La ambición del Dios de la Espada

Capítulo 14 ─ Castillo de las Tinieblas

¡Cómo se encuentran mis queridos lectores!

Lamento haberme desaparecido, pero seré breve.

La semana pasada, casi regresando a casa fui asaltado, la sabandija me puso el revolver en la cabeza, no tenía nada, solo centavos, y quería que le dé el celular(que no traía) le decía que no tenía nada pero insistió hasta que me golpeó con la parte de atrás de su arma y luego cerca mío me amenazó disparando a un lado(si, estaba tatuado y hablaba como si ni supiera pronunciar vocales, luego me dicen clasista por señalar) en eso llegó un patrullero y el tipo tomó mi maleta y regresé a casa confundido.

Al día siguiente pude sentir como mi cabeza zumbaba e incluso sentía que "alguien" me manoseaba el cráneo, fui donde el doctor y me dijo que pasé por un momento traumático y me dejó con ansiedad (explicando porqué temblaban tanto mis manos).

Me dijo que me tome unos días libres de cualquier actividad y mis padres quisieron aprovechar para ir a la playa y recién regresamos ayer.

Lamento la tardanza, pero gracias a "eso" pude sentirme relajado. E incluso renovado, ya que pude pensar en el desarrollo de mis obras y lo mucho que significan para mí.

Tal vez no lo entiendan, pero cada obra que escribo es una parte de mí que manifestó en palabras y entrego. Es como casi sentirse como un hippie, pero que en verdad me siento feliz y no quisiera dejar de escribir por nada del mundo.

Por eso, morir no está en mi lenguaje hasta el día en que esté ciego, no pueda moverme y mi último respiro dé.

Ahora que me lo saqué de mi sistema, vamos con el capítulo.

Será un poco fuerte, pero recuerden, es por el bien de la trama.

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─ ¡Debo dejar de abrir mi bocota!

─ ¡Allí vienen!

Después de declarar que sin duda lograría obtener la sangre del conjugador, me adentré al castillo.

Entrar fue sencillo y subir hasta el segundo piso, a partir del tercer piso fue donde todo se complicó.

Una oleada de monstruos horrendos y deformes similares a perros me atacaban.

Usé la espada mágica que me dio Luvia, la espada tenía la habilidad de crear ataques mágicos elementales dependiendo de qué comando de voz diga.

Era muy útil, pero usaba en parte mi energía vital por lo que debía descansar cada cierto tiempo para evitar caer inconsciente.

Los monstruos con varios ojos y forma de perro se me acercaron y rápidamente corté en dos a uno.

Luego a otro le corté la garganta y a los que quedaban los ataqué con un poder relámpago que sale de un círculo mágico en el techo.

No podía relajarme, más de ellos se acercaban.

─Por aquí.

No estaba solo, Luvia envió a un familiar de ella para que me hiciera compañía, un murciélago.

Los familiares son animales que hacen de oídos, ojos y voz del conjugador.

Gracias a este murciélago, Luvia puede usar su radar y así detectar cualquier señal débil de poder mágico.