Capítulo 15

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Nota: Reproduzcan la canción cuando lo crean conveniente <3.


—¡Sal de ahí! —le grita Lois a Adrien.

—¿Por qué solo me atacas a mí? —grita, aún escondido detrás del árbol.

—¡Esta es mi venganza por aquella vez que entraste a mi casa y me pintaste bigotes con marcador permanente mientras dormía! —Lois le reclama, acercándose un poco más.

—¡Era una pequeña broma! ¿Yo qué iba a saber que no era de agua?

—¡Tardé tres días en borrarlo!

No había nadie más, así que el campo de gotcha estaba a disposición de nosotros. No había equipos, era todos contra todos. El encargado del lugar era amigo de Lois, por lo que la entrada había sido gratis.

Avanzo con pasos silenciosos, pero una rama seca me hace una mala jugada y cruje cuando la aplasto. Lois se da la vuelta y me da una mirada maliciosa. Salgo corriendo para que él no me atrape, pero me estampo con el cuerpo de Adrien por accidente que también ha corrido para salvarse, haciendo que este caiga al suelo bruscamente por el impacto y dándole la oportunidad perfecta a Dean de lanzarle pintura en el brazo.

—¡Soldado caído! ¡Necesito refuerzos! —grita Adrien, colocando su mano en la mancha de pintura que tenía en el brazo—. Auch, sí duele.

—¡Allá voy! ¡Vengaré tu nombre! —le responde Lois, dirigiéndose hacia él.

Antes de poder llegar, Dean aparece con su arma en manos. Con un movimiento ágil le dispara cerca del tobillo, sin embargo, la pintura cae en el suelo.

Nos escondemos uno del otro. Nadie quiere perder y eso lo tengo seguro. Se presenta el momento, mi momento. Dean está distraído, cuidándose de no ser visto por Lois, agachado detrás de una pila de llantas viejas. No se percata de mi presencia a sus espaldas así que esta es la oportunidad perfecta. Le apunto despreocupada, pero al segundo me arrepiento. No quería ser tan mala con él, así que guardo mis municiones para atacar a Lois. Él si se lo merecía. Pero sin querer, al tratar de alejarme, hago un movimiento en falso y disparo una bola de pintura. Llega directo a su brazo. Sólo escucho un quejido de su parte, ¿en verdad dolía? Me echo a correr para no ser descubierta.

—El perdedor pagará la comida —dice Lois. Rueda su cuerpo por el corto césped y luego se arrastra aún poca abajo hasta esconderse detrás de unos troncos.

Era un exagerado. Tampoco estábamos en una misión.

—Olvídalo, si pierdo no pienso pagar las dos pizzas extra grandes que te vas a comer —le respondo, divertida.

—Me ofendes, Azul —me dice.

Se queda parado frente a mí e intercambiamos un duelo de miradas. Alza su marcadora y apunta hacia mi dirección. Trato de alzar también la mía, pero se atora con una hilacha del traje que llevo puesto. La pintura sale proyectada y cae en mi máscara—. ¿De qué te quejabas?

—Idiota.

Lois sonríe, victorioso. Él había ganado.

(...)

Nos sentamos en un puente, con las piernas colgando en el aire. Debajo de nosotros pasa un rio. El agua se escucha calmada y es porque hace semanas que no llueve. A lo lejos se puede ver una ciudad diminuta.

Miro hacia mi costado. Dean está inexpresivo y con los hombros relajados. Miro hacia el otro extremo, Adrien está jugando con las los listones de su sudadera y por otro lado, Lois se revuelve el cabello en un gesto de inquietud.

Azul, museo de desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora