CAPÍTULO 36

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IL RE CADDE

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Franco Rinaldi

Manarola, Italia.

Sigo anonadado por el lugar, está tan lleno de recuerdos que simplemente no puedo imaginar que tanto poder teníamos como para darnos tremendo lujo. Me paseo por el mausoleo familiar, dónde las tumbas son más de las que puedo contar, sin problema este lugar tiene el tamaño de mi mansión en Sicilia, y es impresionante la cantidad de gente que en su momento alzó el imperio Rinaldi, de entre todas hay pocas que sobresalen, lo más alejado de la puerta, en una especie de trono yacen dos tumbas que se de quienes son.

Me acercó con dos ramos de rosas rojas, el color que solemos usar en la mafia para mostrar respeto a los caídos, subo los escalones hasta quedar frente a las tumbas de mármol pulido, con una placa de oro y pequeños diamantes adornando. Dos fotos en un pésimo estado relucen por encima de las tumbas, el cristal está sucio y el oro parece cobre ante el polvo. Dejó los ramos sobre las tumbas antes de leer las lápidas.

Alessandro Rinaldi

"Cómo rey naciste y como rey morirás"

Narcisa Rinaldi

"Todo rey necesita una reina que sea su soporte, pero sobre todo, su más leal compañera"

Quedó embelesado ante las fotos de mis abuelos, Narcisa reluce un cabello azabache tan oscuro como la noche misma, ojos verdes que te hipnotizan a través de la foto. Alessandro reluce el cabello rubio, parece que el sol iluminaba más esa melena; y los mismos ojos azules claro que poseemos los hombres Rinaldi. Sin duda ellos son el claro ejemplo de que los buenos genes siempre serán más fuertes, me gustaría quedarme pero no me gusta estar lejos de la seguridad que mi ciudad me brinda.

—Ojala hubiera podido conocerlos más, apenas si los recuerdo.—murmuré pasando las yemas de mis dedos por las tumbas—. Me encargaré de recuperar este lugar, que sea tal cual lo dejaron, abuelos.

—Franco, Alessandra no deja de preguntar si puede venir.—Kaan me interrumpe

—Dile que si, no hay ningún tipo de alerta.—dije

—Bien, prepararé todo.—se va

Miré una última vez las tumbas que me rodean, guardó el debido respeto antes de volver a cerrar las puertas de cristal, me fui del mausoleo para entrar a la mansión y recorrerla, apenas alcanzó a subir dos escalones cuando…

Mis ojos se esfuerzan por ver hacia el sol, un pequeño punto oscuro se va haciendo más grande, está avanzando y la piel se me eriza ante los motores que suenan a lo lejos, Kaan se me une y no dudo en desenfundar el arma. No pierdo de vista el punto, tengo la necesidad de correr y esa necesidad toma fuerza al reconocer las aspas que se mueven a mi dirección.

—Kaan…—intentó decir cuando se repente una explosión me hizo tambalearme

—¡Corre!—Kaan tiro de mi brazo para llevarme a la vegetación que rodea el lugar

—¿Qué carajos está pasando?—cuestioné, la respuesta llega como un golpe cuando las puertas oxidadas salen a volar

—No puede ser, no puede ser.

Lo que yo creí que era un punto oscuro se vuelve grande y dejando ver el helicóptero que se acerca a gran velocidad, por las puertas entra un grupo de hombres vestidos de negro, con armas en mano y cubiertos de la cara, mi primer instinto es alzar el arma, definitivamente son los Tödliche, tienen que ser ellos.

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora