ㅤ⠀ ⠀ㅤ⠀ ⠀𝙀𝙉 𝘿𝙊𝙉𝘿𝙀 Freya Henderson junto a su equipo especializado tienen que rescatar a Ashley Graham, además de al desaparecido Leon S. Kennedy en España.
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━━ Géneros: Acción, suspense, terror, romance & drama.
━━ Es...
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ㅤ⠀ ⠀ ㅤ⠀ ⠀ ㅤ⠀ ⠀ ㅤ⠀ ⠀ ㅤ⠀ ⠀ SACÓ EL CUCHILLO MILITAR DEL CUERPO INMOVIL del sujeto, impregnado hasta la empuñadura de sangre extraña. Daba unas arcadas a cualquiera que viera o tocara ese líquido, por lo que la castaña aguantó una con mucha fuerza. Sacudió el objeto con tal de limpiarlo levemente, viendo más rentable pasarlo por su pantalón negro sin pensar mucho en ello. Cuando estuvo presentable, lo tomó con las dos manos para revisarlo; la serpiente o lo que fuese ese dibujo, estaba estampado cerca de donde se agarraba. No había duda de que era el mismo que tenía apuntando al agente especial antes de despertar en la celda.
Mantenía su cinturón curiosamente, pero Freya no guardaría algo tan valioso a la vista de todos. Pasándolo por dentro de la bota desgastada, escondió el puñal.
Sentía todo el cuerpo adolorido, como si se hubiera golpeado incontables veces contra algo. Aunque no le sorprendía que hubiese sido arrastrada de mala manera hasta allí, pues incluso su pelo estaba hecho un nido de pájaros. Lo que menos le preocupaba era el aspecto, se centró en las heridas que se abrieron un poco de más. El trabajo de Gareth no sirvió de mucho para su lamento.
Pasando por encima del cuerpo muerto, esquivandolo claro está, notó un pinchazo en la pierna derecha.
¿Un esguince? Hasta ahora no lo había percibido. Pero no le impedía andar o correr, así que muy grave no sería según ella. Pese a ello, se permitió ir a paso lento, admirando ─si es que se puede decir de esa forma─ el lugubre lugar. Las celdas vacías contenían artefactos de tortura, camillas ensangrentadas y estaba segura de haber visto hasta restos de huesos apilonados en una esquina.
Llevarla allí y dejarla atada...
Miró sus muñecas con marcas rojas muy notorias, aún con grilletes adornandolas. Parece que se iba a quedar eso un buen tiempo ahí, signo de que fue prisionera.
Cada vez que pasaba por más habitaciones espeluznantes, veía una puerta que portaba gritando la palabra "salida" a ojos de la chica, pero se encontraba un tanto lejos aún. Era un alivio en su ser saber que podía escapar de ese diminuto infierno, a pesar que daría paso a otro más grande. No tardó en llegar al otro lado del metálico acceso, apoyándose en una de las paredes agotada. La pierna le pedía descansar un minuto por lo menos, y ella iba a conceder su petición.
