CAPITULO 13

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Stand By Me - Ben E. King

QUÉDATE A MI LADO

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Franco Rinaldi

Sicilia, Italia.

Aspiró la línea blanca que descansa sobre esa madera, el polvo viaja por mis fosas nasales hasta perderse dentro de mí sistema. La paz llega de inmediato y el peso sobre mis hombros desaparece, me relajo en el asiento, mientras mi mente me lleva al limbo dónde la paz es lo único que existe.

Llevó la botella de whisky a mis labios dando un largo sorbo al líquido. La ausencia de mi hermana me ayudó a dejar de estar sobrio con la droga; así que podía aspirar cuando quisiera, beber cuando se me antoja sin ver la decepción de aquellos ojos verdes.

Alguien llamó a la puerta, pero no di para contestar, simplemente fue abierta y por ella entro Bianca, la mujer de cabello rubio y ojos negros entró con un mini vestido y zapatillas altas, cómo de costumbre lucía hermosa.

—Amore mío.—se acercó, provocativa—. Te extrañé mucho.

—Ven aquí principessa.—señale mi regazo, rápidamente se acercó

Sentí como mi verga despertaba con la cercanía de Bianca, acariciaba sus muslos mientras la incitaba a tocarme.

—¿Por qué estás tan callada?—pregunte mientras sacaba uno de sus senos

—Debo… debo decirte algo…—dijo casi en un susurró

Mis movimientos se detuvieron al instante, estaba tensa y un tanto pálida, eso no me dió buena espina así que la bajé de mí.

—Pues habla ahora.—exigí

—Amore… hace ya un par de días que…—la voz se le cortó—... que mi periodo…

«¿Qué hiciste Franco Rinaldi?», la preocupación me nubló los sentidos, el miedo me alejó de la cordura. No medí mis movimientos y terminé tirando de Bianca con demasiada fuerza, la estampo contra la pared donde ella terminó llorando.

—Dime que no vas a decir esas palabras.—pedí, sus ojos negros estaban rojos y llenos de lágrimas

—Lo siento… no sé qué pasó.—añadió en un sollozo

—Bianca…

—Estoy embarazada desde hace doce semanas.—dijo casi sin aliento

Inmediatamente la solté y me alejé de ella, Bianca terminó cayendo al piso entre sollozos llenos de dolor. Pero yo solo tenía una cosa en la cabeza, un juramento que había hecho para mí mismo.

«Fallaste», es lo único que puedo pensar. Ni siquiera le falle a alguien más, me falle a mi mismo cometiendo este grave error.

—Se que juntos podemos arreglarlo.—se acercó Bianca, tomó mi cara entre sus manos—. No me dejes sola en esto.

Quiero responder pero algo me lo impide, solo viajo a antiguos recuerdos y entre ellos aparece mi madre. Ella misma es quien me dice tan verdaderas palabras.

«—En este mundo siempre se culpa al eslabón más débil, si una prostituta quedase embarazada de tu padre, automáticamente la culpa es de ella.—Tomó mis manos con las suyas—. Pero el verdadero culpable es el mismo que se aleja del problema.

»Tu no serás así hijo mío, tú serás responsable de tus acciones, porque un verdadero hombre no es aquel que más poder posee, es aquel que enfrenta sus problemas.»

OBSESIONES QUE QUEMAN [1°] [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora