecer a Antonella. Todo se queda en simples suposiciones, porque ya todo pasó y no hay manera de reparar el pasado.

En el continente europeo, más específicamente en Francia, Edmond Blanc empieza a ganar territorio, su nombre empieza a sonar como el nuevo rey, Dilay se mantiene firme a su lado, como una bella sumisa que espera que la respeten como si fuera una mujer de la mafia.

Un poco más lejos, en Rusia Fiodor se lamenta la muerte de su familia, perdió a su esposa y a su hijo en manos de los hermanos Rinaldi, de los que conocía desde que nacieron y que cuando la muerte de Franco Rinaldi se anunció, le dolió tanto como cuando perdió a su antiguo amigo Marco. La culpa lo carcome cada día que pasa, pues él pudo evitar tanta sangre, él pudo salvar a su familia, pero escogió el bando equivocado. Y tal cual Antonella se lo dijo, si ella se quedaba sola, él también y así fue, ambos están completamente solos.

Más allá, en Alemania un capitán se ahoga en copas, en vinos y whisky caros, buscando la forma de arrancarle a la italiana corazón, porque la ama, y se arrepiente de muchas cosas, pero no se arrepiente de haber dado la ubicación de Franco Rinaldi. Los últimos días ha bebido más de lo que en toda su vida, todos dirían que el capitán morirá de un coma etílico, pero todos los días despierta con la imagen de Antonella en la cabeza. Extraña todo de ella, toda su persona, pero es un hombre tan orgulloso que primero se pega un tiro antes de admitirlo. Y mientras bebe otra de sus botellas, las notas musicales de Stand By Me, inundan sus oídos, recordando las veces que bailó con Antonella.

«Lo jodió», y lo sabe, pero ya no se puede regresar al pasado ni convertirse en el Walter que creó para enamorar a Antonella, porque simplemente ese no era él.

Y en medio del enorme desierto del Sáhara, en la prisión de máxima seguridad y más específicamente en la sala de torturas, golpean a la mujer que ocasionó todo esto, los golpes van y vienen, le rompen el labio, le abren la piel, lastiman su cabeza, hacen de su vida un martirio como desde que llegó a ese lugar. Ella ya no grita, simplemente se traga el dolor, pues sabe que no van a parar hasta que el tipo que la observa desde el segundo piso lo ordene, la arrastran e insultan de tantas formas que ya perdió la cuenta. El recuerdo de su hermano sigue latente, al igual que la culpa y el arrepentimiento de no haber matado al hombre que jugó con sus sentimientos y que aún así sigue amando.

No sabe hace cuánto que la lastiman así, no sabe hace cuánto que llegó a ese lugar, ha perdido la noción del tiempo y realmente no le importa, lo que le hacen sirve para olvidarse un poco del dolor que lleva en el alma, aunque cuando la regresan a la celda oscura se vuelve a hundir en la depresión de todo lo que perdió. Le duele saber que si tan solo hubiera tomado otra decisión su hermano estaría vivo y tal vez… Walter no se le hubiera enterrado el corazón como lo hizo.

«Supo fingir tan bien», piensa ella, aunque no se da cuenta que no todo se basó en una mentira, porque hasta en eso había algo de verdad, aunque ya no sirve de nada, pues todo lo que construyeron en ese año, se esfumó cuando el plan París quedó al descubierto.

Ahora algunos ríen después de llorar, celebran después de perder. Mientras que otros lloran cuando en su momento rieron, y se lamentan su derrota cuando en su momento fueron ganadores. Así de jodida era la vida, pues así como da te quita y no puedes hacer nada.

Incluso me gustaría decir que piensan los muertos, pero eso sería muy irreal, porque… nos daríamos cuenta Franco estaba cansado, ya no quería seguir peleando y seguir fingiendo ser el gran rey que aparentaba. Claro que amaba a su familia, pero muchas veces estamos tan cansados que no pensamos en nadie, por eso se rindió, por eso no se aferró a la vida y se dejó ir. Ahora está reunido con su familia, sus padres lo extrañaban y aunque es muy pronto para un reencuentro solo les queda disfrutar de la eternidad mientras hacen lo posible por darle la fuerza que tienen a esa hija que más los necesita.

Marco se lamenta de ver a su princesa tan destruida, pero sabe que es necesario, porque para poder vencer debemos ser vencidos, para poder ser fuertes debemos ser débiles, para ser ganadores debemos perder; y para estar en la cima, debemos estar en el piso.

Y por ello sabe que está caída, solo es una de las tantas que tendrá su hija, porque si ser poderosos fuera fácil, todos los serían; sabe que su princesa podrá con esto, porque a fin de cuentas… es una Rinaldi.

Y algún día será la reina de la mafia.

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Nota de Autora:

Y así hemos acabado con el primer libro de la Trilogía Obsesiones.

En un rato más subiré un anuncio en la siguiente parte así que vayan a leerlo cuando se publique pues hablaremos acerca de lo que se viene.

Besos ❤️

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora