Capítulo 30 ─ Ocho Grandes Caballeros

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Poco a poco el clímax del final llega, lo mejor del arco recién está empezando.

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El Imperio Walt es conocido por ser la nación de la guerra. Un grupo de tribus enemigas se unió debido a la expansión de pequeños reinos que las expulsaban de sus tierras.

Por ello, tuvieron que unirse para hacerles frente. Eran doce tribus las que, al haber creado un pequeño país, tenían la obligación de tener un gobernante, por lo que decidieron tomar una elección: matarse mutuamente y el sobreviviente sería el gobernante total.

Debido a esa masacre, el rey decidió convertir su país en un imperio ya que tenía la visión de apoderarse del mundo.

Con el paso del tiempo, esa nación se fue convirtiendo en un país de mercenarios, ya que ellos luchaban por dinero y, al mismo tiempo, lograban obtener contactos de todo el mundo. Esa pequeña nación era un enemigo formidable.

Es por eso que en esta generación surgió una nueva camada de guerreros mercenarios. Se hacen llamar los ocho grandes caballeros.

El comandante de ellos, un hombre alto de cabello marrón, ojos verdes y barba de candado, de nombre Lambton, miraba la situación inesperada que ocurrió.

El cuchillo que lanzó rozó mi oreja.

Sus palabras tras arrojar el cuchillo fueron como un balde de agua helada que te cae de repente.

Nunca había visto a este chico. Vine porque tenía el objetivo de eliminar al comandante de los caballeros carmesí, pero que alguien no solo sepa quién soy, sino que mostrara que sabía que venía aquí.

Lambton miró a sus acompañantes. Ambos estaban bebiendo mientras que Regulus seguía hablando.

—Es inútil que trates de fingir demencia.

—Te hablo a ti.

— ¡...!

Lambton pensaba que Regulus se confundía con alguien. Pero sus palabras cada vez confirmaban que era a él a quien se refería.

Esto es malo.

¿Acaso alguien más lo sabe?

No puedo negar ahora ninguna posibilidad.

El plan debe tener un ligero cambio.

Sacó un anillo de su bolsillo y, tras ponerlo en su dedo, acercó la gema cerca de su boca.

—Erzeberg, ¿me oyes?

—...

Hubo una ligera respuesta en el pendiente de su oreja izquierda.

—Necesito que vengas aquí.

—...

—Bien, me debo hacer cargo. Continúen con el plan.

Lambton se puso de pie y fue directo hacia Regulus. Pero, ¿cuál era la razón de su comportamiento? Eso era simple.

Regresando unos minutos antes de que Lambton llegara y Gram se fuera, la cabeza de Regulus estaba hecha un desastre.

Guh. Fui ridiculizado, lo peor es que terminé pareciendo que Russell era superior a mí.

Bien, no nos pongamos negativos.

Voy a buscar una manera de volver a ver al rey y así lograr que me alabe.

¿Pero cómo?

La ambición del Dios de la EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora