ㅤ⠀ ⠀ㅤ⠀ ⠀𝙀𝙉 𝘿𝙊𝙉𝘿𝙀 Freya Henderson junto a su equipo especializado tienen que rescatar a Ashley Graham, además de al desaparecido Leon S. Kennedy en España.
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━━ Géneros: Acción, suspense, terror, romance & drama.
━━ Es...
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SUS PASOS FUERON RÁPIDOS, PERO SIN MOSTRAR mucho su presencia, dentro de lo que podía. El único camino que tenía disponible era por donde aquella criatura había pasado, y sinceramente, no tenía ganas de llamar su atención. Comprobar la fuerza de otro ser no estaba dentro de sus planes actuales. Para ella animales mutados por un virus quedaron atrás y en su mente, en lo más profundo de sus sueños.
Habiendo dos puertas, decidió comprobar si por algún casual ambas estaban atascadas; tuvo suerte, solo una tenía esa condición, siendo que la otra podía abrirse con tranquilidad. Así hizo, cruzando el marco hacia una de las salas más raras que había visto hasta ahora en aquel castillo. De pronto, el sonido de algo activarse la alarmó, junto a algo afilado traspasar el aire. Su respiración aumentó de velocidad, pasando sus ojos por la zona por donde entró, encontrandola cerrada por unas rejas gruesas. La puerta del final y su otra salida estaban igual.
¿Acaso era una trampa de Leon?
No podía saberlo con certeza, podía simplemente estar jugando con ella antes de matarla. Sujetos así de perturbados existían.
Buscó con la mirada alguna forma de desactivar aquello que le impedía marcharse, pero solo habían cuatro pedestales en el medio con copas de color dorado brillante ─y un tanto desgastadas─ en cada una. Debajo, había algo escrito, pero como no lo entendía, era como si no hubiese nada.
Frunciendo el ceño, cerró los ojos por dos segundos, mentalizandose. Un puzzle, estaba segura... tenía un aura a los de la mansión pero más extraños.
─── Como me gustaría tener a Ives aquí.─── Musitó para sí misma.
Le haría más fácil el trabajo de escapar, porque su conocimiento en español era muy poco por como se pudo comprobar con anterioridad. Hizo su esfuerzo, pero nada, era como ver un jeroglífico borroso; así de exagerado.
¿Ahora qué? Podía hacer cualquier cosa para resolverlo, pero eso significaba la muerte asegurada o quién sabe. Si eran igual de retorcidos que los que vivió hace años, tendrían gases venenosos, serpientes, trampas por allá con pinchos, etc. Así que trató de buscar la lógica, si no podía traducir, al menos relacionar cosas con lo que veía a simple vista. Eran copas, cuatro.
Copas.
Repitió esa palabra en su mente varias veces, tal como un disco rallado. Moverlas no creía que sirviera, necesitaba otra cosa.
