7.-La realidad.

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Samanta.

Me estiro para acto seguido apagar la alarma que he puesto en mi celular.

Han pasado dos semanas desde que vivo en casa de Alexander, las náuseas cada día son más fuertes y mis emociones están a flor de piel.

Hoy debo ir con Alexander a mi primer control prenatal.

Cuando conocí al hombre que va a ser el padre del bebé pensé que sería un hombre distante y frío, con todas sus responsabilidades me imaginé a alguien despegado, pero no lo es absolutamente.

Tiene un horario fijo: sale de casa cada día a las siete de la mañana, a veces viene almorzar y otras veces no le da tiempo, y vuelve entre las siete o siete treinta de la noche. Solo ha salido de viaje una vez desde que estoy aquí y no tardó más de dos días.

Luego de que se encierra en el despacho por lo menos media hora se sienta conmigo en el jardín hablar de lo que sea.

Me ha contado que su mejor amigo Will aún no sabe que va a ser papá y lo más probable es que cuando se entere quiera golpearlo y hacer un drama, él va a ser el padrino.

Qué la nieta de Sara, Sandra es menor que él, ahora está al otro lado del país trabajando como abogada, viene cada cierto tiempo a visitarlos.

A Will lo conoció en la escuela donde asistieron juntos. Y Sandra venia aquí con Sara desde que tiene uso de razón. 

Y la señora con quién más paso el tiempo es prácticamente una abuela para él, esa es la razón por la cual lo llama por su nombre.

Me he sentido bastante cómoda aquí, están muy al pendiente de mi, me siento tranquila y Lily viene cada vez que puede. Aún así sigo sin poder dormir bien.

He hablado con mi madre ayer y aún no sabe nada, siento miedo de que se entere.

Salgo de la cama, me baño y visto con un vestido de tirantes y sandalias, hoy hace calor.

Bostezo al mismo tiempo que guardo mi celular en el bolso y entro a la cocina.

—Buenos días. —saluda Sara con una enorme sonrisa en los labios.

Eso me contagia y le devuelvo una sonrisa genuina.

—Buenos días. —me acerco a la mesa —Estoy hambrienta.

Me siento para empezar a comer pan tostado con mantequilla, últimamente es todo lo que quiero comer.

—Buenos días. —entra esta vez a la cocina Alexander con su traje hecho a la medida.

Nos da una cálida sonrisa a ambas, camina hasta donde está Sara le da un beso en la frente y luego se sienta frente a mi con su celular.

Son las ocho cuarto de la mañana, supongo que hoy no salió temprano para acompañarme a la consulta.

—¿Quieres café, Álex?— le pregunta Sara.

—Sí, por favor.

—¿Y tú, Sam?—me pregunta a mi..

—No, estoy bien. Ahora me tomo un jugo. —contesto.

—¿Cómo has dormido últimamente? —la pregunta de Álex es para mi.

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