Capítulo 7 ─ El poder de uno mismo

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Estamos por completar el volumen queridos lectores, el final del capítulo será lo mejor sin duda.

Hubo un problema en wattpad y no pude subirlo hasta recién, lo siento pero culpen a la única plataforma que conozco.

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Cuando Russell era niño, él, junto con otros chicos, se infiltraban en el coliseo de la capital del imperio Avrora.

Un lugar enorme que abarca a más de 100 mil personas.

Dicho lugar era al principio un club para hombres, donde se realizaban actos secretos y oscuros de la alta nobleza.

Pero un día el emperador de esa época lo abrió al público.

Se estaban quedando sin dinero, y abrir las puertas a un espectáculo similar a una carnicería generaría ingresos económicos verdaderos sin necesidad de subir impuestos ni generar revueltas.

Al principio hubo varias actividades que hubieran, muchas de ellas fueron eliminadas ya que era repulsivos, involucraban actos sexuales.

Pero la actividad que quedó fue la que unió a toda la nación antes de la reforma imperial.

Gladiadores.

Hombres bravos y viriles que luchaban a muerte para ganar su derecho a libertad.

Todos eran esclavos, desde criminales a personas que se vendieron para darle a su familia ese dinero.

Para esos hombres era normal acumular deseo sexual, así que llevaban prostitutas para saciar sus deseos.

Una de esas prostitutas dio a luz a un niño allí, el cual como no tenía hogar lo hicieron convertirse en gladiador.

Esa historia era conocida por todos.

Russell quería verlo ya que decían rumores que sería su último día antes de su jubilación.

Allí, en ese enorme terreno repleto de arena con olor al metal de la sangre impregnada.

Observaba como un hombre anciano rompía cráneos, fracturaba espaldas, pantorrillas, codos y hasta clavículas con sus manos desnudas.

Él conocía por rumores acerca del arte marcial que se enseña en el imperio, el "Puño Imperial" el cual se practicaba allí.

Para Russell, esa forma de luchar era tanto hermosa como mortífera.

Él lloró al ver a ese hombre anciano ser aclamado por todos mientras un rastro de sangre e intestinos adornaba su alrededor.

Y ahora mismo ese hombre está parado frente a él.

◇◇◇

─ ¿Qué haces aquí?

Preguntaba Russell a Cedric.

El mayordomo no le respondió, solo se bajó el cuello de su camisa para enseñarle una marca de esclavo.

─Después de mi último día en el coliseo, el emperador me vendió, dijo que estaba demasiado viejo.

─Me compró el vizconde y gracias a él, para no generar sospechas recibí un trabajo y un apellido.

─Cedric Zora Valkenheim es el nombre con el que me bautizaron en este país.

─Para mostrarle el trato humano con el que fui recibido, acabaré contigo.

Russell se enojó al ver cómo fue comprado el hombre que respetaba.

La ambición del Dios de la EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora