Capítulo 29 ─ Día Ordinario

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Llegamos a la mitad del volumen queridos lectores.

Finalmente se completaron los personajes y llegó el momento de ir a la acción.

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El día finalmente llegó; el conde Hamilton me avisó que el rey quería recompensarme hoy. Me dijo que la recompensa era solo recibir el título de caballero, pero si lograba caerle bien, podría recibir más recompensas, ya que él realmente ama a sus hijas.

Tras levantarme, Alice estaba durmiendo en mi cama. Obviamente, fue una situación muy favorable para mí, pero no para Mary, quien entró para despertarme y encontró a Alice durmiendo.

Tras su pelea de gatas, me cambié de ropa y salí de la habitación. Allí me encontré con cierto tipo del que había olvidado su existencia. ¿Motivo? Porque me gusta burlarme de él.

Russell es un hombre de mediana edad, con cabello marrón y barba espesa. Antes de ser mi esclavo, era un bandido al cual salvé porque soy muy amable.

Pero tras los eventos pasados, se ganó mi confianza y ahora iré junto a él al palacio. Él fue una pieza clave en derrotar a esas extrañas criaturas y capturar a los piratas, por lo que puede pedir que le quiten el título de esclavo que carga.

—Te has demorado un montón. ¿Qué estabas haciendo?

—Dormía. He estado cansado por lo aburrido que ha sido nuestra llegada, ni siquiera he entrenado.

—La mazmorra de la academia no me ayuda. Aunque Mary se pone feliz, así que sirve.

Russell suspiró en decepción.

—Es por eso que te dije que no descuides tu entrenamiento solo por holgazanear.

— ¿Hah? ¿Quién te crees que eres para darme órdenes? ¿Mi padre?

Eso es lo que no eres.

Esta era una de nuestras habituales peleas, ya sea porque me aburría o realmente quería provocarlo.

—No trates de pasarte de listo, recuerda que eres un mero esclavo.

—La chica Mary y los otros me tratan con respeto y como persona. Tú eres el único que me trata como esclavo.

—Eso es porque lo eres. Si no lo fueras, realmente serías otro sujeto aleatorio con una espada rara.

— ¡No te burles de mi Tokishima! Es un regalo de mi maestro.

Russell y yo procedimos a darnos golpes. Mientras le metía los dedos en la nariz y él me ahorcaba, llegó un mayordomo anciano.

Pero no era cualquier mayordomo, era el mío. Cedric Zora Valkenheim es un hombre con un estado similar al de Russell; es un esclavo que trabaja para mí, pero a él sí lo trato con respeto.

También descubrí que el tipo no es humano, pero no entiendo por qué lo oculta. Cedric nos miraba a ambos como si fuéramos niños dándose golpes.

— ¿Acaso debo volver luego?

Quité mis manos de su cuello y luego lo empujé, me puse de pie y actué como si nada hubiera pasado.

—No. No es nada, ¿qué pasa?

—Sí. El conde Hamilton les ha preparado el carruaje; él también irá con ustedes.

—Entiendo, me despediré de los demás.

La ambición del Dios de la EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora