CAPITULO 47

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DESDE MIS OJOS

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Walter Meyer

No se me va a olvidar la llamada que recibí, avisando dónde estaría Antonella, esperándome para hablar, planeaba ir solo pero vaya sorpresa que estaba en plena junta y no me quedó de otra más que ir con todos los malditos escuadrones.

Cuando la ví sentada en aquella terraza me di cuenta que algo iba mal, pues no sé sorprendió ni un poco al ver el batallón que fue esperaba por ella, pero supe que todo iba realmente mal cuando al verme sonrió como si tuviera a su presa frente a ella.

Pero supe que era momento de dejar caer la máscara conforme me relataba el plan París, pues estaba en lo correcto, todo era verdad y me impresionó que supiera todo, pues me demostró que además de ser una cara bonita, era inteligente.

—Yo solo me di cuenta de lo que te hacía falta y eso te di.—me recargue en la silla, dejándome ver lo que realmente soy—. Alguien debía mancharse las manos.

»Sabía que si caías tu, caería tu hermano. Aunque subestime tu lealtad y tuve que cambiar de plan de último momento, tuve que unirme con…

—Edmond y Fiodor, para poder acabar con mi hermano.—terminó por mi—. ¿Entonces realmente diste la ubicación de mi hermano?

Ya no hay vuelta atrás, es momento de perderla.

—Si, fui yo. Tenía que hacer mi trabajo.—sin dejar de verla a los ojos le doy la respuesta que quiere—. A fin de cuentas, todo está hecho y yo cumplí mi misión, acabar con los hermanos Rinaldi.

La veo respirar hondo, cierra los ojos y cuando los abre sus ojos ya lucen rojos y llenos de lágrimas, me tragó el sin sabor que eso me causa y me pongo de pie, la miró con indiferencia, pero con un cúmulo de emociones luchando por salir.

—Antonella Rinaldi Petrova, quedas arrestada por nexos con la mafia, asesinato y tráfico de armas y estupefacientes.—declaró mientras Adeline le pone las eposas—. Avisa al director del FBI que atrapamos a Antonella Rinaldi.

—¿Realmente me crees tan idiota?—se burló—. Un año y no me conociste lo suficiente, tu no me atrapaste, yo me entregué.

Adeline se intenta llevar a Antonella, pero la italiana se detiene para verme, sus ojos verdes que tantas veces me miraron con amor, que brillaban de emoción cada que aparecía, que me reflejaba en ese hermoso prado mágico no son lo que veo, porque la piel se me eriza al ver el odio que Antonella carga en los ojos, odio puro. Y esos ojos que brillaban ahora lucen tan oscuros que me dejan frío.

—No tienes idea de lo que hiciste, matar a Franco fue tu peor error.—se dirigió con la voz temblando de rabia—. Desequilibraste la mafia y eso te va a salir muy caro, habrá muertos y ríos de sangre, porque no hay un alfa que los deje quietos, el poder se lucha en una guerra sanguinaria.

»Por eso me entregué, porque yo no pelearé la guerra que tú causaste, y más pronto de lo que crees verás porque te lo dije, protege a los que amas porque si no lo haces, sus cabezas te van a llegar en una linda caja de regalo.

Me quedo callado, aceptando su odio hacia mi, porque a fin de cuentas yo fui el que provocó esto. Se llevan a Antonella y me quedo ahí hasta que caigo en cuenta de que caí en mi mismo plan.

Antonella no fue la única que se enamoró, porque yo también caí en sus encantos, caí en su risa, en sus caricias, en sus besos, me enredé tanto que al final también me enamoré de ella.

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Son días difíciles, tenemos en nuestras manos la noticia de la muerte de Franco Rinaldi, pero no me siento cómodo de anunciarlo; me mantengo callado mientras el director y el subdirector del FBI dan una conferencia.

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora