Cinco años después
-¿Morgan? .- El escuchar mi nombre me hizo salir de mis pensamientos. Emma Wembley me miraba irritada, con el ceño levemente fruncido y seguro se preguntaba ¿Cómo diablos había terminado yo, siendo su asistente?
-¿Si? Emma.
-Las proyecciones.- Llevaba poco menos de un año con aquel puesto y aun me miraba como si fuera un proyecto del que debía hacerse cargo obligatoriamente.
-Claro.- Me levanté de mi lugar, dándole la carpeta negra frente a mi. Movió su mano haciendo un ademán con su mano para que me apresurara. Lo cogió y comenzó a leer. Me adelante a hablar antes de que ella hiciera la pregunta que ya esperaba.
-Las últimas pruebas resultaron exitosas a un 75% de efectividad. El proyecto Géminis puede ser aprobado.- Levantó la ceja, leyendo las conclusiones del proyecto sin mirarme.
-Bueno, mi hermano no estaba equivocado.- Luego me miró a mí, con seriedad, altanera y orgullosa de los resultados.
-Eso es todo, puedes retirarte.- Asentí con una sonrisa forzada y camine hacia la puerta.- Y Morgan...- Me gire para verla.- Hace diez minutos te pedí mi latte ¿Dónde está?.- Abrí los ojos levemente, corrí hacia la puerta y bajé ocho pisos corriendo hacia el Starbucks frente al edificio de Dankworth Enterprises.
Me formé en la fila, demasiada larga para mi gusto, desesperada por que me atendieran y mi jefa no me corriera por mi estupidez. Después de diez minutos en la fila y media uña mordida solo faltaba una persona para que fuera atendida, casi respiro de alivio. Hasta que una figura enorme, de espalda ancha, cabello rizado y corto, con una loción fresca y masculina se formó frente a mi.
-¿Disculpa? Estamos formados.- Él se giró bruscamente, buscando a la persona que había hablado, claro que él era mucho más alto que yo, bajó la mirada hacia mi. Me quedé atónita por un momento, lo primero que pensé al ver su nariz recta, su boca fina y ojos verdes fue que se parecía mucho a alguien que yo conocía.
-Si, yo ya estaba formado.- Me miró orgulloso, pedante y como si todos los que le dirigiamos la palabra debíamos hacer una reverencia ante el.
-Por supuesto que no. Yo llevo diez minutos aquí formada, y estoy completamente segura de que no estabas por aquí.
-Entonces me hubieras reconocido en cualquier parte.- Imagina mi rostro cuando lo escuche hablar. Pero claro que yo era experta en personalidades de ese tipo. Alguna vez había conocido a otra persona muy parecida.
-Reconocería a cualquier imbécil, pedante, narcisista que se crea con el derecho de poder meterse en la fila. Ahora si me haces el favor de formarte como todos y me dejas mi lugar.- Dije a la defensiva, con maestría en actitudes y personalidades narcisistas y sin quedarme sin pelear. El me miro divertido, asombrado y sin pizca de tener el ego herido.
-¿Con esa boca besas a tu madre? .- Estaba totalmente divertido. Eso me hizo enojar, mi carácter se basaba en estar todo el tiempo enojada y casi amargada de por vida y cualquier cosita me hacía explotar. Apreté los labios y el puño levemente, algo que el individuo noto. Pero antes de que él pudiera sonreír aún más divertido ante mi reacción una voz lo llamó.
-Oh Will.- Dijo demasiado excitada la voz de la chica detrás de la caja.- Aqui esta tu expresso doble.- Sonrió como colegiala y se lo entregó.
-Eres un amor ...-Guardó silencio intentando recordar el nombre de la chica, pero a ella no pareció importarle.
-Leila.- Termino ella por decir, aun con su sonrisa de colegiala y seguro con las bragas demasiado húmedas. Él sonrió aún más y ella parecía que se desmayaría, se giró hacia mí, me giño el ojo y se retiró. La indagación en mi rostro de aquel momento era digno de ser esculpido, entrecerrar los ojos un poco observando cómo se dirigía a la puerta, observando su teléfono y olvidándose del mundo.
-¿Qué necesitas? .- Dijo "leila" aun mirándolo con ojos de colegiala enamorada.
-Un latte doble.- Puse mi cara de grinch, esperando a que saliera de su trance. Ella volvió en sí y no parecía molesta por mi tono de voz, parecía ni siquiera haberlo notado o la frustración en mi rostro.
Una vez pagado, camine a toda prisa hacia la salida, maldiciendo esa mañana. Y por todos los dioses de las chicas con un karma demasiado malo y mañanas terribles no creí que ese día pudiera empeorar. Me equivoqué por supuesto.
Justo al girar la esquina, con el gentío a mi alrededor mi celular sonó.
-Emma.- Conteste al instante.
-¿¡Donde diablos estas!?.- Separe mi celular de la oreja un poco ante el tono de voz chillón de Emma.- Ven aquí, ahora.
-Llego en cinco minutos.
-Tienes tres, o despídete de tu empleo.- Y colgó. Así que corrí de regreso al enorme edificio de dieciséis pisos, pero justo al doblar la esquina choque contra un cuerpo enorme que me hizo derramar el latte, encima de mi y la mitad de su saco gris.
-¿¡Eres estúpida o qué?!.- Me gritó aquella voz. Yo tenía los ojos cerrados ante el golpe que casi me tumba hacia el suelo y una horrible quemadura en mi brazo derecho.
-¿¡Por que diablos no te fijas!?.- Mire en dirección de la voz, varios rostros se habían girado en nuestra dirección. Y si el karma existe, ese era el dia de joder a Morgan.-¿Tu?
El chico de un metro ochenta y cinco que se había metido en la fila se encontraba frente a mi, ya no parecía divertido y sus ojos verdes echaban chispas en mi dirección.
-Esto debe ser una broma.- Contestó él.- Eres como un grano en el culo y demasiado estúpida.- Lo fulmine con la mirada. Antes de que pudiera contestar su teléfono sonó.
-Diga.- Dijo aun enojado.- Dile que voy en camino.- Camino en dirección contraria a mi, dejándome empapada de latte, una furia incontenible y orgullo herido. Y bien sabemos que nadie se mete con mi orgullo.- Consigueme un saco nuevo Palmer, una estúpida chica me tiró todo el café.- Fue lo último que escuché.
Pero todo eso se esfumó al recordar los tres minutos que tenía para llegar a la oficina. Así que corrí una vez más, con la camisa sucia, los pies martillando por correr en tacones y sudorosa. Al llegar al último piso parecía que me había arrollado un autobús, ignoré las risas y miradas del resto de los oficinistas en mi dirección y caminé hacia la oficina principal esperando mi despido.
Y si el karma no podía ser más mierda conmigo pues encontró la manera. Emma estaba sentada, parecía relajada, contenta y todo eso se esfumó cuando vio mi aspecto. De un segundo a otro volvió a cambiar y comenzó a reírse como señora de las Lomas y con crueldad.
-¿Pero qué diablos te pasó? .- Seguía siendo descaradamente ante mi aspecto.
-Un imbécil me tiró todo tu Latte encima.- Conteste intentando justificar mi aspecto.
-La gente debería fijarse por donde camina.- Una segunda voz me sacó de mi pensamientos. Me congele al instante que la escuche, me giré en dirección de aquella voz. Claro que tenía puesto un saco nuevo, junto a una nueva camisa, que de seguro "Palmer" había traído para él. Pero lo que me hizo tragar saliva fue verlo al fondo de la sala, en la cabeza de la larga mesa de juntas, de nuevo con su sonrisa de soy el amo del universo, los ojos verdes llenos de diversión no contenida y una sonrisa mostrando su perfecta y blanca dentadura.
-Morgan, él es William Dankworth III. CEO de Dankworth Enterprises y mi hermano.
-Oh mierda.- Es lo que salió de mi boca. Emma frunció el ceño extrañada.
-¿Qué dijiste? .- Dijo levantando la oreja en mi dirección.
-Creo que lo que quiso decir hermanita es que se alegra de verme.- Contestó William sin dejar de mirarme.- Esto será divertido.
Holaaaaaa
Bueno, el último capítulo es muy cortito Jerjer.
Mañana les subiré el epílogo, solo que debo checar los detalles y mi nota final.
Amor a todos ustedes por llegar hasta aquí.TPWK ✨💚
ESTÁS LEYENDO
Los Hijos de Anfield: El Legado (#2) [Completa ✔️]
Novela JuvenilHan pasado seis meses desde los acontecimientos que cambiaron el rumbo de la vida de Morgan Adams. Su depresión y sus malos hábitos la han llevado a un camino oscuro y donde ella pensaba no poder sanar se encuentra con una sorpresa. Pero todo cambia...