OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO]

CAPITULO 20

DECISIÓN

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Antonella Rinaldi

Dejó que el cachorro muerda mi dedo, sus dientes ya están creciendo y debe tener mucho comezón por ello; a cada de nada me arranca una sonrisa, sigo sin asimilar que tengo un cachorro, aún mejor que lo recibí por parte de Walter. Me di cuenta de que él realmente me escuchaba en cada plática y vaya que me sorprendió.

—¿Desea desayunar señorita?—cuestionó la empleada de Walter

—Suena bien Emma.—accedí dejando el cachorro con su papá, al que no tardó en morder las orejas y patas, me aguantó la carcajada cuando Hades me miró

Me encamine a la cocina del penthouse de Walter, hace unas horas conocí a Emma quien resulta ser su empleada desde hace mucho tiempo, es una mujer un poco mayor, tiene ya varias canas y su piel un tanto arrugada, pero no pasó por alto sus ojos castaños que son lindos. La mujer está sirviendo el desayuno mientras yo sirvo el café.

Cuando me desperté ayer Walter no estaba, al principio me moleste pero entonces recordé que él tenía una vida y un trabajo, mismo que implicaba atrapar a mi hermano pero parece ser que poco me importó ya que hoy es el segundo día que despierto aquí.

—¿Hace cuánto conoces a Walter?—cuestioné tratando de dejar el silencio atrás

—Desde que era un niño, solía cuidarlo la mayor parte del tiempo, antes de que su padre iniciará con sus horribles entrenamientos.—comentó—. Vi como de ser un niño común pasó a ser un asesino a sueldo por parte del FBI.

—Debió ser difícil.

—Mucho, porque cuando tenía cinco años sus ojitos brillaban de pura ilusión, amaba a sus padres y hermana; pero cuando Eric decidió enlistar a su hijo en el FBI ese brillo se acabó con todo lo que le hicieron para según él "ser el mejor".

—¿Qué fue lo que le hicieron?—fruncí las cejas

—No me corresponde a mi decírtelo, eso ya lo hará Walter cuando se sienta listo.—me dió una pequeña sonrisa antes de dejar los platos sobre la isla—. Si eres tan importante como creo, no tardará mucho en hacerlo.

Me tragó las ganas de decirle que no somos nada, pero me lo guardo y empiezo a ingerir la comida, está delicioso y disfruto cada bocado. Justo cuando estoy por terminar las puertas del ascensor son abiertas, eso me pone de pie de inmediato y me quedo fría al ver entrar a Walter con el uniforme táctico negro, que está lleno de sangre.

Emma aparece dejando fruta sobre la isla y se da cuenta de que apareció el dueño del lugar, Walter la ve pero a mí no, ya que tengo una mesa con un jarrón cubriendome.

—Hola hijo.—saludó Emma a Walter

—Hola nana, ¿cómo estás?—responde Walter muy educado

—Todo bien cariño, de hecho…—me hace una seña para que salga—. La chica que trajiste hace dos días…

—¿Ya se fue?—el tono no me gustó nada—. ¿Y no se llevó al perro?

Por impulso terminó saliendo, Walter explayó los ojos cuando su vista me encuentra, mientras que yo solo me cruzo de brazos ante la falta de respeto a mi cachorro.

—Creí que habiamos acordado que se llamaría Ares, no perro.—espete

—Antonella, sigues aquí.

—Si, de hecho déjame decirte que irte sin avisar y dejar a tu visita sola es de muy mala educación.